—BIENVENIDA (Para la Misa con Bendición de Ramos y procesión)
Antes de la salida del celebrante y los ministros hacia el exterior del templo:
Con la celebración de este día denominado "Domingo de Ramos en la Pasión del Señor", la Iglesia da inicio a esta semana que llamamos Santa; "El domingo de Ramos nos hace revivir la entrada de Jesús en Jerusalén cuando se acercaba la celebración de la Pascua. El pasaje evangélico nos lo presenta mientras entra en la ciudad rodeado de una multitud jubilosa. Puede decirse que, aquel día, llegaron a su punto culminante las expectativas de Israel con respecto al Mesías. Eran expectativas alimentadas por las palabras de los antiguos profetas y confirmadas por Jesús de Nazaret con su enseñanza y, especialmente, con los signos que había realizado. Al entrar en Jerusalén, Jesús sabe, sin embargo, que el júbilo de la multitud lo introduce en el corazón del misterio de la salvación. Es consciente de que va al encuentro de la muerte y no recibirá una corona real, sino una corona de espinas."
Y esta celebración de hoy comienza en el exterior del templo, desde donde nos encaminaremos con los ramos bendecidos y en alto, hacia el interior del mismo. Este signo manifiesta nuestra condición de Iglesia, de Pueblo de Dios, de Comunidad, que junto y en comunión con el ministro sagrado, vamos hacia la Vida verdadera de la eternidad.
Estos ramos que hoy la Iglesia nos bendecirá, al concluir la misa, los vamos a llevar a nuestros hogares, no como un signo supersticioso de protección, sino como emblema con el que hoy hemos aclamado a Jesús, queriendo asociarnos a su Pasión y proclamándolo nuestro Rey.
La Iglesia celebra hoy el Domingo de Ramos en la Pasión del Señor, que marca el comienzo de esta semana que llamamos Santa, y en que Dios nos llama a santificarnos, purificándonos de nuestros pecados y profundizando nuestra comunión con Él y con nuestros hermanos.
Por la fe llegamos a entender la incomprensibilidad de la Pasión del Señor; ella nos dice que era necesaria para obtener el perdón de los pecados. Y el Señor hoy, en el relato de la Pasión nos muestra la cobardía y el doblez de aquellos que lo aclaman en su entrada a Jerusalén, y luego piden su muerte. Hoy estamos llamados a una verdadera fidelidad; a no traicionar en lo oculto aquello que hoy aceptamos y proclamamos públicamente.
—LITURGIA DE LA PALABRA:
1ª. LECTURA: (Is 50, 4-7)
El Profeta nos habla de un hombre que es totalmente fiel al Señor; que en medio de los sufrimientos mantiene la esperanza en Dios. Es el anuncio de lo que vivió Jesús.
SALMO RESP.: (21, 8-9. 17-18a. 19-20. 23-24)
R. Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
2ª. LECTURA: (Flp 2, 6-11)
El camino seguido por Jesús para darnos vida, fue rebajarse haciéndose como el más culpable, para que de su muerte saliera la vida.
EVANGELIO: (Lc 22, 7.14—23, 56)
Escuchemos ahora el relato de la Pasión de Jesús, de la que nace nuestra vida.
HOMILÍA
—ORACIÓN DE LOS FIELES:
CELEBRANTE:
Queridos hermanos, confiando en la fuerza salvadora del amor de Dios, oremos humildemente a nuestro Padre, pidiéndole por Jesús, que sube a Jerusalén a sufrir su Pasión, que atienda nuestra súplica.
GUÍA: A cada una de las peticiones responderemos orando:
"PADRE, ESCUCHA NUESTRA ORACIÓN"
—Padre de bondad, te pedimos por la Santa Iglesia, para que viva siempre con la mirada puesta en Cristo, aprendiendo en su cruz, a ser donación para todos los hombres, y para que en su mensaje lo reconozcamos a Él, nuestro Rey y Señor, que en ella vive y actúa, oremos...
—Padre lleno de amor, te pedimos que con el Papa Francisco, tengamos el coraje de caminar con la Cruz de tu Hijo, edificando la Iglesia sobre la sangre que ha derramado sobre la Cruz y confesando la única gloria: Cristo Crucificado, oremos...
—Padre justo, te pedimos por nuestra querida patria, para que la sangre derramada por Jesús nos reconcilie a todos los que la habitamos, y nos dispongamos, desde nuestra realidad, a construir una nación fraterna, solidaria y laboriosa, desde los valores del Evangelio, oremos...
—Padre misericordioso, te pedimos por los pobres, los abandonados, los desesperanzados, los que sufren en sus cuerpos o en sus espíritus, y todos los que participan, con sus sufrimientos, de la cruz de Cristo, para que encuentren fuerza en la pasión del Señor, oremos...
—Dios de todo consuelo, te pedimos por toda nuestra comunidad, para que viviendo de tal modo estos días santos, uniéndonos más plenamente a la Pasión del Señor, seamos testigos de que Cristo ha muerto, pero de que Cristo ha resucitado y vive por nosotros y así nuestras vidas serán la mejor proclamación de la Buena Nueva de su resurrección, oremos...
CELEBRANTE:
Dios y Padre nuestro, concédenos, junto con estas peticiones, que siempre sigamos las enseñanzas de la Pasión de tu Hijo, para que también podamos participar de su resurrección gloriosa. Por Jesucristo, nuestro Señor.
—PRESENTACIÓN DE LAS OFRENDAS:
Hoy hemos proclamado a Cristo, Rey y Señor. Nuestra ofrenda debe ser un firme propósito de fidelidad, no traicionándolo como lo hicieron los habitantes de Jerusalén.
Al término del “Lavatorio de Manos” y cuando el celebrante vuelve al centro del altar y antes de la oración siguiente, se hace poner de pie a la asamblea
—DIÁLOGO DEL PREFACIO: Al iniciarse el Prefacio (antes de "El Señor esté con vosotros")
Porque creemos que el amor de Jesús nos da la vida, porque estamos convencidos de que la verdad tiene más fuerza que la mentira, porque necesitamos aprender a amar como el Señor nos ha amado, proclamemos ahora con alegría nuestra acción de gracias.
—COMUNIÓN:
Este camino de la cruz por el que peregrinamos, es el único que nos puede llevar al Cielo. Recorrámoslo proclamando a Jesús como único Rey y Señor, y alimentándonos de su Cuerpo y Sangre para fortalecernos en este caminar.
Cantamos...
COMUNIÓN ESPIRITUAL:
Al término de la distribución de la comunión.
Hermanos:
Todos aquellos que no han podido acercarse a recibir a Jesús Sacramentado,
pueden hacer la Comunión Espiritual rezando la siguiente oración:
Creo Señor mío que estás realmente presente
en el Santísimo Sacramento del altar.
Te amo sobre todas las cosas y deseo
ardientemente recibirte dentro de mi alma;
pero, no pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente,
ven al menos espiritualmente a mi corazón.
Y como si te hubiese recibido, me abrazo
y me uno todo a Ti;
Oh Señor, no permitas que me separe de Ti.
Amén.
Nos despedimos cantando...
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Deja tu comentario