Javier Leoz
-Sí; la suegra de los enfermos de sida (una cuarta parte de los que hay en el mundo atendidos por la Iglesia Católica)
-Sí; la suegra de miles de ancianos dignamente asistidos (un 30% cuidados por instituciones católicas)
-Si; los miles de niños atendidos en cientos de orfanatos y de drogodependencia
-Sí; los miles y miles de pobres, en misiones o en países desarrollados que encuentran en la Iglesia esa mano tendida de Jesucristo.
1.- Hay muchas formas de encontrarse con “la suegra de Pedro” en los tiempos que vivimos.
La debilidad humana sigue acampando a sus anchas en la tierra de los vivos. Y, precisamente por eso, la Iglesia –siguiendo la indicación de Jesús- sigue saliendo del templo al encuentro de los que, con fiebre alta o baja, horas grandes o pequeñas, necesitan palabras de consuelo, ayuda, estímulo y reconocimiento.
Si Jesús vino a reconocer y enaltecer a los sufridos, no es menos cierto que la Iglesia –siglos después- sigue estando al lado de la cabecera de millones de hombres y mujeres sufrientes.
No nos puede importar demasiado el hecho de que la amplia labor de la Iglesia no se reconozca. Nos tiene que quedar la satisfacción de que estamos en el camino correcto. Que, salir al encuentro de los que sufren, es para nosotros un motivo de gloria y de crecimiento espiritual y humano.
2.- El Reino de Dios comienza allá donde existe un surtidor de caridad, una semilla de cariño, una mano tendida al abatido.
Qué gran lección la de Jesús en el evangelio de este domingo: sale con sus discípulos de la sinagoga y, en la casa de Pedro, actúa maravillosamente. Una vez más habla con autoridad: hace lo que dice. Habla, camina, entra en casa de Pedro y cura. Las obras le acompañan. Las obras le hacen coro. No necesita más refrendo ni más marketing que su infinita misericordia. Repito: ¡sus obras le acompañan! ¡Sus obras le hacen coro!
Sólo una vida profunda es capaz de recomponer las fuerzas gastadas a favor de los demás. Miremos al Señor; se retira a un descampado. No se conforma con hacer el bien. Sabe que, de igual forma, ha de estar en comunión con el Supremo, con Aquel que es su fortaleza. La razón del surtidor de la bondad.
Tampoco nosotros nos hemos de contentar con cumplir, más o menos, con unos fines sociales. Entre otras cosas porque, tarde o temprano, la salud, el cansancio, las decepciones u otros aspectos dan al traste con nuestros más altos ideales. Es bueno, por ello mismo, descansar en Aquel que nos da la fuerza necesaria e ilimitada para seguir desviviéndonos por los demás.
Cristo no vivió ajeno a esa fuente de energía, de luz, de gracia y de consejo que es la oración.
3.- Hoy está muy de moda las ONG el altruismo, etc. ¿Durarán muchos años? La experiencia de la Iglesia, en cambio, nos dice que si se ama con amor de Dios, el amor es eterno; si se sirve con las manos de Dios, el servicio es constante; si se transforma el entorno con la sabiduría de Dios, la sociedad se hace más justa y fraternal.
Que el Señor con una oración profunda y sentida, nos haga recapacitar también hacia qué compromisos nos hemos de encaminar como Iglesia, como parroquia, como familia. Entre otras cosas porque hacer hoy el bien aquí, implica coger fuerzas para hacerlo mañana en otra parte.
Hoy, además, Manos Unidas, esta institución eclesial que tanto hace a favor de los países más subdesarrollados nos invita a ser conscientes de que, como cristianos, no hemos de olvidar aquel proyecto en el que Jesús con tanto entusiasmo se incorporó: dar pan al hambriento. Que nuestra generosidad, en este día, sea también una forma práctica y real de rebajar un poco tanta penalidad y pobreza que existe en nuestro mundo.
4.- QUE NO ME OLVIDE, JESÚS
Que puedo curar, sin ser médico
Que puedo aliviar, sin ser medicina
Que puedo hacer sonreír,
sin tener el título de payaso.
QUE NO ME OLVIDE, JESÚS
Que el cariño que se da,
es salud para el que se encuentra enfermo
Que la palabra con amor,
es inyección para el moribundo
Que una visita, más pronto que tarde,
es bálsamo que disipa la soledad
QUE NO ME OLVIDE, JESÚS
Que, si avanzo por tus caminos,
el sufrimiento humano
no ha de ser ajeno a mi sendero
Que, si digo ser de los tuyos,
he de luchar contra la fiebre
de aquel que se encuentra endiosado
de aquellos otros que están perdidos
de otros tantos que se encuentran
postrados en la cama de su aflicción,
soledad, abandono, miserias,
desprecios, humillaciones o enfermedades
QUE NO ME OLVIDE, JESÚS
Que tu mensaje se mantiene vivo
no sólo en el árbol de la palabrería
sino en el fruto de las buenas obras
Que tu mensaje se difunde con fuerza
cuando nuestras manos son alivio,
esperanza y fuerza moral
para los que se sienten desarmados
y sin más horizonte que la muerte.
QUE NO ME OLVIDE, JESÚS
Que tus preocupaciones,
han de ser las mías
Que tus desvelos,
han de contar con horas de mis horas
Amén.
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