Homilías de José Román Flecha
DOMINGO XXII DEL T. ORDINARIO /B: LA BONDAD Y LA APARIENCIA
“Ahora, Israel, escucha los mandatos y decretos que yo os mando cumplir. Así viviréis y entraréis a tomar posesión de la tierra que el Señor, Dios de vuestros padres, os va a dar”
(Deut 4,1-2). A veces vemos los mandamientos del Señor como una carga insoportable. Claro que no los vemos así cuando los demás los incumplen y nosotros sufrimos los efectos.
¿Quién puede gozar de la compañia del Señor? El salmo responsorial proclama que en la tienda del Señor se hospedará “el que procede honradamente y practica la justicia, el que tiene intenciones leales y no calumnia con su lengua” (Sal 14,2-3).
La carta de Santiago nos ofrece un consejo que parece hoy más “Aceptad dócilmente la palabra que ha sido plantada y es capaz de salvaros. Llevadla a la práctica y no os limitéis a escucharla, engañándoos a vosotros mismos” (Sant 1,22).
EL ESCÁNDALO FARISAICO
En el evangelio de hoy se nos recuerda que los fariseos y algunos escribas se escandalizaban de que los discípulos de Jesús comieran sin lavarse las manos. Jesús les dirige una acusación que puede ser actual en todos los siglos: “Dejáis a un lado el mandamiento de Dios para aferraros a la tradición de los hombres” (Mc 7,8).
Tanto en nuestras familias como en los diversos grupos que conviven en la Iglesia, también nosotros consideramos que nuestras propias normas y manías, nuestras costumbres y tradiciones son mucho más importantes que los mandamientos del Señor.
Lo mismo nos ocurre con los refranes, con las costumbres de un pueblo o con los estatutos de una hermandad. Con mucha frecuencia olvidamos el doble mandamiento de amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos.
Con razón se lamenta el escándalo farisaico que pervive en nuestras comunidades y en cada uno de nosotros.
LO DE FUERA Y LO DE DENTRO
Además, el evangelio recuerda hoy otra frase de Jesús referida a los lavatorios de los judíos. También esa observación puede ser aplicada a la vida actual.
• “Nada que entre de fuera puede hacer al hombre impuro”. Se ha escrito que hoy padecemos la “irresponsabilidad colectiva”. Vemos que persiste el mal, pero no aceptamos nuestra responsabilidad. Culpamos a la propaganda, a las imágenes pornográficas, a las noticias. Pero “lo de fuera” no nos hace impuros si no lo aceptamos.
• “Lo que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre”. Jesús nos exhorta a enfrentarnos con nuestra propia verdad. “Lo que sale de dentro” es lo que manifiesta nuestra maldad y nos declara culpables. Es preciso examinar la raíz de nuestros malos deseos, de nuestros prejuicios, de nuestras hipocresías.
Por cierto, este criterio no vale solo para juzgar el mal. También ocurre que estamos rodeados por imágenes y símbolos del bien y ya solo por eso nos creemos justificados y santificados. Pero todo eso es “lo de fuera”. Hemos de preguntarnos si de nosotros mismos brotan pensamietos, palabras y decisiones que reflejen el bien interior.
- Señor Jesús, tú nos has recordado la bondad que reflejan y exigen los mandamientos nuestra conciencia, libranos de nuestro deseo de aparentar unas virtudes que no tenemos, ycrea en nosotros un corazón limpio. Amén.
MANDAMIENTOS Y TRADICIONES
“Dejáis a un lado el mandamiento de Dios para aferraros a las tradiciones de los hombres” (Mc 7,8)
1. ¿Hemos olvidado esta frase en la que Jesús contrapone al mandamiento de Dios las tradiciones de los hombres?
2. ¿Por qué muchos católicos siguen pensando que los mandamientos son una pesada imposición de la Iglesia?
3. ¿No hemos descubierto que los mandamientos reflejan los principales valores morales, que son comunes a creyentes y no creyentes?
4. ¿Es que Jesús se opone a las tradiciones o nos estará exhortando a hacer un discernimiento para distinguir las buenas y las malas tradiciones?
5. ¿No se han olvidado hoy las buenas tradiciones para sustituirlas con normas arbitrarias dictadas por ideologías poco fiables?
6. ¿Al ignorar los mandamientos no estamos ordenando la convivencia sobre normas basadas solamente en mayorías interesadas?
7. ¿Qué he de hacer yo para descubrir y testimoniar
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