Monición de entrada
En cualquier relación de Dios con nosotros es Él quien toma la iniciativa y es siempre fiel. Jesús nos invita a una entrega, a una comunión total con Él. Pablo usando la imagen del matrimonio, nos explica la íntima unión de Cristo con su Iglesia. Sometámonos completamente a Cristo que nos ama tiernamente. De pie, por favor, para empezar nuestra celebración, cantando con entusiasmo.
Primera lectura: Jos 24, 1-2a. 15-17.18b (Serviremos al Señor; el es nuestro Dios)
Este texto tomado del libro de Josué, nos trae el hecho de la Alianza celebrada en Siquén. El Señor, escogido como el Dios de todas las tribus. El es fiel y promete tierra y libertad. El pueblo se compromete a obedecer y a servir solamente a este Dios. Escuchemos atentamente este compromiso.
Segunda lectura: Ef 5, 21-32 (Un gran misterio, referido a Cristo y a la Iglesia)
Según Pablo, el amor entre nosotros expresa la relación íntima de Cristo y su Iglesia. Este misterio de amor y donación de Cristo a su Iglesia exige de parte de nosotros: la sumisión, el amor y la entrega. Pongan atención a la vocación matrimonial. Abran bien sus oídos para escuchar esta exhortación de San Pablo.
Tercera lectura: Jn 6, 60-69 (¿A quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna).
Con la lectura evangélica de este domingo concluimos la enseñanza del capítulo seis de San Juan, que hemos venido siguiendo desde el domingo decimoséptimo. Es un momento decisivo. Los que no aceptaron a Jesús o no creyeron en Él se retiraron. Un pequeño grupo, con Pedro como portavoz, proclamó su fe en Cristo y le siguieron. Nosotros como seguidores de Cristo proclamemos nuestra alegría mientras cantamos el Aleluya.
Oración Universal
A cada invocación, ustedes se unirán diciendo: Señor, tú tienes palabra de vida eterna
- Por la Iglesia de Dios, extendida de oriente a occidente: para que el Señor la mantenga firme hasta el fin de los tiempos. Roguemos al Señor.
- Por todos los que tienen autoridad en el mundo, especialmente en nuestro país: para que bajo su gobierno todos los pueblos progresen en paz, libertad y concordia, glorificando a Cristo, nuestra esperanza. Roguemos al Señor.
- Por el buen tiempo y la abundancia de las cosechas: para que el Señor dé a todos el pan de cada día. Roguemos al Señor.
- Por los matrimonios de nuestras comunidades: para que cada día crezcan en el amor mutuo, dedicación, entrega, comprensión y fidelidad. Roguemos al Señor.
- Por nosotros reunidos en la casa de Dios, por nuestros hermanos y hermanas ausentes y por todas nuestras intenciones: para que el Señor nos guarde a todos en la fe y nos reúna en el reino de su Hijo. Roguemos al Señor.
Exhortación final
(Tomado de B. Caballero: La Palabra cada domingo, San Pablo, España, 1993, p. 367)
Hoy te reconocemos, Padre, como el Dios de la vida
en medio de un mundo que prefiere ídolos de barro y de muerte.
¿A quién iremos, Señor? Sólo tú tienes palabras de vida eterna,
es decir, garantía y seguridad absoluta frente a las dudas
y miedos que nos invaden y los engaños que quieren dominarnos.
Dios Señor nuestro, que nos amas como a hijos tuyos
con ternura de Padre, atráenos a Cristo con el don de la fe,
para que creamos en él con firmeza y con apertura al hermano.
En ti, Señor, hemos puesto nuestra total confianza.
No permitas que cedamos a la tentación del miedo vergonzante,
sino manténnos firmes en nuestra opción por Jesucristo.
Amén.
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