12 julio 2023

Moniciones y Lecturas 16 de julio de 2023 – XV Domingo del Tiempo Ordinario Ciclo A

 

Monición de entrada

Tengan muy buenos días (tardes, noches) queridos hermanos. En el decimoquinto domingo del Tiempo Ordinario, la Iglesia acoge a todos sus hijos para celebrar juntos el banqueta del Señor.

La celebración de la eucaristía, toda ella, es palabra. El mismo Cristo, a quien recordamos y celebramos, es la Palabra de Dios hecha carne. Si estamos bien dispuestos, la palabra de Dios dará fruto en nosotros.

Dispongámonos a celebrar bien estos misterios y preparemos nuestro corazón para que la Palabra penetre en nuestras vidas. Comencemos entonando juntos el canto de entrada.

Moniciones a las lecturas

Monición única para todas las lecturas

Las lecturas de hoy adoptan un símil agrícola para explicar que la fuerza transformadora del mundo no llega a través de los limitados medios humanos, sino gracias al don poderoso de Dios, que sobrepasa todas las expectativas. Isaías, en el contexto de un nuevo éxodo, pone toda su confianza en la Palabra de Dios, que alcanzará su cumplimiento devolviendo al pueblo exiliado a la tierra de Israel. Jesús deposita toda su confianza en la llegada del Reino, con la certeza de que su Palabra no era estéril y anima a continuar sembrando a sus discípulos. Por último, Pablo explica que toda la creación aguarda expectante la plena manifestación del Reinado de Dios, la vida nueva de los resucitados en Cristo.

Dispongamos nuestros corazones y escuchemos atentos, para que esta Palabra produzca buenos frutos.

Moniciones para cada lectura

Primera lectura (Isaías 55, 10-11)

Isaías escribe al regreso del destierro y anuncia un futuro de consuelo y esperanza. Con la comparación de la fecundidad de la lluvia y de la nieve anuncia también la fecundidad de la palabra de Dios allí donde cae. Esta lectura nos dispone para la escucha posterior de la parábola del Sembrador, del evangelio de hoy.

PRIMERA LECTURA

Lectura del libro de Isaías 55, 10-11

Así dice el Señor:

«Como bajan la lluvia y la nieve del cielo,
y no vuelven allá sino después de empapar la tierra,
de fecundarla y hacerla germinar,
para que dé semilla al sembrador y pan al que come,
así será mi palabra, que sale de mi boca:
no volverá a mí vacía,
sino que hará mi voluntad
y cumplirá mi encargo».

Palabra de Dios.

Salmo responsorial (Salmo 64)

Compuesto para ser cantado en una fiesta de acción de gracias por la cosecha, el salmo 64 nos invita a contemplar los bienes de la creación y a pensar en otra cosecha: la semilla de vida eterna que Dios ha sembrado en nuestias almas. Unámonos también nosotros al clamor y cantar de los valles diciendo con el salmista:

Salmo responsorial: Salmo 64, 10. 11. 12-13. 14

R. La semilla cayó en tierra buena y dio fruto.

Tú cuidas de la tierra, la riegas
y la enriqueces sin medida;
la acequia de Dios va llena de agua,
preparas los trigales. R.

Riegas los surcos, igualas los terrones,
tu llovizna los deja mullidos,
bendices sus brotes. R.

Coronas el año con tus bienes,
tus carriles rezuman abundancia;
rezuman los pastos del páramo,
y las colinas se orlan de alegría. R.

Las praderas se cubren de rebaños,
y los valles se visten de mieses,
que aclaman y cantan. R.

Segunda lectura (Romanos 8, 18-23)

San Pablo nos recuerda que la gloria de Dios que un día se descubrirá es mucho más grande que cualquier sufrimiento. Pero para contemplar esa gloria, es necesario que su Palabra haga eco en nuestros corazones.

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 8, 18-23

Hermanos:

Sostengo que los sufrimientos de ahora no pesan lo que la gloria que un día se nos descubrirá. Porque la creación, expectante, está aguardando la plena manifestación de los hijos de Dios; ella fue sometida a la frustración, no por su voluntad, sino por uno que la sometió; pero fue con la esperanza de que la creación misma se vería liberada de la esclavitud de la corrupción, para entrar en la libertad gloriosa de los hijos de Dios.

Porque sabemos que hasta hoy la creación entera está gimiendo toda ella con dolores de parto.

Y no sólo eso; también nosotros, que poseemos las primicias del Espíritu, gemimos en nuestro interior, aguardando la hora de ser hijos de Dios, la redención de nuestro cuerpo.

Palabra de Dios.

Monición al Evangelio (Mateo 13, 1-23)

Mediante una parábola que usa imágenes de la vida del campo, Jesús nos pretende hoy explicar la naturaleza del Reino de Dios y las leyes que rigen su implantación. Preparémonos para escuchar una seria advertencias y, al mismo tiempo, un mensaje de esperanza.

EVANGELIO

 Lectura del santo evangelio según san Mateo 13, 1-23

Aquel día, salió Jesús de casa y se sentó junto al lago. Y acudió a él tanta gente que tuvo que subirse a una barca; se sentó, y la gente se quedó de pie en la orilla.

Les habló mucho rato en parábolas:

—«Salió el sembrador a sembrar. Al sembrar, un poco cayó al borde del camino; vinieron los pájaros y se lo comieron.

Otro poco cayó en terreno pedregoso, donde apenas tenía tierra, y, como la tierra no era profunda, brotó en seguida; pero, en cuanto salió el sol, se abrasó y por falta de raíz se secó.

Otro poco cayó entre zarzas, que crecieron y lo ahogaron.

El resto cayó en tierra buena y dio grano: unos, ciento; otros, sesenta; otros, treinta. El que tenga oídos que oiga».

Se le acercaron los discípulos y le preguntaron:

—«¿Por qué les hablas en parábolas?».

Él les contestó:

—«A vosotros se os ha concedido conocer los secretos del reino de los cielos y a ellos no. Porque al que tiene se le dará y tendrá de sobra, y al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene. Por eso les hablo en parábolas, porque miran sin ver y escuchan sin oír ni entender. Así se cumplirá en ellos la profecía de Isaías:

«Oiréis con los oídos sin entender;
miraréis con los ojos sin ver;
porque está embotado el corazón de este pueblo,
son duros de oído, han cerrado los ojos;
para no ver con los ojos, ni oír con los oídos,
ni entender con el corazón,
ni convertirse para que yo los cure».

¡Dichosos vuestros ojos, porque ven, y vuestros oídos, porque oyen! Os aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis vosotros y no lo vieron, y oír lo que oís y no lo oyeron.

Vosotros oíd lo que significa la parábola del sembrador:

Si uno escucha la palabra del reino sin entenderla, viene el Maligno y roba lo sembrado en su corazón. Esto significa lo sembrado al borde del camino.

Lo sembrado en terreno pedregoso significa el que la escucha y la acepta en seguida con alegría; pero no tiene raíces, es inconstante, y, en cuanto viene una dificultad o persecución por la palabra, sucumbe.

Lo sembrado entre zarzas significa el que escucha la palabra; pero los afanes de la vida y la seducción de las riquezas la ahogan y se queda estéril. Lo sembrado en tierra buena significa el que escucha la palabra y la entiende; ése dará fruto y producirá ciento o sesenta o treinta por uno».

Palabra del Señor.

Oración de los fieles

Opción 1

Hermanos, unámonos para orar al Señor que nos exhorta a acoger su Palabra como tierra fértil que da fruto en abundancia y digamos todos:

Te rogamos Señor, óyenos.

  1. Por la Iglesia, para que sea siempre fiel al llamado de Dios de esparcir la semilla de la Palabra en el corazón de los fieles, con humildad, sencillez, paciencia y perseverancia. Oremos.
  2. Por el Papa, los obispos y los sacerdotes, en comunión con los laicos, propaguen el mensaje de esperanza en to dos los rincones de la tierra, llevando la Palabra que edifica y da nueva vida. Oremos.
  3. Por los gobernantes de las naciones, especialmente por los de nuestro país, para que pongan por encima de sus intereses personales las necesidades de las personas y fomenten la paz y la justicia. Oremos.

    4. Por aquellos hogares en los que falla la convivencia familiar, para que reine la unión y la fraternidad, se promuevan los valores cristianos, respetando los derechos y cumpliendo las obligaciones entre padres e hijos y demás miembros de la familia. Oremos.

    5. Por toda esta comunidad, para que sepamos estar atentos a la Palabra, la acojamos con fe y la pongamos en práctica, cumpliendo siempre la voluntad de Dios. Oremos.

    Presidente: Escucha, Padre, la ora ción de tu Iglesia y concédele lo que confiadamente te pide. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Opción 2

  1. Por cada uno de los que formamos la Iglesia, para que, junto a quienes nos proclaman la Palabra de Dios, seamos campo fértil para que el reino de Dios se vaya extendiendo por todo el mundo. Roguemos al Señor.
  2. Por quienes tienen alguna responsabilidad en el gobierno de las naciones, para que unan esfuerzos por la conservación de nuestros recursos naturales. Roguemos al Señor.
  3. Por los que sufren hambre y miseria en el mundo, para pronto vean el auxilio de quienes acaparan las riquezas que Dios ha repartido para todos. Roguemos al Señor.
  4. Por los que este día hemos escuchado la Palabra de Dios, para que su eficacia transforme nuestras vidas y la hagamos producir frutos abundantes para el Reino de Dios. Roguemos al Señor.

Presentación de las Ofrendas

Llevemos al altar los dones de pan y vino, para renovar el sacrificio pascual que construye el Reino y nos prepara para que colaboremos en su construcción en el mundo.

Comunión

En la mesa de los cristianos se nos ofrece hoy el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Vayamos alegremente a recibirle para fortalecer nuestra vida.

Final

La misa ha finalizado y volvemos a la vida en la que se va construyendo constantemente el Reino de Dios. Hagamos que, con nuestras acciones, la Palabra que hemos escuchado produzca el fruto deseado.

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