ENTRADA
Bienvenidos a la celebración de los hijos de Dios, a la fiesta de la fe que nos gloriamos de profesar en Cristo Jesús.
Bienvenidos los ciegos, los agobiados por los problemas de cada día, los buscadores de Dios y los agradecidos a Dios.
Bienvenidos hermanos por responder a la llamada de Dios. Gritemos nuestra vida al Hijo de David. Presentémosle nuestra debilidad y dejémonos sanar por el que sana y vive: Jesucristo.
Juntos entonamos el canto de entrada.
MONICIÓN A LA PRIMERA LECTURA
El profeta Jeremías invita al pueblo que gime en el destierro a la alabanza a Dios y a la alegría. El fin se acerca. La vuelta a casa es inminente. La liberación, obra de amor de Dios por sus hijos, llega ya.
La Palabra de Dios nos invita a la alabanza y a la alegría porque Dios es Padre, nos ama y nos busca para darnos en plenitud el don de su amor y salvación.
Escuchemos la proclamación de la Palabra de Dios.
MONICIÓN A LA SEGUNDA LECTURA
Dios es el que llama. Dios es el que ofrece a sus hijos una tarea y el privilegio de servirle.
Jesucristo, el envidado, el amado y el Hijo, vino a ser el nuevo sacerdote, el nuevo servidor de los hombres. Él, sólo Él, es el Salvador. Nosotros somos asociados a su misión salvadora por la iluminación bautismal.
Escuchemos la proclamación de la Palabra de Dios.
MONICIÓN AL EVANGELIO
Bartimeo quería ver. Gracias al encuentro con Jesús vio y le siguió y lo alabó con entusiasmo.
Aquí venimos a ver con los ojos de la fe.
Aquí venimos a gritar: “Señor, ten compasión de nosotros”.
Aquí venimos a dar gracias a Dios por todos los dones de su amor.
Aquí venimos a unirnos a la alabanza con los seguidores de Jesús y a recorrer el camino de la vida con El.
Escuchemos la proclamación del Evangelio.
ORACIÓN DE LOS FIELES
Dios es la luz de la Iglesia. Oremos por los que han sido iluminados en el bautismo, por los que creen ver pero no se comprometen y por los que necesitan la visión que sólo la fe puede dar.
Dios es el creador del mundo. Oremos por los pueblos que son explotados, por los pueblos que viven en la pobreza y el miedo.
Dios es el sanador de los que sufren. Oremos por los enfermos que aspiran a la plenitud y por aquellos que el sufrimiento o la soldad les impide ver a Dios.
Dios es el que congrega a su pueblo. Oremos por esta comunidad del Pilar para que crea en su Señor y lo anuncie a los hermanos que no ven.
Dios es la vida de los difuntos. Oremos por nuestros familiares y (nombres…) cuyos ojos la muerte ha cerrado para que gocen de la visión de Dios.
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