Allanad los caminos de vuestra vida
porque el Señor está cerca.
Él vendrá y llenará de esperanza
a los que la han perdido
y están frustrados y tristes.
Vendrá y traerá la paz
a los que andan preocupados
y no saben descansar en ningún regazo.
Vendrá y será nuestra luz
en medio de la noche y las tinieblas
para que no nos perdamos.
Vendrá y nos ofrecerá su compañía
para que nadie se sienta solo y abandonado.
Vendrá y se convertirá en guía
de quienes están cansados y rendidos,
y de los eternos desilusionados.
Allanad los caminos de vuestra vida
porque el Señor está cerca.
Él vendrá como el rocío mañanero,
como la luz del alba,
como la lluvia que empapa la tierra,
como el sol que calienta nuestra existencia,
como el aire que infunde vida,
como la nieve que nos cubre de blancura.
Él cambiará nuestros corazones de piedra
en corazones de carne cálida y tierna,
lavará nuestro rostro con agua fresca,
despertará nuestros ojos dormidos,
ablandará la dureza de nuestras entrañas,
guiará nuestros pasos vacilantes
por sendas rectas y llanas,
perfumará todo nuestro ser
con sus fragancias
y fecundará nuestra vida yerma.
Allanad los caminos de vuestra vida
y esperad al Señor que ya llega.
Los que pasáis por este mundo
sin encontrar sentido a la vida,
los que sobrevivís
a pesar de los golpes y las caídas,
los que seguís caminando
sobreponiéndoos a la dureza del camino;
los que cantáis canciones alegres y solidarias,
los que dudáis de los signos de su presencia,
lo que anheláis conocerle
y escuchar su palabra,
los que cada día abrís
nuevos caminos de esperanza…
Esperad al Señor en el umbral de vuestra casa
porque Él se acerca sin hacer ruido
y trae la paz y el consuelo.
¡No pases de largo, Señor!
¡Detente en el umbral de mi casa!
F. Ulibarri
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