MONICIÓN DE ENTRADA
Buenos días (tardes, noches) queridos hermanos. Nos llena de mucho gozo darles la bienvenida a la celebración de esta Santa Misa, en el vigésimo séptimo domingo del tiempo ordinario.
El Evangelio de este día nos hace caer en la cuenta de que el reino de Dios tiene mucho que ver con las realidades temporales: con la vida familiar, la vida profesional, las relaciones con los otros, el comportamiento con los débiles y necesitados. Y sabemos que por una parte van los ideales con los buenos deseos y por otra, tal vez muy divergente, van las realidades que forman la trama de nuestra vida.
Necesitamos el acompañamiento de la gracia de Dios, por eso, comencemos la celebración de esta misa, cantando juntos con alegría. De pie.
MONICIONES A LAS LECTURAS
Opción 1: Monición única para todas las lecturas
El libro del Génesis nos acerca al relato de la creación que quiere ser expresión del proyecto de Dios para la pareja humana. A este pasaje hace referencia Jesús en el evangelio, indica que hay que volver la mirada a la voluntad primera de Dios en la creación. Los fariseos son incapaces de entender el plan de Dios: para entrar en la dinámica del Reino hay que tener un corazón de niño. Atentos escuchemos las lecturas.
Opción 2: Moniciones para cada lectura
Monición a la primera lectura (Génesis 2, 18-24)
El primer libro de la Biblia, el Génesis, describe, ante todo, el origen del cosmos y de la vida en este mundo, así como de la familia humana. Volvamos a nuestros orígenes y escuchemos.
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del Génesis 2, 18-24
El Señor Dios se dijo:
—«No está bien que el hombre esté solo; voy a hacerle alguien como él que le ayude».
Entonces el Señor Dios modeló de arcilla todas las bestias del campo y todos los pájaros del cielo y se los presentó al hombre, para ver qué nombre les ponía. Y cada ser vivo llevaría el nombre que el hombre le pusiera.
Así, el hombre puso nombre a todos los animales domésticos, a los pájaros del cielo y a las bestias del campo; pero no encontraba ninguno como él que lo ayudase.
Entonces el Señor Dios dejó caer sobre el hombre un letargo, y el hombre se durmió. Le sacó una costilla y le cerró el sitio con carne.
Y el Señor Dios trabajó la costilla que le había sacado al hombre, haciendo una mujer, y se la presento al hombre.
El hombre dijo:
—«¡Ésta es hueso de mis huesos y carne de mi carne!
Su nombre será Mujer, porque ha salido del hombre.
Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne».
Palabra de Dios.
Monición al salmo responsorial (Salmo 127)
El salmo 127 refleja una visión ideal de la familia de su tiempo en casa del hombre justo. Unámonos al salmista respondiendo:
Salmo responsorial: Salmo 127, 1-2. 3. 4-5. 6
Monición a la segunda lectura (Hebreos 2, 9-11)
Hoy empezamos a leer la carta a los Hebreos. El texto de este día destaca la grandeza de Cristo y de la fe, demostrando que Jesús es superior a Moisés y a todas las instituciones del judaísmo.
Escuchemos atentos.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta a los Hebreos 2, 9-11
Hermanos:
Al que Dios había hecho un poco inferior a los ángeles, a Jesús, lo vemos ahora coronado de gloria y honor por su pasión y muerte.
Así, por la gracia de Dios, ha padecido la muerte para bien de todos.
Dios, para quien y por quien existe todo, juzgó conveniente, para llevar a una multitud de hijos a la gloria, perfeccionar y consagrar con sufrimientos al guía de su salvación.
El santificador y los santificados proceden todos del mismo.
Por eso no se avergüenza de llamarlos hermanos.
Palabra de Dios.
Monición al Evangelio (Marcos 10, 2-16)
Es una enseñanza sobre la familia, que debemos escuchar con mucha atención. Cantemos primero el aleluya
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Marcos 10, 2-16
En aquel tiempo, se acercaron unos fariseos y le preguntaron a Jesús, para ponerlo a prueba:
—«¿Le es lícito a un hombre divorciarse de su mujer?».
Él les replicó:
—«¿Qué os ha mandado Moisés?».
Contestaron:
—«Moisés permitió divorciarse, dándole a la mujer un acta de repudio».
Jesús les dijo:
—«Por vuestra terquedad dejó escrito Moisés este precepto. Al principio de la creación Dios «los creó hombre y mujer. Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne». De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre».
En casa, los discípulos volvieron a preguntarle sobre lo mismo.
Él les dijo:
—«Si uno se divorcia de su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra la primera. Y si ella se divorcia de su marido y se casa con otro, comete adulterio».
Le acercaban niños para que los tocara, pero los discípulos les regañaban.
Al verlo, Jesús se enfadó y les dijo:
—«Dejad que los niños se acerquen a mí: no se lo impidáis; de los que son como ellos es el reino de Dios. Os aseguro que el que no acepte el reino de Dios como un niño, no entrará en él».
Y los abrazaba y los bendecía imponiéndoles las manos.
Palabra del Señor.
ORACIÓN DE LOS FIELES
Hermanos, sintiéndonos solidarios de las ansias y esperanzas de todos los hombres, dirijamos a Dios Padre nuestra oración diciendo todos: «Escucha, Señor, nuestra oración»
- Por la Iglesia, que en su magisterio señala a la humanidad la vía de la salvación, para que, frente a los desafíos de los tiempos, sepa ser nuestra madre, firme y coherente con la Palabra del Evangelio. Oremos.
- Por los pueblos destrozados por las guerras, para que los jefes de Estado estén abiertos a las necesidades de las personas y puedan cesar las guerras que oponen entre sí a las naciones y abren el camino a todo tipo de mal. Oremos.
- Por las familias divididas, para que vuelvan a florecer la conciencia del «sí» pronunciado en el sacramento del matrimonio y puedan instaurarse nuevamente el diálogo, el perdón y el amor sincero. Oremos.
- Por los niños sin hogar, los que sufren maltrato y todos aquellos que son explotados y se les niega el derecho al estudio, para que Dios les proteja y defienda siempre. Oremos.
- Por todos nosotros, para que aprendamos a vivir los valores del Evangelio en cada uno de nuestros hogares. Oremos.
PRESENTACIÓN DE LAS OFRENDAS
Como una sola familia cristiana, llevemos ahora al altar las ofrendas de pan y vino, que se transformarán en el Cuerpo y Sangre de Cristo. Cantamos.
COMUNIÓN
Cristo se entrega a nosotros para que, al comulgar, nos hagamos uno con él. Acerquémonos con devoción y fe a recibirle en nuestros corazones.
FINAL
La misa termina, pero nuestro compromiso comienza. Ahora nos retiramos a nuestros hogares, iluminados por la Palabra de Dios que nos ha hablado sobre la familia, ese núcleo que debemos defender y trabajar por Él, haciendo lo que se nos ha pedido en esta Misa.
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