En la vida de cada día tenemos más o menos organizada nuestras jornadas y nuestra relación con el Padre Dios. Hoy en la Palabra de Dios se nos presenta como era la jornada de Jesús… Comenzaba de madrugada con la oración, en comunión con el Padre y Jesús sacaba en ese encuentro la fuerza anunciar la Buena Noticia, para sanar a los enfermos después de acogerles con afecto dialogando con ellos. Y sobre todo para mantenerse firme ante la tentación del mal y no sucumbir a un falso mesianismo.
Anunciar de balde el Evangelio es ser consciente de la inmensa tragedia humana y llegar a ella vestidos de la palabra de Dios que nos toma como somos, incluso llenos de debilidad como Job, porque “ay de mí, si no anuncio el evangelio”.
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