VIGÉSIMOTERCER DOMINGO ORDINARIO – CICLO “B” – (MARCOS 7, 31-37)
NARRADOR: En aquel tiempo, dejó Jesús el territorio de Tiro, pasó por Sidón, camino del lago de Galilea, atravesando la Decápolis.
SEGUIDORES: Señor, ven… Aquí hay una persona sorda que apenas puede hablar y quiere estar contigo para que le impongas las manos.
NARRADOR: Jesús, apartándolo de la gente a un lado, le metió los dedos en los oídos y con la saliva le tocó la lengua. Y, mirando al cielo, suspiró y le dijo:
JESÚS: «Effetá», esto es: «Ábrete.»
NARRADOR: Y al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y hablaba sin dificultad.
JESÚS: No se lo digáis a nadie.
NARRADOR: Pero, cuanto más se lo mandaba, con más insistencia lo proclamaban ellos. Y en el colmo del asombro decían:
SEGUIDORES: «Todo lo ha hecho bien; hace oír a los sordos y hablar a los mudos.»
Elaborado por: Fr. Emilio Díez Ordóñez y Fr. Javier Espinosa Fernández
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