INTRODUCCIÓN
“El Señor viene, viene a nuestra vida como Libertador, viene a librarnos de todas las esclavitudes exteriores e interiores. Es Él quien nos indica el camino de la fidelidad, de la paciencia y de la perseverancia, porque a su llegada, nuestra alegría será plena. Dios ha entrado en la historia para liberarnos de la esclavitud del pecado, ha puesto su tienda en medio de nosotros, para compartir nuestra existencia, curar nuestras llagas, vendar nuestras heridas y donarnos vida nueva. La alegría es el fruto de esta intervención de salvación y de amor de Dios” (Papa Francisco. Ángelus, 11-de diciembre de 2016)
LECTURAS BÍBLICAS
1ª Lectura: Is 40,1-5.9-11. 2ª Lecturas: 2Ped. 3,8-14
EVANGELIO
San Marcos 1,1-8
Comienza el Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios. Está escrito en el profeta Isaías: «Yo envío mi mensajero delante de ti para que te prepare el camino. Una voz grita en el desierto: «Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos.»» Juan bautizaba en el desierto; predicaba que se convirtieran y se bautizaran, para que se les perdonasen los pecados. Acudía la gente de Judea y de Jerusalén, confesaban sus pecados, y él los bautizaba en el Jordán. Juan iba vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura, y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. Y proclamaba: «Detrás de mí viene el que puede más que yo, y yo no merezco agacharme para desatarle las sandalias. Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo.»
REFLEXIÓN
Hoy vamos a reflexionar sobre las tres primeras palabras de Marcos: COMIENZO, EVANGELIO, JESUCRISTO.
1.– COMIENZO.
También el primer libro de la Biblia se abre con la misma expresión: “En el principio” (Gn. 1,1), Marcos nos lleva a un nuevo comienzo. El evangelio va a ser una recreación. El evangelio es siempre un principio, una posibilidad de comenzar de nuevo. Significa una ruptura con lo viejo para recibir un impacto de novedad. Se cierra un pasado y se inicia un presente con un futuro lleno de esperanza. Ante Jesús llegaban todo tipo de personas, cada una con su problema, con su fardo a las espaldas. El fariseo, con la carga de las leyes; Zaqueo, con la carga de sus riquezas; la pecadora, con el peso de una vida rota e insatisfecha, cansada de hacer de su cuerpo una mercancía. En Jesús experimentaron que cada uno podía iniciar un nuevo porvenir. El fariseo quedaba aliviado al reducir todas las leyes a la ley del amor; Zaqueo se sintió amado por Jesús y tiró las riquezas por la ventana, y la pecadora, al ser totalmente perdonada por Jesús, experimentó cómo de los escombros de su vida, renacía una mujer, con su dignidad, su autoestima bien alta y su futuro lleno de esperanza. Jesús nos dice a todos nosotros: Hoy puede ser un gran día para ti; hoy puedes ser lo que antes has querido ser y no has podido.
2.– EVANGELIO.
No tiene aquí el significado de libro. Nunca se usa así en el N.T. En el griego clásico originariamente significaba “la propina” que se daba al mensajero que traía buenas noticias. Después pasó a significar las “buenas noticias” que traía el mensajero, sobre todo, de victoria, de paz. En el griego bíblico se usó la palabra “evangelio” para hablar de la liberación de Babilonia. En Marcos se usa para hablar del acercamiento o venida del reino de Dios (1,14; 8,35; 10,29; 14,9; 16,15). Marcos arranca de algo inaudito ocurrido en un grupo cristiano. Ellos están experimentando un cambio profundo en su manera de vivir y esa experiencia constituye una fuente inagotable de alegría y de felicidad. Se sienten hijos de Dios y viven como hermanos. Entre ellos nadie pasa necesidad porque han renunciado a enriquecerse. Lo que tienen lo comparten. Nadie se siente solo porque todos son solidarios. El mundo se ha convertido en un mundo de hermanos. Pero esto no ha surgido de repente. Tiene un principio. Y ese principio es Jesús. Jesús es la alegre noticia. Se forma una comunidad cristiana cuando un grupo de personas acogen este anuncio gozoso, lo experimentan y se encargan de transmitirlo. Algo debería de decirnos hoy este Evangelio, a tantas comunidades cristianas tristes, cansinas, aburridas, sin creatividad, encerradas en sí mismas, con olor a rancio. Nuestras comunidades cristianas necesitan recuperar la novedad y la alegría de creer en Jesús como “Buena Noticia”.
3.– JESUCRISTO.
Es una palabra compuesta y constituye la primera profesión de fe. Jesús es el Cristo. Cuando los evangelistas hablan de Jesús, es el Jesús histórico, el que paseaba por las calles de Galilea o Jerusalén. Sólo después de la Resurrección, la Comunidad le reconoce como KIRIOS, como Señor, título que daban a Dios en el A.T. En el evangelio de Marcos, se reconoce a Jesús como Dios al final, después de la muerte. Es el Centurión el que, al ver morir a Jesús, exclama: Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios (Mc. 15,39). El Resucitado es el Crucificado. El grito de Jesús en la Cruz recoge el grito de los crucificados del mundo. También de tantos muertos a causa del “coronavirus”. Por otra parte, si Cristo es el Señor, es el que manda, a Él debemos darle las riendas de nuestra vida. En Roma los cristianos morían por no dar incienso al Emperador. Para aquellos mártires, Jesús era su Señor, su único Señor, el que había muerto y resucitado por ellos.
PREGUNTAS
1.– En este adviento, ¿estoy dispuesto a comenzar de nuevo? ¿Qué cosas ya viejas y caducas debo dejar?
2.- ¿Es para mí hoy el Evangelio una BUENA NOTICIA? ¿En qué se nota?
3.- ¿Es realmente Jesús, el Señor de mi vida? ¿O tengo otros señores, otros ídolos en mi corazón? ¿Para cuándo pienso dejarlos?
ESTE EVANGELIO, EN VERSO, SUENA ASÍ:
Recibimos tus llamadas
a “preparar el camino”.
Esperamos celebrar
un “Gran Encuentro Contigo”.
Tú, Señor, caminarás
gran parte del recorrido,
pero quieres que nosotros
andemos “cuatro pasitos”.
Primero: Que nos fijemos
en tu “ternura de Niño”,
que veamos en tu rostro
la imagen de un Dios Amigo.
Segundo: Que te dejemos
“enderezar lo torcido”,
que puedas sembrar amor
donde crece el egoísmo.
Tercero: Que renovemos
las “promesas del Bautismo”,
que te elijamos a Ti,
olvidando a nuestros ídolos.
Señor, con fe te rezamos:
Somos pobres, Tú eres rico.
¡Ven a nacer en nosotros
y llena nuestro vacío!
Y cuarto: Que renunciemos
a un frustrante “consumismo”:
Llena el corazón de “cosas”
y a Ti no te deja sitio
(Compuso estos versos: José Pérez Benedí)
ORACIÓN EN TIEMPO DE LA PANDEMIA.
Señor Resucitado: Mora en cada uno de nuestros corazones, en cada enfermo del hospital, en todo el personal médico, en los sacerdotes, religiosos y religiosas dedicados a la pastoral de la salud, en los gobernantes de las naciones y líderes cívicos, en la familia que está en casa, en nuestros abuelos, en la gente encarcelada, afligida, oprimida y maltratada, en personas que hoy no tienen un pan para comer, en aquellos que han perdido un ser querido a causa del coronavirus u otra enfermedad. Que Cristo Resucitado nos traiga esperanza, nos fortalezca la fe, nos llene de amor y unidad, y nos conceda su paz. Amén
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