MONICIÓN DE ENTRADA
Bienvenidos todos a la Eucaristía de este Primer Domingo de Adviento. Ya en presencia del sacerdote, con el acto de encender esta primera vela de la corona iniciamos el Tiempo de Adviento.
(Pausa… Alguien se acerca a la corona de Adviento y enciende la primera vela)
¡Qué la luz de Cristo nos ilumine a todos! Y es que nuestros ojos miran hacia delante pero no sienten el milagro de la luz inefable que viene a disipar tanta tiniebla. Por eso este Adviento ha de ser un momento privilegiado para renovarnos. Para vivir una fe que nos haga caminar, una esperanza que nos ayude a despojarnos de tantos pesos absurdos y un amor que lleve a Cristo a cualquier sitio donde nos encontremos. Pidamos al Señor esa gracia tan especial al iniciar esta Eucaristía.
MONICIONES SOBRE LAS LECTURAS
1.- La primera lectura, sacada del Libro de Jeremías, nos muestra la profecía mesiánica que se cumplirá en Jesús de Nazaret. Él es el vástago legítimo que Dios suscitará en la descendencia de David. Y el Adviento es eso. Esperar la llegada del Mesías y Salvador del género humano.
S.- El salmo 24 era para los judíos contemporáneos a Jesús una oración pidiendo que Dios fuera guía para caminar con seguridad por calzadas y senderos. Pedían también recuperar la amistad de Dios, la inocencia perdida por el pecado. Para nosotros es un canto de esperanza.
2.- En el fragmento de la Carta a los Tesalonicenses –es la segunda lectura—Pablo nos sitúa en la espera de la Segunda Venida del Señor Jesús. Y para eso hemos de ser fortalecidos interiormente por Dios Padre para que nada, ni nadie, nos evite ese encuentro. Pablo esperaba esa Segunda Venida con emoción como nosotros esperamos conmemorar la Primera Venida renovada en nuestros corazones por este Adviento.
3.- Jesús en el Evangelio de Lucas –que es el evangelista que leeremos a lo largo de este ciclo C—nos recuerda que vamos a ser liberados y que no nos deben preocupar estos malos tiempos. Siempre hubo malos tiempos pero fueron vencidos por la espera en el Señor. Tengámoslo en cuenta se acerca nuestra liberación.
Lectura de Postcomunión
MONICIÓN
Adjuntamos una nueva oración del padre Leoz para este Primer Domingo de Adviento. (**)
SI ESTOY SENTADO, LEVÁNTAME, SEÑOR
Si dudo de tus promesas; levanta mi fe, Señor
Si aumentan mis pesares; alza mi ánimo, Señor
Si me acosan mil dificultades;
haz inmensa mi fortaleza, Señor
Si mi interior se acobarda; reaviva mi espíritu, Señor
Si me ciegan los ídolos;
dirige mi vista hacia Ti, Señor
Si me enloquece la apariencia;
lleva mi corazón a Ti, Señor
Si mi cabeza se inclina; sostenla para poder verte
(**) En la página de Homilías, en la correspondiente a Javier Leoz, hay una versión más larga de esta plegaria.
Exhortación de despedida
Hemos iniciado el Adviento con alegría y esperanza. El Salvador del Mundo viene a nosotros para hacernos felices.
GUIA PARA LOS LECTORES DE LITURGIA
Este interesante subsidio para Lectores en los Actos Litúrgicos nos lo envía, nuestro colaborador, el padre Javier Leoz, quien por cierto acaba de ser nombrado Delegado del Año de la Misericordia en la Diócesis de Navarra
I. PROCLAMACIÓN DE LA PALABRA
1. La proclamación de la Palabra de Dios es verdaderamente un servicio para la Iglesia. Los lectores presentan la Palabra de Dios viva a la asamblea litúrgica. Por lo tanto, el ministerio de la Palabra debe ser tratado seriamente y con gran dignidad. (IGMR 55)
2. La Palabra de Dios no es simplemente leída durante la liturgia. Es proclamada, aunque no con una exhibición teatral. Una proclamación efectiva incluye la entrega del mensaje con claridad, convincente y con un acento adecuado. Exige la habilidad de evocar la fe en los demás, por medio de la demostración de nuestra propia fe. La Proclamación es un ministerio especial que presupone fe.
II. REQUISITOS
3. Todos los ministros litúrgicos, especialmente los lectores, deben ser debidamente capacitados para su ministerio. Este ministerio de la Palabra requiere habilidad para leer en público, conocimiento de los principios litúrgicos, y un entendimiento de las escrituras. Solamente los lectores capacitados deben ser programados para la liturgia. (IGMR 101, LM Intr. 14)
4. Que los Lectores hayan recibido sus sacramentos de iniciación, que sean Católicos practicantes cuyas vidas dan testimonio de la Palabra que ellos proclaman.
5. Los lectores pueden ser enviados públicamente para su ministerio, preferiblemente durante una Misa dominical.
6. Aquellos que actualmente son lectores, deben participar periódicamente en programas de formación
III. PREPARACIÓN
7. Para hacer el servicio de la Palabra efectivo, se espera que los lectores estén preparados para su ministerio. La preparación debe ser espiritual, de la escritura y práctica. La preparación espiritual incluye oración sobre el texto y reflexión en su mensaje. La preparación de la escritura incluye comprensión y entendimiento del texto.
La preparación de la práctica incluye dominar las palabras difíciles, aprender la pronunciación correcta y practicar la expresión oral del texto en voz alta.
8. También se espera una preparación inmediata de todos los lectores. Esto requiere que llegue con bastante tiempo antes de la liturgia, encuentre las lecturas en el Leccionario, y arregle el micrófono asegurándose que el sistema del sonido funcione apropiadamente, dejando en su lugar la “separata verde o roja”
IV. LENGUAJE INCLUSIVO
9. El lector no tiene la libertad de cambiar los textos de las Escrituras. (LM Intr. 111)
V. MINISTROS DE LA PALABRA
10. De acuerdo a la tradición antigua y las enseñanzas de la Iglesia, las lecturas —con excepción del Evangelio— son proclamadas por ministros laicos. (IGMR 59)
11. La Oración de los Fieles es parte de la Liturgia de la Palabra. Cuando el diácono no está presente, el lector o cantor anuncia las intenciones desde el ambón. (IGMR 138, LM Intr. 53)
VI. SÍMBOLOS EN LA LITURGIA DE LA PALABRA
12. En el culto, Dios le habla a la comunidad de fe a través de las personas, acciones y objetos. Para asegurar la efectividad pastoral de la Liturgia de la Palabra, es importante poner mucha atención a los símbolos de la liturgia. Los símbolos que son esenciales para cualquier celebración de la Palabra, son: el lector, el libro y el ambón. A continuación, un breve comentario sobre cada uno de ellos en el orden mencionado.
13. Los ministros lectores, como uno más de la asamblea que da culto, se espera que participe en toda la liturgia. Dentro de la Misa, cada lector debe participar activamente en la liturgia entera. No es apropiado para un lector participar activamente sólo en la Liturgia de la Palabra. (IGMR 91)
14. El Leccionario y Evangeliario son libros donde está contenida la Palabra y deben estar dignos. Las lecturas siempre son proclamadas de estos libros litúrgicos. Lecturas que no son bíblicas nunca deber sustituir a las lecturas o Salmo Responsorial. (IGMR 57, 349, LM Intr. 12, 35, 36).
15. El ambón es el símbolo de la presencia de la Palabra de Dios en la Iglesia, así como el altar es el símbolo del Sacramento de la Eucaristía. La Liturgia de la Palabra se lleva a cabo desde el ambón. Por lo tanto, el ambón tiene que ser permanente, solemne, digno y prominente. Las velas y otros elementos decorativos pueden ponerse a su alrededor. El ambón se usa para proclamar la Palabra, concretamente, lecturas de la Sagrada Escritura: el Evangelio, la homilía y las intenciones de las Oraciones de los Fieles. El Salmo Responsorial es parte de la Sagrada Escritura, lo ideal es que se cante desde el ambón. El atril se usa más para dirigir el canto, las moniciones, hacer anuncios, etc. Todas las lecturas se hacen desde el único ambón: es inapropiado tener dos ambones. (IGMR 58, 309, LM Intr. 16).
VII. SILENCIO
16. Para darle a la asamblea la posibilidad de reflexionar sobre la Palabra proclamada, los silencios son muy importantes. El apresuramiento tiene que ser evitado. Debe hacerse una pausa después de decir “Lectura del….” y también antes de “Palabra de Dios”. Otro tiempo de silencio debe ser observado después de cada lectura, antes de que el lector deje el ambón; también debe hacerse un breve silencio después del Salmo Responsorial. Ofrecer una catequesis sobre el propósito y uso apropiado de los momentos de silencio. (IGMR 56, LM Intr. 28)
VIII. EL ASIENTO DE LOS LECTORES
17. Los lectores necesitan sentarse en un lugar que les permita fácil acceso hacia el ambón. Al tiempo de la Liturgia de la Palabra, el lector se acerca al ambón, lentamente y con reverencia. Si el lector tiene que pasar frente al altar, deberá inclinarse frente a él antes de pasar al ambón. Todos los movimientos que se hagan en la liturgia, tienen que hacerse con dignidad y gracia, nunca apresuradamente. Después de la lectura, el lector regresa a su asiento de la misma manera en que se dirigió al ambón. (IGMR 310)
IX. CONSEJOS ÚTILES
18. Los lectores empiezan a leer diciendo, "Lectura del Libro del Éxodo" tal como está escrito en el Leccionario. No es apropiado agregar palabras como: “Primera lectura del..."
19. Si el Salmo Responsorial es recitado, los lectores deberán empezar con la antífona. Anunciar "Salmo Responsorial” no es necesario.
20. Los ministros de la Palabra no deben agregar o cambiar ninguna palabra del texto de la Palabra aunque, por razones pastorales, si puede abreviarse la antífona del Salmo.
21. El título de la lectura, como "Lectura del Libro del Éxodo" y el final, como “Palabra de Dios", deberán distinguirse de entre la lectura misma. Los lectores pueden lograr esto haciendo una pausa de aproximadamente tres segundos después del título y antes de iniciar la lectura en sí, y lo mismo al terminarla y antes de decir “Palabra de Dios.
23. Mientras proclama la Palabra, el lector puede sostener el Leccionario en sus manos o tenerlo sobre el ambón y descansar su mano encima de él. Cualquier cosa que distraiga de la Palabra proclamada, como por ejemplo reclinarse en el ambón, tener sus manos en los bolsillos, o estar intercambiando de un pie al otro, todo esto debe ser evitado. …
LA PALABRA DE DIOS EDIFICA, ILUMINA, CONSTRUYE, INTERPELA, PURIFICA Y NOS HACE ENTRAR EN COMUNIÓN CON DIOS
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