21 mayo 2024

Moniciones Solemnidad de la Santísima Trinidad 26 de mayo de 2024 Ciclo B

 Monición de entrada

Con la más fraternal bienvenida les recibimos en el Nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo, para celebrar esta Santa Misa en la Solemnidad de la Santísima Trinidad.

En toda oración cristiana y en toda fiesta nos dirigimos al Dios Uno y Trino; pero hoy es una solemnidad especial dedicada a las tres personas de la Santísima Trinidad. Esto, precisamente, cuando terminamos la Pascua, en la que Dios Trino, con un evidente protagonismo diferenciado nos ha querido comunicar con mayor densidad su vida divina.

Con esta celebración glorifiquemos a la Santísima Trinidad, que le da pleno sentido a nuestra existencia cristiana.

Con mucho gozo iniciamos la celebración de estos misterios. De pie, cantamos…

Moniciones a las lecturas

Monición única para todas las lecturas

La Palabra de Dios hoy nos habla de las tres personas de la Santísima Trinidad. La primera lectura afirma la unicidad de Dios frente al politeísmo de otros pueblos. En el evangelio Jesús es quien nos permite comprender que ese Dios único es a la vez comunión entre personas al hablarnos del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Pablo nos recuerda, además, que también nosotros vivimos sumergidos en ese misterio trinitario y que es en su seno donde podemos entender y experimentar lo que significa ser hijos de Dios.

Con mucha atención escuchemos esta Santa Palabra.

Moniciones para cada lectura

Monición a la primera lectura (Deuteronomio 4, 32-34. 39-40)

Dentro de un discurso de tono exhortativo, el autor del libro del Deuteronomio anima al pueblo a permanecer fiel al único Dios. Escuchemos esa exhortación.

PRIMERA LECTURA

Lectura del libro del Deuteronomio 4, 32-34. 39-40

Moisés habló al pueblo, diciendo:

—«Pregunta, pregunta a los tiempos antiguos, que te han precedido, desde el día en que Dios creó al hombre sobre la tierra: ¿hubo jamás, desde un extremo al otro del cielo, palabra tan grande como ésta?; ¿se oyó cosa semejante?; ¿hay algún pueblo que haya oído, como tú has oído, la voz del Dios vivo, hablando desde el fuego, y haya sobrevivido?; ¿algún Dios intentó jamás venir a buscarse una nación entre las otras por medio de pruebas, signos, prodigios y guerra, con mano fuerte y brazo poderoso, por grandes terrores, como todo lo que el Señor, vuestro Dios, hizo con vosotros en Egipto, ante vuestros ojos?

Reconoce, pues, hoy y medita en tu corazón, que el Señor es el único Dios, allá arriba en el cielo, y aquí abajo en la tierra; no hay otro. Guarda los preceptos y mandamientos que yo te prescribo hoy, para que seas feliz, tú y tus hijos después de ti, y prolongues tus días en el suelo que el Señor, tu Dios, te da para siempre».

Palabra de Dios.

Monición al salmo responsorial (Salmo 32)

Con el salmista manifestamos nuestra alegría ante nuestro Dios salvador y redentor, diciendo juntos:

Salmo responsorial: Salmo 32, 4-5. 6 y 9. 18-19. 20 y 22

 R. Dichoso el pueblo que el Señor se
escogió como heredad.

La palabra del Señor es sincera,
y todas sus acciones son leales;
él ama la justicia y el derecho,
y su misericordia llena la tierra.  R.

La palabra del Señor hizo el cielo;
el aliento de su boca, sus ejércitos,
porque él lo dijo, y existió,
él lo mandó, y surgió.  R.

Los ojos del Señor están puestos en sus fieles,
en los que esperan en su misericordia,
para librar sus vidas de la muerte
y reanimarlos en tiempo de hambre. R.

Nosotros aguardamos al Señor:
él es nuestro auxilio y escudo;
que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti. R.

Monición a la segunda lectura (Romanos 8, 14-17)

En el capítulo que escucharemos de la carta a los Romanos, Pablo expone su entusiasta concepción sobre lo que significa el Espíritu en nuestras vidas.

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 8, 14-17

Hermanos:

Los que se dejan llevar por el Espíritu de Dios, ésos son hijos de Dios.

Habéis recibido, no un espíritu de esclavitud, para recaer en el temor, sino un espíritu de hijos adoptivos, que nos hace gritar: «¡Abba!» (Padre).

Ese Espíritu y nuestro espíritu dan un testimonio concorde: que somos hijos de Dios; y, si somos hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, ya que sufrimos con él para ser también con él glorificados.

Palabra de Dios.

Monición al Evangelio (Mateo 28, 16-20)

El final del evangelio de Mateo nos anuncia la misión que Jesús encomendó a la Iglesia, antes de su despedida: evangelizar y bautizar en el nombre del Dios Trino.

EVANGELIO

 Lectura del santo evangelio según san Mateo 28, 16-20

En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado.

Al verlo, ellos se postraron, pero algunos vacilaban.

Acercándose a ellos, Jesús les dijo:

—«Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra.

Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado.

Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo».

Palabra del Señor.

Oración de los fieles

Nosotros, que hemos recibido un Espíritu, no de esclavos para caer en el miedo, sino de hijos, dirijámonos a Dios con confianza y amor, a Él que nos permite llamarle «Abba, Padre». Digamos con fe:

Padre, escucha la oración de tus hijos.

  1. Por la Iglesia, para que sea sacramento de unidad y de comunión vivida entre sus miembros y con toda la humanidad, a imagen de la comunión del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Oremos.
  2. Por nuestro Santo Padre Francisco, para que sea siempre escuchado y acogido en su difícil y delicado ministerio, y pueda transmitir con entusiasmo, la belleza de nuestra Iglesia, pueblo unido por el amor divino. Oremos.
  3. Por la paz en el mundo entero, para que el Amor del Espíritu Santo guíe el camino de los pueblos destruidos por las guerras, ilumine a quienes ejercen el gobierno de las naciones y les inspire nuevas vías de diálogo, entendimiento y perdón. Oremos.
  4. Por los que que sufren los efectos de la desintegración familiar, por los huérfanos y las viudas, para que el amor del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo les permita restablecer sus vidas, sanar heridas y poner su vista hacia el futuro, con fe y optimismo. Oremos.
  5. Por todos nosotros, para que aprendamos a vivir como una sola familia en el Dios Uno y Trino, creciendo en la recíproca responsabilidad y atención y siendo testimonio de la belleza de Dios. Oremos.

Presentación de las Ofrendas

Dios que es Uno y Trino llama a su pueblo a vivir en unidad. Ofrezcamos nuestros lazos de hermandad cristiana, con las ofrendas de pan y vino. Cantemos…

Comunión

Cristo, segunda persona de la Santísima Trinidad, nos permite unirnos a Él, dándonos su cuerpo y su Sangre en el pan y el vino. Acerquémonos con fe a comulgar.

Final

El mundo está dividido, la humanidad clama por el restablecimiento de la unidad y la hermandad. Nosotros somos testigos de la primera comunidad unida por el amor: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Vayamos a replicar esa unidad, construyendo lazos firmes, primero entre nuestros familiares y luego con todos aquellos con quienes convivimos día a día.

Fuentes: Aldazábal, José, Enséñame tus caminos 9. Domingos Ciclo B, Centre de Pastoral Litúrgica

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