Por Diego Fares sj
(Jesús con sus cuatro primeros discípulos…) entraron en Cafarnaúm, y cuando llegó el sábado fue a la Sinagoga y comenzó a enseñar.
Todos estaban asombrados de su didáctica, porque les enseñaba como quien tiene autoridad y no como los escribas.
Y de pronto, había en la sinagoga un hombre poseído de un espíritu inmundo que se puso a gritar diciendo:
- ¿Qué tenemos que ver nosotros contigo, Jesús Nazareno? ¿Viniste a acabar con nosotros? Te conozco, sé quién eres: el Santo de Dios.
Pero Jesús lo increpó, diciendo:
- Cállate y sal de este hombre.
Y sacudiéndolo violentamente el espíritu inmundo, gritando con un gran alarido, salió del hombre. Y quedaron todos pasmados de manera tal que se preguntaban unos a otros:
- ¿Qué es esto? ¡Una enseñanza nueva… y con autoridad…! Impera a los espíritus impuros y estos lo escuchan y le obedecen.
Y su fama se extendió rápidamente por todas partes, en toda la región de Galilea (Marcos 1, 21-28).
Contemplación
Del griego nos han quedado algunas palabras casi tal cual. Uno sonríe un poco al ver que los que llamamos “escribas” eran los “grammaticos”… Gramma significa letra y decir de uno que es “un letrado” tiene, hoy como entonces, un matiz irónico.
La gente distinguía a Jesús de un letrado, lo distingue no sólo porque el contenido de su enseñanza es profundo (no se queda en la letra) sino porque su enseñanza (didajé) era entendible. Este aspecto “didáctico” también se nos ha quedado en el lenguaje con la misma palabra griega. Es una alabanza decir de alguien que es muy didáctico. En el fondo es una redundancia porque es como decir que una enseñanza es una enseñanza, que un maestro es un Maestro. Pero la redundancia vale. Con Jesús decían: “¡Qué Maestro es el Maestro! No es como los maestros”. Y uno entiende perfectamente.
La didáctica baja los contenidos de las teorías pedagógicas a la práctica y, de última, define al buen maestro. Porque los contenidos se pueden encontrar en muchos lados (hoy más que nunca), pero saber bajarlos a la realidad, saber despertar el interés, saber encontrar el ritmo de aprendizaje de cada uno…., esas son las cosas importantes. Cuando alguien enseña, de última, la autoridad le viene de su didáctica, de sus recursos para hacerse entender de manera eficaz. Y si la enseñanza es moral, la didáctica va unida al testimonio: nada más didáctico que agarrar y hacer uno lo que se le pide al otro. Aquí me acordé que Hurtado tenía una reflexión espectacular sobre esto a propósito de que somos instrumentos:
“Todo instrumento tiene punta y mango: el mango para el artífice; la punta para la materia que ha de ser modificada… La aguja vale por la punta, el cuchillo por el filo, la lapicera por la pluma. Adaptarse a Dios es menos difícil (Dios es una persona razonable); adaptarse a los hombres, ahí la dificultad, porque son raros, medio locos… El verdadero pescador es el que conoce los peces, (la) profundidad a que se esconden, ¡el verdadero momento de tirar…!” Aquí decimos: el maestro es el que sabe aprovechar cada ocasión y graba en el corazón y en la mente del alumno una enseñanza que no se olvida más. Sigue leyendo...
Todos estaban asombrados de su didáctica, porque les enseñaba como quien tiene autoridad y no como los escribas.
Y de pronto, había en la sinagoga un hombre poseído de un espíritu inmundo que se puso a gritar diciendo:
- ¿Qué tenemos que ver nosotros contigo, Jesús Nazareno? ¿Viniste a acabar con nosotros? Te conozco, sé quién eres: el Santo de Dios.
Pero Jesús lo increpó, diciendo:
- Cállate y sal de este hombre.
Y sacudiéndolo violentamente el espíritu inmundo, gritando con un gran alarido, salió del hombre. Y quedaron todos pasmados de manera tal que se preguntaban unos a otros:
- ¿Qué es esto? ¡Una enseñanza nueva… y con autoridad…! Impera a los espíritus impuros y estos lo escuchan y le obedecen.
Y su fama se extendió rápidamente por todas partes, en toda la región de Galilea (Marcos 1, 21-28).
Contemplación
Del griego nos han quedado algunas palabras casi tal cual. Uno sonríe un poco al ver que los que llamamos “escribas” eran los “grammaticos”… Gramma significa letra y decir de uno que es “un letrado” tiene, hoy como entonces, un matiz irónico.
La gente distinguía a Jesús de un letrado, lo distingue no sólo porque el contenido de su enseñanza es profundo (no se queda en la letra) sino porque su enseñanza (didajé) era entendible. Este aspecto “didáctico” también se nos ha quedado en el lenguaje con la misma palabra griega. Es una alabanza decir de alguien que es muy didáctico. En el fondo es una redundancia porque es como decir que una enseñanza es una enseñanza, que un maestro es un Maestro. Pero la redundancia vale. Con Jesús decían: “¡Qué Maestro es el Maestro! No es como los maestros”. Y uno entiende perfectamente.
La didáctica baja los contenidos de las teorías pedagógicas a la práctica y, de última, define al buen maestro. Porque los contenidos se pueden encontrar en muchos lados (hoy más que nunca), pero saber bajarlos a la realidad, saber despertar el interés, saber encontrar el ritmo de aprendizaje de cada uno…., esas son las cosas importantes. Cuando alguien enseña, de última, la autoridad le viene de su didáctica, de sus recursos para hacerse entender de manera eficaz. Y si la enseñanza es moral, la didáctica va unida al testimonio: nada más didáctico que agarrar y hacer uno lo que se le pide al otro. Aquí me acordé que Hurtado tenía una reflexión espectacular sobre esto a propósito de que somos instrumentos:
“Todo instrumento tiene punta y mango: el mango para el artífice; la punta para la materia que ha de ser modificada… La aguja vale por la punta, el cuchillo por el filo, la lapicera por la pluma. Adaptarse a Dios es menos difícil (Dios es una persona razonable); adaptarse a los hombres, ahí la dificultad, porque son raros, medio locos… El verdadero pescador es el que conoce los peces, (la) profundidad a que se esconden, ¡el verdadero momento de tirar…!” Aquí decimos: el maestro es el que sabe aprovechar cada ocasión y graba en el corazón y en la mente del alumno una enseñanza que no se olvida más. Sigue leyendo...