Material para el Animador de la Palabra.
XV Domingo del Tiempo Ordinario. 16 de julio de 2023.
1. AMBIENTACIÓN
Podemos colocar un cartel con una de estas frases: “Dios no habla en vano” o, “Dios siembra su Palabra en nuestra tierra”.
2. RITOS INICIALES
Monición. Tan verdadero como que necesitamos alimentar el cuerpo es que necesitamos también, alimentar el espíritu. Estos encuentros de oración y “siembra” de la Palabra, en asamblea creyente, son propicios para ello y fortalecen nuestras convicciones cristianas.
Con su revelación Dios ha sembrado su Palabra. Su plan es que pasemos por la vida rindiendo según las capacidades que tenemos. Por ahí va el mensaje de este domingo.
Canto
Saludo. Hermanas y hermanos, bendigamos al Señor, que ha sembrado su Palabra en nosotros.
Acto penitencial
Porque a veces somos como tierra dura, Señor, ten piedad.
Porque eres la Palabra que da vida al mundo, Cristo, ten piedad.
Porque esperas con toda razón que tu semilla germine en nosotros, Señor, ten piedad.
Gloria
Oración
Dios, Padre bondadoso, has fecundado la historia humana con el Evangelio de Jesús. Él es, a la vez, semilla y tierra buena. Concédenos asumir, cada día más, su estilo fiel para que tu semilla no se frustre en nosotros. Por J. N. S. Amén.
3. LITURGIA DE LA PALABRA
Monición a las lecturas. La Palabra de Dios es eficaz y fecunda, como lluvia que hace germinar los campos y da cosecha al labrador. De esta manera Dios se comunica y empeña su Palabra. A Él no le va hablar en vano... Lo que dice o promete, lo cumple. Gracias a su revelación las personas vamos creciendo en humanidad. Dios ha dejado caer su Palabra como una semilla y espera que dé fruto. Pero esto no será posible sin nuestra colaboración.
Lecturas. Is 55,10-11. Salmo o canto. Rm 8,18-23. Aclamación (Aleluya). Mt 13,1-23. Breve silencio.
Comentario homilético. La salvación que Jesús nos ofrece es un don generoso del Padre, pero también hay que trabajarla preparándonos como mejor sepamos para una buena sementera. Ser “buna tierra” es una aspiración profundamente arraigada en nosotros: “Aguardamos impacientemente la hora de ser hijos de Dios en plenitud”. Esta experiencia de la redención se agranda progresivamente en la medida en que acogemos la Palabra y no frenamos su dinamismo transformador.
El evangelio nos habla de siembra y de cosecha. Jesús, apasionado misionero, fue sembrando la Palabra con el testimonio de su propia vida “La Palabra era la casa de su Ser” la sembró abundantemente hasta hacer de su propio cuerpo sementera de Vida plena... Si falla la cosecha no se pude echar la culpa a la tacañería del sembrador. Sembró en todos los terrenos con abundancia.
Abrirse a la Palabra, preparar la tierra para que germine la acción de Dios, es responsabilidad de cada uno de nosotros. El Evangelio no aporta rentabilidad a nuestras cuentas de ahorro, pero sí nos llena de humanidad, de coraje, de fraternidad, de equilibrio y responsabilidad... condiciones básicas e indispensables para vivir como personas libres.
Esta parábola del sembrador no necesita interpretación por nuestra parte, ya que, es el propio Jesús el que nos da la interpretación, veamos: “Si uno escucha la palabra del Reino sin entenderla, viene el Maligno y roba lo sembrado en su corazón. Esto significa lo sembrado al borde del camino. Lo sembrado en terreno pedregoso significa el que la escucha y la acepta en seguida con alegría; pero no tiene raíces, es inconstante, y, en cuanto viene una dificultad o persecución, sucumbe. Lo sembrado entre zarzas significa el que escucha la Palabra, pero los afanes de la vida y la seducción de las riquezas la ahogan y queda estéril. Lo sembrado en tierra buena significa el que escucha la Palabra y la entiende; éste dará fruto y producirá ciento, setenta o treinta por uno”
Silencio de interiorización.
Credo
Oración de los fieles
Oremos hermanas y hermanos, para que el mundo se abra a la revelación de Dios. roguemos al Señor.
Oremos para que los cristianos sepamos anunciar la Palabra de Dios con alegría, roguemos al Señor
Pidamos especialmente por los que no aciertan a escuchar al Dios bueno que se comunica cada día a través de su palabra, roguemos al Señor.
Pidamos por los niños y jóvenes, para que su corazón sea buena tierra donde germine la semilla de la Palabra Dios, roguemos al Señor.
Por los organismos interesados en la agricultura, para que procuren la solución justa y eficaz a los problemas urgentes del campo, roguemos al Señor.
Por nosotros, para que siempre estemos atentos a la Palabra de Dios y la pongamos por obra, roguemos al Señor.
4. RITO DE LA COMUNIÓN
Monición. La comunión con Jesús nos ha de ayudar para tener una vida fecunda, en compromiso permanente y rica en testimonio.
Canto
Introducción al Padre nuestro
Te bendecimos, Dios bueno, Señor de la historia.
sabemos que estás en el mundo, solidario con todos,
como la mejor energía que nos puede motivar:
un Dios entregado, convertido en semilla,
en Palabra interpelante,
en sabiduría que penetra e interroga...
¡Qué necesario y cariñoso eres, Padre!
Siembras sin recorte tu palabra hecha Evangelio:
nos llena de sentido,
orienta como una brújula,
multiplica las aspiraciones,
está grávida de sabiduría.
Germina en todos los que preparan su tierra...
Tu Palabra, Padre Dios, no vuelve a Ti vacía.
Antes ha cumplido tu encargo: ser revelación.
Que tu semilla no caiga nunca en vano.
Nos abrimos como un surco
y te invocamos juntos: Padre nuestro...
Gesto de la paz
Distribución de la comunión
Acción de gracias
Te damos gracias, Padre bueno, porque dejas caer en todo terreno la semilla del Evangelio. Tu deseo es que germiné y se desarrolle hasta la plenitud del ciento por uno. No es tan alta cosecha porque muchas veces fallamos al ideal.
Por eso, acepta, Padre, esta confesión y aumenta los deseos de corresponder a tu generosidad. Líbranos de malos consejeros y bendícenos para convertir tu semilla en amplia cosecha.
5. RITO DE CONCLUSIÓN
Compromiso. Preparar el “terreno” para que la Palabra dé fruto abundante.
Oración después de la comunión (se toma del misal)
Bendición
Monición final. Todos los cristianos tenemos ahora el compromiso principal y necesario de sembrar el Evangelio. No es una labor fácil. Por eso la hemos de cumplir con mayor atención.
A nosotros nos corresponde preparar la tierra y sembrar... Después vendrá Dios que favorecerá el crecimiento. Hagamos cuanto podamos y, tengamos confianza.
Canto final y despedida.
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