MONICIÓN DE ENTRADA
Encendemos la tercera vela para que siga creciendo la luz. Hoy traemos la luz de la fuerza que nace en la soledad, de la fuerza que produce el desierto con su austeridad y su sobriedad. Queremos decir de verdad que el Espíritu del Señor está sobre nosotros, porque nos ha ungido en el silencio, junto al Señor. Por eso somos portadores de evangelio, capaces de liberar a los oprimidos, consolar a los tristes y anunciar la Buena Noticia a los Pobres. Jesús nos enseña a hacerlo desde la verdad y la entrega. ¡Señor, te necesitamos! ¡Ayúdanos a hacerlo realidad!
MONICIONES SOBRE LAS LECTURAS
1.- Hemos oído en la antífona de entrada. “Estad siempre alegres en el Señor” Y en esta primera lectura, del Profeta Isaías, se nos repite la invitación a estar alegres porque el profeta desborda de gozo y de alegría con la presencia del Señor. El Espíritu Santo ha ungido a quien nos va a curar y a alegrar, a quien nos va a sacar de la cárcel para ser felices y libres.
S.- El canto de la Virgen, el Magnificat, es nuestro salmo de hoy, el canto interleccional, que así se llama. Es una de las páginas más bellas de la Escritura y su cántico –o rezo-- como salmo da especial brillo a nuestra celebración eucarística en este tiempo de Adviento.
2.- La alegre antífona que hemos escuchado al principio es del apóstol San Pablo y de su carta primera a los Tesalonicenses, que es la segunda lectura de hoy. Pero además Pablo de Tarso nos pide nos pide firmeza en nuestras creencias. El Señor está cerca. Esta espera en la llegada de nuestro Dios hecho niño debe ser un tiempo de esperanza y de consolidación de nuestras creencias. Debemos de estar llenos de fe y de dicha para mejor recibir al Señor que ya viene.
3.- El evangelio de Juan que vamos a escuchar continuación nos narra con gran fuerza la historia de Juan, el Bautista, el precursor del Señor Jesús. Es el anuncio formal de Dios de que el Mesías está por llegar y, por tanto, hay que prepararlo todo, mejorar nuestros caminos y nuestras vidas. El gran momento está muy cerca.
Lectura de Postcomunión
MONICIÓN
Como todas semanas el padre Leoz nos propone esta breve oración para los momentos finales de esta Eucaristía del III Domingo de Adviento
¿POR QUÉ TENGO QUE ESTAR ALEGRE?
Simplemente porque al tenerte, Señor,
no siento otra cosa en mí sino la ALEGRÍA
Tú, Señor, tu Nacimiento y tu llegada
es la causa de mi gozo,
la música de mi alma
la alegría de mi cara
¡Gracias, Señor! ¡Tú eres la causa de mi felicidad!
Exhortación de despedida
Salimos del templo hoy con la esperanza de que cuando venga el Niño Dios todos seremos mejores. Pues, cada vez que celebramos el Nacimiento de nuestro Redentor, algo que se purifica en nosotros. El Niño de Belén nos vuelve niños. Velamos esperando y esperamos velando.
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