Domingo 29 T.O (Ciclo C) 16 de octubre de 2022
Para hacer ver la importancia de la oración, Jesús propone una parábola. Pero hay que decir que para sus discípulos fue muy importante ver cómo rezaba. Jesús acostumbraba a rezar de madrugada cada mañana, lo hacía también cuando tenía que tomar decisiones, rezó en la soledad de Getsemaní, y también en la cruz.
Quizá en alguna ocasión te hayas preguntado si sirve de algo rezar. Es posible que hayas dudado de la eficacia de la oración, que te hayas preguntado si somos escuchados. Está claro que nos cansamos al no ver avances e incluso tenemos la tentación de dejar de rezar. Pero, a pesar de todo esto, hay que reconocer que la oración es muy importante en la vida de un cristiano.
En la primera lectura se nos ofrece el ejemplo de Moisés y se invita a rezar con confianza. La lectura habla de una batalla. En las batallas de la vida, en nuestras luchas internas, recemos con confianza. Tengamos confianza en Dios.
El Evangelio ofrece el ejemplo de una pobre viuda y se nos invita a rezar con insistencia, sin perder la esperanza. No tengas reparos en pedir al Señor. Al pedir, Él va preparando nuestro corazón, nos hace más sensible, nos abre a su misterio. Aquella mujer no abandonó su petición.
Aprendamos del testimonio de los grandes orantes. Ayer celebrábamos la fiesta de Santa Teresa de Jesús. Ella reconocía que gracias a la oración consiguió que su vida pasase de estar dispersa a estar centrada, de vivir desvitalizada a vivir con pasión, de vivir triste a vivir con alegría. Para ella la oración era un trato de amistad con aquel que sé que me ama.
Koldo Gutiérrez, sdb
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