Monición de entrada
Queridos hermanos: en el Decimonoveno domingo del Tiempo Ordinario, les recibimos con mucha alegría para celebrar juntos esta Santa Misa.
La liturgia de hoy nos invita a celebrar con una alegría muy especial porque Cristo se nos ofrece en su cuerpo y en su sangre para darnos vida eterna.
El pan que hoy comeremos es el mismo cuerpo del Señor, por eso, unidos como un solo cuerpo, cantemos jubilosos el canto de entrada. De pie, por favor.
Moniciones a las lecturas
Monición única para todas las lecturas
En las lecturas de hoy, Elías y Jesús protagonizan dos episodios que giran en torno al pan. Huyendo por el desierto, el gran profeta Elías se siente débil, cae en el desaliento y se desea la muerte. Pero el Señor le envía un pan y un agua que le proporcionan un vigor extraordinario que le ayuda a alcanzar su meta, el monte de Dios. Jesús, en cambio, se presenta a sí mismo como el pan vivo bajado del cielo, cuya fuerza de vida supera a la del pan de Elías… atentos escuchemos este mensaje.
Moniciones para cada lectura
Monición a la primera lectura (1 Reyes 19, 4-8)
La primera lectura relata la huida de Elías, el profeta desesperado, porque su misión profética no tiene éxito. Pero Dios le sale al encuentro con pan y agua, alimento que le devuelve las fuerzas. Nueve siglos después, Cristo se ofrecerá al mundo como ese pan que da vida eterna.
PRIMERA LECTURA
Lectura del primer libro de los Reyes 19, 4-8
En aquellos días, Elías continuó por el desierto una jornada de camino, y, al final, se sentó bajo una retama y se deseó la muerte:
—«¡Basta, Señor! ¡Quítame la vida, que yo no valgo más que mis padres!».
Se echó bajo la remata y se durmió. De pronto un ángel lo tocó y le dijo:
—«¡Levántate, come!».
Miró Elías, y vio a su cabecera un pan cocido sobre piedras y un jarro de agua. Comió, bebió y se volvió a echar. Pero el ángel del Señor le volvió a tocar y le dijo:
—«¡Levántate, come!, que el camino es superior a tus fuerzas».
Elías se levantó, comió y bebió, y, con la fuerza de aquel alimento, caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta el Horeb, el monte de Dios.
Palabra de Dios.
Monición al salmo responsorial (Salmo 33)
El salmo 33 se hace eco de esta situación que acabamos de escuchar, símbolo de tantas que había sufrido el pueblo de Israel, y lleno de confianza en Dios, le alaba por su cercanía. Nosotros también le alabamos diciendo:
Salmo responsorial: Salmo 33, 2-3. 4-5. 6-7. 8-9
R. Gustad y ved qué bueno es el Señor.
Monición a la segunda lectura (Efesios 4, 30—5, 2)
Pablo da a los cristianos de Éfeso unas normas de vida Comunitaria que siguen plenamente de actualidad, por eso escuchemos atentos, que el llamado es para nosotros ahora.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 4, 30—5, 2
Hermanos:
No pongáis triste al Espíritu Santo de Dios con que él os ha marcado para el día de la liberación final.
Desterrad de vosotros la amargura, la ira, los enfados e insultos y toda la maldad. Sed buenos, comprensivos, perdonándoos unos a otros como Dios os perdonó en Cristo.
Sed imitadores de Dios, como hijos queridos, y vivid en el amor como Cristo os amó y se entregó por nosotros a Dios como oblación y víctima de suave olor.
Palabra de Dios.
Monición al Evangelio (Juan 6, 41-51)
Jesús continúa el discurso que había iniciado tras la multiplicación de los panes. La murmuración que suscitan sus palabras entre sus oyentes le confirma que no han sido llamados por Dios para vincularse a él. Hoy Jesús pasa a identificarse como el alimento de inmortalidad, bajado del cielo. Preparémonos cantando el aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Juan 6, 41-51
En aquel tiempo, los judíos criticaban a Jesús porque había dicho: «Yo soy el pan bajado del cielo», y decían:
—«No es éste Jesús, el hijo de José? ¿No conocemos a su padre y a su madre? ¿Cómo dice ahora que ha bajado del cielo?».
Jesús tomó la palabra y les dijo:
—«No critiquéis. Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre que me ha enviado.
Y yo lo resucitaré el último día.
Está escrito en los profetas: «Serán todos discípulos de Dios».
Todo el que escucha lo que dice el Padre y aprende viene a mí.
No es que nadie haya visto al Padre, a no ser el que procede de Dios: ése ha visto al Padre.
Os lo aseguro: el que cree tiene vida eterna.
Yo soy el pan de la vida. Vuestros padres comieron en el desierto el maná y murieron: éste es el pan que baja del cielo, para que el hombre coma de él y no muera.
Yo soy el pan de vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre.
Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo».
Palabra del Señor.
Oración de los fieles
Oremos, hermanos, a Dios Padre todopoderoso, confiando en que siempre escucha las oraciones de sus hijos y digámosle con fe: «Alimenta nuestro espíritu, Señor»
- Por nuestra Santa Iglesia, para que la unidad, la caridad mutua y el fervor reinen entre nosotros, formando una sola familia, unida y fortalecida por la comunión con el Cuerpo de Cristo. Oremos.
- Por la humanidad, para que cesen en el mundo las guerras, las divisiones, los odios, los recelos y las discordias, y recuperemos la esperanza en el amor. Oremos.
- Por los que pasan hambre y se sienten agobiados y desesperados, para que en su angustia, Dios se manifieste con poder dándoles la fuerza para seguir adelante. Oremos.
- Por nosotros que hoy comeremos de ese pan que da vida eterna, para que reanimemos a aquellos que desfallecen en el camino de Dios. Roguemos al Señor
Presentación de las Ofrendas
Jesús es el pan que desciende del cielo, pero se hace presente en el pan humilde que presentamos y en el vino que llevamos al altar, para que se haga nuestro alimento. Cantamos juntos…
Comunión
“Yo soy el pan de vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre”. Inspirados en esta declaración del Señor vayamos a comulgar cantando…
Final
Queridos hermanos, Dios nos ha alimentado con ese Pan que nos da la Vida eterna. Fortalecidos con ese alimento, vayamos a glorificar su nombre proclamando sus grandezas al mundo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Deja tu comentario