Domingo quinto del tiempo ordinario
Salterio I
Color: verde
INTRODUCCIÓN
Job era un hombre sabio y justo que sufre en el alma y el cuerpo por las desgracias que se le habían venido encima. Un amigo consideraba que esas desgracias eran el castigo por los pecados de Job. Job reflexiona sobre la condición humana, llena de desilusiones y sufrimientos, encontrando el consuelo en su total confianza en Dios.
El Evangelio nos presenta a Jesús que en Cafarnaúm realiza varios milagros. Pone su omnipotencia al servicio del dolor humano. Estos milagros no solamente son el signo elocuente de la venida del reino de Dios a la tierra. La llegada de la gracia de Dios da un nuevo significado y valor al sufrimiento humano. A los apóstoles Jesús les recuerda que Él ha venido a la tierra sobre todo para anunciar la Palabra de Dios que ilumina la tierra y el universo interior del hombre. La predicación del Evangelio es el más importante de todos los milagros, porque es necesario para todos y sana las enfermedades del alma. Pablo proclama toda su pasión apostólica en ser fiel a la misión recibida de Jesucristo, que es predicar el Evangelio y hacerse siervo de todos. Compartir las necesidades y los sufrimientos de los otros no debe hacer olvidar a los creyentes que toda acción cristiana es la prolongación de la misión de Cristo.
Antífona de entrada Sal 94, 6-7
Vengan, inclinémonos para adorar a Dios, doblemos la rodilla ante el Señor que nos creó; porque él es nuestro Dios.
Gloria
ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, cuida a tu familia con incansable bondad, y, ya que sólo en ti ha puesto su esperanza, defiéndela siempre con tu protección. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
PRIMERA LECTURA
Soy presa de la inquietud hasta la aurora.
Lectura del libro de Job 7, 1-4. 6-7
Job habló diciendo:
¿No es una servidumbre la vida del hombre sobre la tierra?
¿No son sus jornadas las de un asalariado?
Como un esclavo que suspira por la sombra, como un asalariado que espera su jornal, así me han tocado en herencia meses vacíos, me han sido asignadas noches de dolor.
Al acostarme, pienso: “¿Cuándo me levantaré?”
Pero la noche se hace muy larga y soy presa de la inquietud hasta la aurora.
Mis días corrieron más veloces que una lanzadera: al terminarse el hilo, llegaron a su fin.
Recuerda que mi vida es un soplo y que mis ojos no verán más la felicidad.
SALMO RESPONSORIAL 146, 1-6
R/. Alaben al Señor, que sana a los afligidos.
¡Qué bueno es cantar a nuestro Dios, qué agradable y merecida es su alabanza! El Señor reconstruye a Jerusalén y congrega a los dispersos de Israel.
Sana a los que están afligidos y les venda las heridas. Él cuenta el número de las estrellas y llama a cada una por su nombre.
Nuestro Señor es grande y poderoso, su inteligencia no tiene medida. El Señor eleva a los oprimidos y humilla a los malvados hasta el polvo.
SEGUNDA LECTURA
¡Ay de mí si no predicara el Evangelio!
Lectura de la primera carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto 9, 16-19. 22-23
Hermanos:
Si anuncio el Evangelio, no lo hago para gloriarme: al contrario, es para mí una necesidad imperiosa. ¡Ay de mí si no predicara el Evangelio!
Si yo realizara esta tarea por iniciativa propia, merecería ser recompensado, pero si lo hago por necesidad, quiere decir que se me ha confiado una misión.
¿Cuál es, entonces, mi recompensa? Predicar gratuitamente el Evangelio, renunciando al derecho que esa Buena Noticia me confiere.
En efecto, siendo libre, me hice esclavo de todos, para ganar al mayor número posible. Y me hice débil con los débiles, para ganar a los débiles. Me hice todo para todos, para ganar por lo menos a algunos, a cualquier precio.
Y todo esto, por amor a la Buena Noticia, a fin de poder participar de sus bienes.
ACLAMACIÓN AL EVANGELIO Mt 8, 17
Aleluya.
Cristo tomó nuestras debilidades y cargó sobre sí nuestras enfermedades. Aleluya.
EVANGELIO
Sanó a muchos, que sufrían diversos males.
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 1, 29-39
Jesús fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, y se lo dijeron de inmediato. Él se acercó, la tomó de la mano y la hizo levantar. Entonces ella no tuvo más fiebre y se puso a servirlos.
Al atardecer, después de ponerse el sol, le llevaron a todos los enfermos y endemoniados, y la ciudad entera se reunió delante de la puerta. Jesús sanó a muchos enfermos, que sufrían de diversos males, y expulsó a muchos demonios; pero a éstos no los dejaba hablar, porque sabían quién era Él.
Por la mañana, antes que amaneciera, Jesús se levantó, salió y fue a un lugar desierto; allí estuvo orando.
Simón salió a buscarlo con sus compañeros, y cuando lo encontraron, le dijeron: “Todos te andan buscando”.
Él les respondió: “Vayamos a otra parte, a predicar también en las poblaciones vecinas, porque para eso he salido”.
Y fue por toda la Galilea, predicando en las sinagogas de ellos y expulsando demonios.
Credo
Oración de los fieles
Oremos, hermanos, al Padre del Unigénito, al Hijo del Dios eterno y al Espíritu, fuente de todo bien:
Por la Iglesia inmaculada del Dios verdadero, extendida por todo el mundo, pidamos la plena riqueza del amor de Dios.
Para los que gobiernan los pueblos y tienen en su mano el destino de los hombres, pidamos el espíritu de justicia y el deseo de servir con dedicación a sus súbditos.
Por los débiles que se ven oprimidos y por los justos que sufren persecuciones, oremos a Jesús, el Salvador.
Por nosotros mismos, pidamos al Señor un temor filial, un amor ferviente, una vida feliz y una santa muerte.
Dios nuestro, que nos has manifestado tu amor por medio de tu Hijo, que soportó nuestras debilidades y cargó con nuestros dolores, escucha las oraciones de tu pueblo y haz que, siguiendo el ejemplo de Cristo, compartamos los sufrimientos de nuestros hermanos y animemos a los que sufren iluminándolos con la luz de la esperanza. Por Jesucristo, nuestro Señor.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Señor y Dios nuestro, que has creado los frutos de la tierra para sostener nuestra fragilidad, haz que estos dones se conviertan en sacramento de vida eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Antífona de comunión Cf. Sal 106, 8-9
Den gracias al Señor por su misericordia y por sus maravillas en favor de los hombres, porque Él sació a los que sufrían sed y colmó de bienes a los hambrientos.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Señor, que nos hiciste compartir el mismo pan y el mismo cáliz, concédenos vivir de tal manera que, unidos en Cristo, demos fruto con alegría para la salvación del mundo. Por Jesucristo, nuestro Señor.
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