MONICIÓN DE ENTRADA
¡Sean bienvenidos, hermanos y amigos! Los acogemos con el mismo amor con que Jesús acogió a cada persona que se acercaba a Él.
Estamos en el Domingo Dieciséis del Tiempo Ordinario. La Liturgia de la Palabra de hoy nos habla de huéspedes y hospitalidad, y nos lleva a reflexionar sobre nosotros como anfitriones. Dios nos visita en el desconocido, en el dolor, nos visita en Jesús y en su Palabra. Nuestra hospitalidad hacia Dios debe ir más allá del servicio. Jesús vino para estar con nosotros, para hablar con nosotros, y espera que dejemos todo para estar con él y escucharlo. La visita de Dios nunca es simple cortesía: siempre es fecunda, siempre nos regala vida. Que esta Eucaristía nos ayude a discernir cuándo servir y cuándo escuchar.
Seguros de la presencia del huésped divino aquí y ahora en medio de nosotros, pongámonos de pie y celebremos unidos nuestra acción de gracias.
MONICIÓN PRIMERA LECTURA (GÉNESIS 18,1-10)
En la Primera Lectura Dios se presenta en el anonimato y en la sorpresa. Abraham acoge espléndidamente a los desconocidos como si acogiera al mismo Dios. Y de esa visita divina florece el vientre estéril de Sara. Escuchemos…
PRIMERA LECTURA
Señor, no pases de largo junto a tu siervo
Lectura del libro del Génesis 18, 1-10a
En aquellos días, el Señor se apareció a Abrahán junto a la encina de Mambré, mientras él estaba sentado a la puerta de la tienda, porque hacía calor. Alzó la vista y vio a tres hombres en pie frente a él. Al verlos, corrió a su encuentro desde la puerta de la tienda y se prosternó en tierra, diciendo:
—«Señor, si he alcanzado tu favor, no pases de largo junto a tu siervo. Haré que traigan agua para que os lavéis los pies y descanséis junto al árbol. Mientras, traeré un pedazo de pan para que cobréis fuerzas antes de seguir, ya que habéis pasado junto a vuestro siervo».
Contestaron:
—«Bien, haz lo que dices».
Abrahán entró corriendo en la tienda donde estaba Sara y le dijo:
—«Aprisa, tres cuartillos de flor de harina, amásalos y haz una hogaza».
Él corrió a la vacada, escogió un ternero hermoso y se lo dio a un criado para que lo guisase en seguida. Tomó también cuajada, leche, el ternero guisado y se lo sirvió. Mientras él estaba en pie bajo el árbol, ellos comieron.
Después le dijeron:
—«¿Dónde está Sara, tu mujer?».
Contestó:
—«Aquí, en la tienda».
Añadió uno:
—«Cuando vuelva a ti, dentro del tiempo de costumbre, Sara habrá tenido un hijo».
Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL: SALMO 14, 2-3AB. 3CD-4AB. 5 (R.: 1A)
R. Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda?
MONICIÓN SEGUNDA LECTURA (COLOSENSES 1,24-28)
En esta Segunda Lectura Pablo nos aclara el designio secreto de Dios: tenemos un huésped fijo: Cristo vive en nosotros. Pablo acoge y acepta el misterio del sufrimiento como si acogiera al mismo Cristo con su cruz. Escuchemos.
SEGUNDA LECTURA
El misterio escondido desde siglos, revelado ahora a los santos
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses 1, 24-28
Hermanos:
Ahora me alegro de sufrir por vosotros: así completo en mi carne los dolores de Cristo, sufriendo por su cuerpo que es la Iglesia, de la cual Dios me ha nombrado ministro, asignándome la tarea de anunciaros a vosotros su mensaje completo: el misterio que Dios ha tenido escondido desde siglos y generaciones y que ahora ha revelado a sus santos.
A éstos ha querido Dios dar a conocer la gloria y riqueza que este misterio encierra para los gentiles: es decir, que Cristo es para vosotros la esperanza de la gloria.
Nosotros anunciamos a ese Cristo; amonestamos a todos, enseñamos a todos, con todos los recursos de la sabiduría, para que todos lleguen a la madurez en su vida en Cristo.
Palabra de Dios.
MONICIÓN EVANGELIO (LUCAS 10,38-42)
Hoy, en este bello pasaje en casa de Marta y María, Jesús nos trae esta Buena Noticia: Él vino a nuestra casa no para ser servido sino para ser escuchado. Por eso, abramos los oídos, la mente y el corazón, y pongámonos de pie para escuchar su Palabra.
ALELUYA CF. LC 8, 15
EVANGELIO
Marta lo recibió en su casa. María ha escogido la parte mejor
Lectura del santo evangelio según san Lucas 10, 38-42
En aquel tiempo, entró Jesús en una aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa.
Marta tenía una hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra.
Y Marta se multiplicaba para dar abasto con el servicio; hasta que se detuvo y dijo:
—«Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola con el servicio? Dile que me eche una mano».
Pero el Señor le contestó:
—«Marta, Marta, andas inquieta y nerviosa con tantas cosas…; sólo una es necesaria. María ha escogido la parte mejor, y no se la quitarán».
Palabra del Señor.
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