Material para el Animador de la Palabra.
Celebración del II Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo C.
1. AMBIENTACIÓN
Podemos colocar un cartel con una de estas frases: “Haced lo que Él os diga” o, “El Espíritu nos une”.
2. RITOS INICIALES
Monición. Un valor fundamental de toda comunidad cristiana es, la unidad en la diversidad. Unidad y bien común, se dan la mano.
Como creyentes en Jesús, debemos trabajar constantemente en estos campos, poniendo nuestros dones-carismas-, al servicio de la sociedad, de la Iglesia y de la familia.
Canto: (Libertador de Nazaret)
Saludo. Hermanas y hermanos, bendigamos al Señor que nos enriquece con sus dones
Acto penitencial
Por nuestras faltas de sensibilidad, Señor, ten piedad
Por nuestras apatías, Cristo, ten piedad
Por nuestra superficialidad y falta de energía espiritual, Señor, ten piedad
Gloria
Oración. Dios, Padre bondadoso, estás orgulloso de Jesús porque se dejó inundar de tu Espíritu; hizo el bien y se convirtió en Luz para todas las personas. Al experimentar la redención, sentimos la urgencia de anunciarla. Ayúdanos a ser testigos del Cordero que quita el pecado del mundo. Él, que vive para siempre junto a Ti en el Espíritu. Amén.
3. LITURGIA DE LA PALABRA
Monición a las lecturas. La Palabra nos regala hoy unas ideas preciosas: Dios es como un esposo fiel para toda comunidad de creyentes. Aunque en la comunidad hubiera olvido de Dios, Él, nunca deja de lado a su pueblo.
La segunda lectura nos recuerda que como bautizados, todos estamos tocados por el Espíritu que se manifiesta en infinidad de dones. Pero esos dones-carismas, solamente son efectivos, cuando se ponen al servicio del bien común.
El Evangelio recoge la escena festiva y entrañable de las bodas de Caná. Allí estaba Jesús y también su madre, y los dos demuestran su sensibilidad y disponibilidad para servir, ayudar a resolver los problemas de la gente.
Lecturas. Is. 62,1-5. Salmo o canto. 1Cor.12,4-11. Aclamación. Ju. 2,1-12, Breve silencio
Comentario homilético. EL amor esponsal de Dios con su pueblo está bellamente contado en la primera lectura: “Te podrán un nombre nuevo pronunciado por la boca del Señor”... En consonancia con este mensaje, vemos a Jesús invitado a una boda. y ahí lo tenemos de lo más normal, alternando, celebrando el amor de una pareja, disfrutando de la amistad humana y la fiesta.
Y nos dice San Juan, que en medio de la fiesta comenzó sus signos al servicio del mensaje que debía proclamar y, de la fe que quería despertar. Y nos dice también el evangelista que el primer signo lo hizo Jesús motivado por su madre. María estaba allí, pero no de cualquier manera. Aunque discreta y como en segundo plano, observó que algo pasaba y enseguida se dio cuenta lo que era: “faltaba vino”. No se le pasó el detalle, no miró para otro lado. Hizo suyo el problema y lo compartió con Jesús. María es de las personas que saben actuar, solucionando problemas de manera eficaz y discreta.
Jesús también actuó de manera sencilla. El protagonismo llamativo no va con su personalidad. Parce que la mediación de su madre adelantó su hora. Pero Ella simplemente dijo: “Haced lo que Él os diga” Después el signo sorprendió e interrogó: “manifestó su gloria y creció la fe de sus discípulos/as” Será por eso que el Pueblo cristiano a lo largo de la historia ha mantenido una tradición: La intercesión de María es acogida siempre eficazmente por Jesús.
Lo que Juan nos quiere contar es algo mucho más profundo y bonito: Dios Padre está enamorado de la humanidad que celebra sus bodas con nosotros en la persona de su hijo Jesús. Y establece en el interior de cada uno de nosotros una auténtica fiesta. Pasó el tiempo del agua, la tristeza, para dejar paso al vino de la alegría. Cesó el Antiguo Testamento para dejar paso al Nuevo. ¡Podemos pasarnos la vida entera dando brindis de alegría por tan grande noticia! ¡¡Por Cristo, con Él y en Él!!
En la carta a los corintios San Pablo resalta algo maravilloso que se da en la Iglesia de todos los tiempos: Gracias a la acción del Espíritu Santo hay una diversidad de dones, de funciones y de servicios, que enriquece la vida de las comunidades, sin que se rompa su unidad. Hemos oído muchas veces lo valiosa y eficaz que es la unidad conjugada con la diversidad. Esto es lo que nos quiere decir San Pablo, pero destacando que la iniciativa es siempre de Dios y que los diferentes dones para la edificación común reflejan la fuente de donde proceden: El Espíritu. Es así como Dios se comunica, se entrega y se reparte.
Este pasaje de la carta a los corintios no ha perdido nada de su frescura y actualidad. El Espíritu Santo sigue iluminando y promoviendo distintos modos de seguir a Jesús y de hacer comunidad: sigue sorprendiéndonos con sus iniciativas. Por eso la vida de la Iglesia no es uniforme, sino plural, pero salvando siempre el bien común y el valor de la unidad.
Credo
Oración de los fieles
Oremos por la Iglesia, para que sea un signo manifiesto de unidad en la pluralidad, roguemos al Señor.
Oremos por todos los pueblos, para que se cumpla el deseo común de paz y desarrollo, roguemos al Señor.
Oremos por los cristianos de todas las confesiones, para que alcancemos un día la plena comunión, roguemos al Señor.
Oremos para que en nuestra Comunidad se medite intensamente el Evangelio y se escuche al Espíritu, roguemos al Señor.
Oremos por nuestras familias para que cultivemos el entendimiento y la comprensión, roguemos al Señor.
Pidamos unos por otros, para que renovemos a diario el propósito de servir, roguemos al Señor.
Oremos por los que se fueron, para que estén ya participando del banquete festivo del buen Dios, roguemos al Señor.
4. RITO DE COMUNIÓN
Monición. La historia de Dios con nosotros se condensa en una relación de cariño. Él lo demuestra con múltiples dones y gestos salvadores. La comunión es uno de los símbolos y gestos entrañables del amor de Dios.
Introducción al Padre nuestro
Con el corazón rebosante de gratitud os alabamos,
Padre, hijo y Espíritu, Dios enamorado de esta tierra nuestra.
Todas las generaciones han experimentado tu amor
y han proclamado tus maravillas;
han reconocido tus dones y han proclamado tu gloria.
Sí, Tú eres el Dios Amor,
el esposo de la tierra bendecida y fecunda,
lo más admirable del universo.
Tu generosidad sin límites se manifiesta en dones del Espíritu,
un regalo de privilegio para disfrutar tu alianza
y para compartir con todos la utopía de tu Reino.
Padre bueno, que sepamos acoger tu ayuda,
para vivir nuestra vocación con dignidad;
agranda nuestra fidelidad contigo y con la comunidad,
impulsa en nosotros unos ritmos crecientes de superación de miedos
para poder servir más y mejor.
Unidos ahora a Jesús y a todos los creyentes del mundo,
rezamos la oración de los hijos y hermanos: Padre nuestro...
Gesto de la paz
Distribución de la comunión: canto
Acción de gracias
Estamos felices, Señor, por el amor inmenso que nos tienes. Eres un amigo apasionado y entrañable. ¡Bendito seas!
Tenemos la suerte de entender la vida desde la fe. Por eso te damos gracias por tantas señales de salvación y por tantos símbolos de humanidad como brotan en nuestro entorno cuando acogemos con sinceridad tu Palabra. GRACIAS PADRE.
5. RITO DE CONCLUSIÓN
Compromiso. Que nuestros dones y capacidades redunden en bien común.
Oración después de la comunión: (se toma del misal)
Bendición
Monición final. Mirando a las personas con buenos ojos, debemos afirmar que es posible la unión y el entendimiento, si todos nos ponemos a servir, escuchando la voz interior, el Espíritu que ora en nosotros, nuestra comunidad será ejemplo para otros hermanos y hermanas.
Reafirmemos nuestra vocación de unidad y de servicio. Tanto la sociedad, como la comunidad y la familia se construyen con la riqueza de todos y todas y con la colaboración de cada uno.
Canto final y despedida
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