Con la bendición de Dios, como escuchamos en la primera lectura, iniciamos el nuevo año. Y lo iniciamos también bajo la protección de la Virgen María, Madre de Dios. Hoy, a los ocho días del Nacimiento de Jesús, celebramos de una manera particular su maternidad divina.
La escena principal del evangelio la ocupa un recién nacido. San Lucas, el evangelista de los pobres y de la misericordia, nos da la clave para reconocer a este niño –y nos la repite por tres veces–: acostado en un pesebre. El Salvador, el Mesías, el Señor descansa en un pesebre (Cf. Lc 2, 12.16). Un pesebre es la cuna de Dios y es también la señal para quienes acuden a adorarlo y para quienes queramos reconocerlo. Los primeros destinatarios y testigos de este misterio son unos pastores, que velaban sus rebaños (Cf. Lc 2,8) también pobres, gente de clase social baja, y mal vistos. Ante el anuncio del ángel, los pastores fueron corriendo (v.16) a ver al recién nacido. Buscaron y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre (Lc 2,16). Los pastores al verlo contaron lo que se les había dicho de aquel niño (Lc 2,17). Y los pastores se volvieron alabando y dando gracias a Dios convirtiéndose en los intérpretes de lo que han visto para todos aquellos que los quisieran escuchar.
Si no queremos equivocarnos y sí encontrar al recién nacido, debemos seguir las claves, las pistas que nos marca S. Lucas, debemos buscarlo acostado en un pesebre. Hay muchos tipos de pesebres, de pobrezas, de necesidades, ahí está Jesús. En los pastores encontramos el modelo de una fe profunda basada en la búsqueda y el encuentro con el Señor, fe que lleva a comunicar a los demás lo visto y oído. Cuando uno se encuentra con Cristo, se convence de que es verdad lo que otros le habían contado. Y esta experiencia ya no se puede guardar, se necesita transmitirla.Hace pocos días, una valenciana, Montserrat Medina Martínez, de 36 años, ingeniera aeronáutica, primer premio nacional Académico, Doctoranda en Matemáticas Computacionales por Stanford, fundadora de una empresa de inteligencia artificial que seis años más tarde llegó al nº 12, etc. etc., codiciada por los gigantes de la economía y con un porvenir más que deslumbrante, confesaba en una carta dirigida a sus amigos, que lo dejaba todo por tenerlo todo. Entre otras muchas cosas dice: Se ha abierto una nueva etapa en mi vida, que comporta dejar mi vida profesional… Ahora quiero dejarlo todo por seguir a este Dios que ha conquistado mi corazón (religiosa).
Junto a la fe de los pastores, el evangelio presenta la fe de María. En pocas palabras expresa la profunda vivencia de lo sucedido con Jesús: María, por su parte, conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón (Lc 2,19). También María es testigo de lo que dicen los pastores. Además de reconocer que su Hijo es el Mesías, reflexiona y medita en su corazón, intentando comprender más profundamente. María está abierta a reconocer la mano de Dios en todo y a meditar cada detalle. Su corazón lleno de fe, está abierto no sólo a lo que ve, sino a lo que otros han visto.
En la escuela de María queremos aprender, como discípulos suyos, a estar atentos al Señor. Hoy comenzamos un nuevo año. De poco sirven los buenos deseos, si no actuamos. Lo decisivo es estar atentos a la salvación que diariamente se nos ofrece. Conservar como María es meditar, practicar, profundizar, hacer memoria, hacer elecciones desde la opción de fe. Ella nos enseña a hacer el camino del creyente tomados de la mano de Dios y de los hombres.
Por otra parte, hoy celebramos el Día Mundial de la Paz, en la Solemnidad de Santa María, Madre de Dios. Sin la acogida de nuestro Salvador, el mundo celebra inútilmente el Día Mundial de la Paz. Que este año nuevo nos llene de paz, nos conducta a una lectura providencial de nuestra vida, que es única e irrepetible. Roguemos confiadamente para que la Madre de Dios ore con nosotros y por nosotros. ¡María Reina de la Paz, danos la Paz!
¡Feliz Año 2025
Vicente Martín, OSA
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