Inicial.
Nos encontramos reunimos para celebrar la Eucaristía en el cuarto y último domingo de Adviento, sintiendo ya muy cerca la Navidad, la llegada del Dios-Niño.
En estos últimos días del Adviento, María es la figura principal. Ella con su disponibilidad, hizo posible que Dios se hiciese hombre. Ella lo esperó con inefable amor de madre y es para la Iglesia y para todos los hombres, modelo de vida y virtudes.
Al encender el último cirio de la Corona de Adviento, queremos significar que ya estamos preparados para que Dios pueda nacer en nuestra comunidad parroquial y en nuestro corazón. Nuestras lámparas están encendidas. Nuestra fe, esperanza y compromiso a punto.
Primera Lectura.
Dios ha sido generoso con el rey David y lo seguirá siendo con su familia, pero Dios es gratuito. No busca nuestras ofrendas, sino nuestra disponibilidad; no nuestros méritos, sino nuestra fe.
Segunda Lectura.
San Pablo hace un canto de alabanza a la sabiduría y la fuerza de Dios, manifestada en Jesucristo, para salvación de todos los hombres.
Evangelio.
Dios elige para nacer la pobreza y la sencillez. María, con su disponibilidad, hace posible que los designios de Dios se cumplan. También con nosotros cuenta Dios. ¿Es nuestra disponibilidad como la de María; sin condiciones?
Puestos de pie cantamos aleluya.
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