J.R.Flecha
“Suscitaré a David un vástago legítimo que hará justicia y derecho en la tierra”. Eseoráculo divino transmitido por Jeremías (33,14-16) motiva la celebración de este primerdomingo del Adviento.
El profeta Natán había prometido al rey David que Dios le daría una casa y unadescendencia (2 Sam 7,12). Pues bien, Jesús es el descendiente de David. Su pueblo lo esperó
sin conocerlo. Los cristianos estamos llamados a reconocerlo.
San Pablo nos exhorta a preparar la venida del Señor: “Que el Señor os colme y os hagarebosar de amor mutuo y de amor a todos, lo mismo que nosotros os amamos a vosotros; yque afiance así vuestros corazones, de modo que os presentéis ante Dios, nuestro Padre,santos e irreprochables en la venida de nuestro Señor Jesús con todos sus santos” (1 Tes 3,12-13).
EL TEMOR Y LA LIBERACIÓN
En el evangelio que hoy se proclama (Lc 21,25-28.34-36) Jesús anuncia que un día losastros temblarán. Con ello se insinúa que es inútil depositar la confianza en lo que parece másestable en todo el universo. Es evidente que el verdadero creyente no puede atribuir a lascosas creadas un valor absoluto y definitivo.
Ante el temblor de los astros, la reacción espontánea es el temor: “Los hombresquedarán sin aliento por el miedo y la ansiedad ante lo que se le viene encima al mundo, pueslos astros temblarán” (Lc 21,26).
Sin embargo, ante ese sentimiento, el evangelio contrapone una actitud de confianza:“Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza, se acerca vuestra liberación” (Lc21,28). Con todo, es verdad que la confianza requiere vigilancia y ascetismo. No dejarseembotar por el vicio, mantenerse despiertos y pedir a Dios la fuerza necesaria.
EL SEÑOR DE LA HISTORIA
El texto evangélico no trata de intimidar a los creyentes. Nos anuncia la venida del Hijo del hombre, que orienta y sostiene nuestra esperanza.
• “Verán al Hijo del hombre” (Lc 21,27). Estas palabras recuerdan una célebre visiónque se encuentra en el libro de Daniel. Ahora bien, el Señor viene cada día y ya está entre nosotros. Nuestros intereses y nuestras estructuras de pecado nos impiden descubrirlo. Pero la virtud de la esperanza nos lleva a desear su manifestación.
• Vendrá “en una nube”. En la Biblia, la nube es una imagen que con frecuencia expresa la presencia de Dios. Por experiencia sabemos que las nubes dificultan la visión del horizonte, pero nos acercan los sonidos. Pues bien, creeos que el Señor está cerca de nosotros, aunque a veces nos resulte difícil percibirlo. Escuchemos su voz.
• Vendrá “con gran poder y gloria”. Ante los dirigentes de su pueblo y ante el represetate del poder imperial de Roma, el Hijo del hombre se mostró débil e indefenso. Pero ante la gloria que le ha sido concedida, se ha de doblar toda rodilla. Él es el Señor de la historia. Él es nuestro Maestro y nuestro Señor.
-Señor Jesús, te esperamos como el Hijo del Hombre que nos ha sido prometido.
Recordamos que tú nos has prometido estar con nosotros hasta el final de los tiempos. Que la próxima celebración de tu nacimiento nos lleve a escuchar tu mensaje y a colaborar a su
realización con esperanza y con paciencia. Amén.
SIGNOS DE LIBERACIÓN
1 de diciembre de 2024
“Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza;
se acerca vuestra liberación” (Lc 21,28)
1. Con frecuencia se ve en los cambios de la naturaleza la proximidad del fin del mundo. ¿A qué se debe esa deducción?
2. ¿Por qué tenemos tanto miedo a ese final del mundo que nos anunciarían los “desastres” de la naturaleza?
3. ¿Nos atemorizan de igual modo los desastres sociales que nosotros mismos provocamos en un lugar o en otro del planeta?
4. Si los astros han sido adorados en muchas culturas, ¿cuáles son los astros que hoy adoramos?
5. ¿Por qué la caída de esos astros en los que hemos puesto nuestra confianza ha de comportar nuestra liberación?
6. En este contexto, ¿qué puede significar para nosotros la invitación a levantar nuestra cabeza?
7. ¿Qué signos he de observar yo para percibir que puedo ser liberado en este momento concreto de mi vida
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