• Lo primero que encontramos en esta escena es una muestra de la peor voluntad escondida detrás de palabras amables e, incluso, aduladoras (15-16). De todos modos, lo que dicen es un buen retrato de Jesús (16).
• En la respuesta de Jesús (21) no debemos ver sólo la habilidad de salir airoso de la trampa preparada. Jesús va siempre a donde quiere ir: a dar una Buena Noticia de parte de Dios. Precisamente así muestra que es cierto lo que le acaban de decir: “conforme a la ver- dad”, “enseñas el camino de Dios”, “eres sincero”, “no te fijas en las apariencias” (16).
• En este caso, Jesús muestra que solamente Dios merece la adoración absoluta. Él está por encima de todo y de todos y, por tanto, ningún emperador puede ocupar su lugar. Ni ningún emperador puede atribuirse una revelación divina que le dice lo que debe hacer y, sobre todo, lo que debe mandar e imponer en todo el mundo. Esto ha ocurrido demasiadas veces y parece que todavía ocurre en el actual imperio. El emperador, eso sí, merece respeto, pero no adoración (Rm 13, 6-7; 1 Pe 2,17).
• Por tanto, el César no es dios. Y tampoco la moneda es dios. La moneda, sin embargo, se sitúa en su lugar, no es maligna en sí misma, no hay que demonizarla (Mt 17,27).
• “Pagadle a Dios lo que es de Dios” (21) también es, para cualquier discípulo de Jesús, otra Buena Noticia: la vida entera es para Dios. Dicho de otro modo: Jesús nos ofrece vivir con el mismo sentido cualquiera de los ámbitos de la vida. No hay rincones que queden al margen de las cosas que son para Dios. Este único Dios que Jesús nos presenta ofrece la posibilidad de vivir toda nuestra vida en el Evangelio. La economía, el tiempo libre y la diversión, la vida afectiva, las relaciones con el vecindario de la escalera o del barrio o pueblo, el trabajo -con las relaciones que se dan en él y los problemas que se presentan-, el consumo, el compromiso militante, los estudios, la vida familiar, lo más íntimo de cada uno, el voto político… todo podemos vivirlo con un mismo estilo, con unas mismas opciones: el estilo y las opciones que nos da la fe en Jesucristo.
• “Pagadle a Dios lo que es de Dios” tiene una traducción inmediata: dad al hermano lo que le corresponde.
• El domingo, y la Eucaristía que celebramos los cristianos, son el sacramento de esta convicción. Cada semana, en la Eucaristía, se nos recuerda que el conjunto de la vida es para Dios. El día en que somos invitados a celebrar la Eucaristía reunidos en comunidad en presencia del Resucitado, nos damos cuenta de que vivimos su presencia cada día y en todas partes. Nos hacemos conscientes de que Él se nos presenta cada día en los demás que tenemos al lado, especialmente en los más pobres. Por ejemplo, en los africanos que intentan llegar a esta Europa que tanta ostentación hace de su enérgica defensa de las fronteras, Y renovamos lo que el Bautismo nos dio: la vida nueva, la vida como don recibido de Dios. (¿Qué vida nueva quiere Jesús para los africanos? ¿Y para nosotros?) Y miramos hacia delante y nos damos cuenta de que vamos hacia él. El domingo, centrado en la Eucaristía y, por tanto, en Cristo y en la comunión de bienes con los hermanos, es el símbolo constante de quiénes somos, de que nuestra vida -entera- tiene una unidad en Él. Y la revisión de vida es también un gran medio que, unido a la Eucaristía dominicial, nos ayuda a hacer de nuestra vida una unidad.
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