Monición de entrada
Con mucho gozo hemos atendido hoy la invitación de Jesús a participar de su banquete, en este XXVIII domingo del Tiempo Ordinario, en el que la Palabra nos hablará precisamente de ese banquete universal al que estamos invitados todos, para lo que debemos prepararnos bien previamente, con una sincera conversión.
Comencemos esta gran fiesta dominical con mucha alegría. De pie, cantamos...
Moniciones a las lecturas
Opción 1: Monición única para todas las lecturas
En las lecturas de hoy, el Reino es comparado una vez más con un extraordinario banquete al que están invitados todos los pueblos de la tierra. Para Isaías, este festín es una celebración de victoria y de consuelo en la que se enjugarán las lágrimas de todos los rostros. También el evangelio proclama la invitación universal y la invitación a convertirse primero. Mientras llega ese día, recuerda san Pablo a los filipenses, hay que prepararse para vivir fiel a Dios bajo cualquier circunstancia. Escuchemos con mucha atención.
Opción 2: Moniciones para cada lectura
Primera lectura (Isaías 25, 6-10a)
Con la imagen de un banquete, al que todos los pueblos serán invitados, el profeta Isaías hoy describe la soñada salvación para un pueblo, que vive la amenaza de una total destrucción. Un mensaje similar escucharemos en el Evangelio de hoy.
Salmo responsorial (Salmo 22)
El salmo 22 nos pinta la imagen de un Pastor, Dios, que nos acompaña todos los días de nuestra vida. Respondamos todos:
Segunda lectura (Filipenses 4, 12-14. 19-20)
En contraste con las demás lecturas de hoy, que hablan de banquetes, en este texto que escucharemos de San Pablo se habla de cierta austeridad y parece hombre de pocas exigencias en lo material.
Evangelio (Mateo 22, 1-14)
La salvación es para todos; pero el Evangelio de San Mateo propone, al final de la parábola de hoy, una importante enseñanza dirigida a los cristianos de su comunidad: la invitación al banquete del Reino exige un vestido de fiesta. Cantemos todos el aleluya.
Oración de los fieles
- Por el Papa Francisco, para que refleje siempre esa imagen del pastor que acompaña al pueblo en su camino hacia el banquete del Reino Celestial. Oremos.
- Por nuestros gobernantes, para que, gobernando con sabiduría, busquen favorecer a los más desposeídos. Oremos.
- Por los enfermos, para que se sientan también invitados al banquete y se vistan con ese traje de fiesta. Oremos.
- Por nosotros, para que aprovechemos el tiempo para vestirnos dignamente y poder participar un día del banquete en el Reino de los Cielos. Oremos.
Presentación de las Ofrendas
Después de alimentarnos con la Palabra de Dios preparamos la mesa de la eucaristía. Por eso, uniendo la ofrenda de nuestro corazón, presentemos al Señor los signos del banquete eucarístico, pan y vino, preanuncio así el banquete del cielo.
Comunión
Vestidos con el traje adecuado para la ocasión, como nos ha pedido el evangelio de hoy, acerquémonos a recibir el Cuerpo de Cristo. Cantemos.
Final
Conscientes de que Dios es nuestro pastor y que nos acompañará durante esta semana y toda nuestra vida, vayamos a ser fieles cumplidores de la Palabra que nos ha sido proclamada en esta Santa Misa. Les esperamos el próximo domingo.
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