Color: Verde / Salterio: Semana II
Monición de entrada
En el decimoctavo domingo del tiempo ordinario, nos da mucha alegría darles la bienvenida a la celebración de esta Santa Eucaristía.
Los seres humanos necesitan a Jesús y lo buscan. Hay algo en él que los atrae. Nosotros nos sentimos atraídos y necesitados de Dios y por eso estamos aquí este día.
Ansiosos de saciar nuestra hambre y nuestra sed de Dios, comencemos la celebración de esta Santa Misa. De pie, cantemos todos.
Moniciones a las lecturas
Monición única para todas las lecturas
En las lecturas de hoy sobresale el tema del pan, el que Dios concedió a Israel en el desierto y el que Cristo multiplicó también en el desierto para la multitud, intentando luego conducirles del pan material al espiritual.
El evangelio de Juan cita expresamente el episodio narrado en la primera lectura y el salmo hace referencia también al mismo acontecimiento.
Dejemos que el Señor hoy también nos sacie con el pan de la palabra, escuchando atentamente.
Moniciones para cada lectura
Monición a la primera lectura (Éxodo 16, 2-4. 12-15)
Escucharemos ahora un suceso que recordará Jesús en el Evangelio de hoy. El Éxodo habla del hambre del pueblo en el desierto y la intervención de Dios con un alimento bajado del cielo.
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del Éxodo 16, 2-4. 12-15
En aquellos días, la comunidad de los israelitas protestó contra Moisés y Aarón en el desierto, diciendo:
—«¡Ojalá hubiéramos muerto a manos del Señor en Egipto, cuando nos sentábamos junto a la olla de carne y comíamos pan hasta hartarnos! Nos habéis sacado a este desierto para matar de hambre a toda esta comunidad».
El Señor dijo a Moisés:
—«Yo haré llover pan del cielo: que el pueblo salga a recoger la ración de cada día; lo pondré a prueba a ver si guarda mi ley o no. He oído las murmuraciones de los israelitas. Diles: «Hacía el crepúsculo comeréis carne, por la mañana os saciaréis de pan; para que sepáis que yo soy el Señor, vuestro Dios»».
Por la tarde, una banda de codornices cubrió todo el campamento; por la mañana, había una capa de rocío alrededor del campamento. Cuando se evaporó la capa de rocío, apareció en la superficie del desierto un polvo fino, parecido a la escarcha. Al verlo, los israelitas dijeron:
—«¿Qué es esto?».
Pues no sabían lo que era. Moisés les dijo:
—«Es el pan que el Señor os da de comer».
Palabra de Dios.
Monición al salmo responsorial (Salmo 77)
El salmo 77 interpreta estos episodios del maná claramente como signos de la cercanía de Dios. Unámonos al salmista contestando:
Salmo responsorial: Salmo 77, 3 y 4bc. 23-24. 25 y 54
R. El Señor les dio un trigo celeste.
Monición a la segunda lectura (Efesios 4, 17. 20-24)
Para Pablo, el Bautismo nos hace tener un estilo de vida diferente del de los paganos. Escuchemos cómo debemos vivir nuestro bautismo, según las recomendaciones de San Pablo.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 4, 17. 20-24
Hermanos:
Esto es los que digo y aseguro en el Señor: que no andéis ya como los gentiles, que andan en la vaciedad de sus criterios.
Vosotros, en cambio, no es así como habéis aprendido a Cristo, si es que es él a quien habéis oído y en él fuisteis adoctrinados, tal como es la verdad en Cristo Jesús; es decir, a abandonar el anterior modo de vivir, el hombre viejo corrompido por deseos seductores, a renovaros en la mente y en el espíritu y a vestiros de la nueva condición humana, creada a imagen de Dios: justicia y santidad verdaderas.
Palabra de Dios.
Monición al Evangelio (Juan 6, 24-35)
El domingo pasado leíamos el relato de la multiplicación de los panes. Preparémonos con el aleluya para comenzar a escuchar hoy el discurso del Pan de vida.
EVANGELIO
En aquel tiempo, cuando la gente vio que ni Jesús ni sus discípulos estaban allí, se embarcaron y fueron a Cafarnaún en busca de Jesús. Al encontrarlo en la otra orilla del lago, le preguntaron:
—«Maestro, ¿cuándo has venido aquí?».
Jesús contesto:
—«Os lo aseguro, me buscáis, no porque habéis visto signos, sino porque comisteis pan hasta saciaros.
Trabajad, no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura para la vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre; pues a éste lo ha sellado el Padre, Dios».
Ellos le preguntaron:
—«Y, ¿qué obras tenemos que hacer para trabajar en lo que Dios quiere?».
Respondió Jesús:
—«La obra que Dios quiere es ésta: que creáis en el que él ha enviado».
Le replicaron:
—«¿Y qué signo vemos que haces tú, para que creamos en ti? ¿Cuál es tu obra? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: «Les dio a comer pan del cielo»».
Jesús les replicó:
—«Os aseguro que no fue Moisés quien os dio pan del cielo, sino que es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da vida al mundo».
Entonces le dijeron:
—«Señor, danos siempre de este pan».
Jesús les contestó:
—«Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no pasará hambre, y el que cree en mí nunca pasará sed».
Palabra del Señor.
Oración de los fieles
Dios acoge a quien tiene un corazón humilde, a quien no habla contra su prójimo, a quien perdona e intercede por sus enemigos. Dirijamos a Él, con voz unánime, nuestras plegarias diciendo todos: Perdona, Señor, nuestros pecados.
- Por la Iglesia, para que sea lámpara encendida en medio de las tinieblas, que ilumine y abra nuevos horizontes de esperanza para el mundo. Oremos.
- Por nuestros gobernantes, para que, olvidando sus intereses personales y los favoritismos, sean promotores del bien social, que proviene de la justicia según Dios. Oremos.
- Por quienes pasan necesidades, en especial por quienes sufren de hambre, para que el Señor, al igual que hizo con el pueblo de Israel, sacie el hambre material y espiritual de los más necesitados. Oremos.
- Por todos nosotros, para que busquemos a Dios siempre con el único interés de amarle y servirle, no tanto por lo que Él pueda hacer por nosotros, sino por amor. Oremos.
Presentación de las Ofrendas
Ofrezcamos al Señor el pan y el vino, como símbolo de nuestro agradecimiento por el pan que día a día recibimos. Cantemos…
Comunión
«Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no pasará hambre, y el que cree en mí nunca pasará sed», nos ha dicho Jesús en el Evangelio de hoy. Acerquémonos a comer de ese Pan que sacia nuestra hambre y nuestra sed.
Final
Dios ha saciado nuestra hambre. Jesús es ese Pan vivo que ha fortalecido nuestro ser y nos ha reanimado para seguir nuestra peregrinación por este mundo con más ánimo. El próximo domingo esperamos encontrarnos aquí una vez, más. Les esperamos a todos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Deja tu comentario