Monición de entrada
Buenos días (tardes, noches) queridos hermanos, les damos la más cordial bienvenida a la celebración eucarística dominical, en el décimo segundo domingo del tiempo ordinario.
La liturgia nos entrega un mensaje de esperanza y nos invita a no tener miedo, pues si estamos con Jesús, él está de nuestro lado hasta el final de los tiempos. Aquí cobramos ánimo para ser sus testigos en el mundo.
Disponemos todo nuestro ser, y de pie entonamos el canto de entrada para comenzar esta santa Misa.
Moniciones a las lecturas
Monición única para todas las lecturas
Todas las lecturas de hoy nos hablan de un Dios que cuida de todos nosotros, especialmente de quienes pasan por grandes dificultades. Así lo manifiesta Jeremías, alabando al Dios salvador en los momentos en que lo acechan sus enemigos. Esa misma certeza manifiesta el salmo y San Pablo. Lo confirma también Jesús en el Evangelio de San Mateo, invitándonos a no temer cuando aceche la dificultad, pues Dios, nuestro Padre, vela por nosotros.
Atentos escuchemos esta Palabra.
Moniciones para cada lectura
Monición a la primera lectura (Jeremías 20, 10-13)
En medio de la persecución, Jeremías manifiesta su confianza en Dios. Se mantiene firme y sigue siendo fiel a su vocación profética, sin perder la esperanza en la ayuda de Dios.
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro de Jeremías 20, 10-13
Dijo Jeremías:
«Oía el cuchicheo de la gente:
«Pavor en torno; delatadlo,
vamos a delatarlo».
Mis amigos acechaban mi traspié:
«a ver si se deja seducir, y lo abatiremos,
lo cogeremos y nos vengaremos de él».
Pero el Señor está conmigo,
como fuerte soldado;
mis enemigos tropezarán y no podrán conmigo.
Se avergonzarán de su fracaso
con sonrojo eterno que no se olvidará.
Señor de los ejércitos, que examinas al justo
y sondeas lo íntimo del corazón,
que yo vea la venganza que tomas de ellos,
porque a ti encomendé mi causa.
Cantad al Señor, alabad al Señor,
que libró la vida del pobre de manos de los impíos».
Palabra de Dios.
Monición al salmo responsorial (Salmo 68)
El salmo 68 manifiesta la angustia del justo en medio de la hostilidad y clama el auxilio de Dios. Unámonos a esa plegaria del salmista respondiendo:
Salmo responsorial: Salmo 68, 8-10. 14 y 17. 33-35
R. Que me escuche tu gran bondad, Señor.
Por ti he aguantado afrentas,
la vergüenza cubrió mi rostro.
Soy un extraño para mis hermanos,
un extranjero para los hijos de mi madre;
porque me devora el celo de tu templo,
y las afrentas con que te afrentan caen sobre mí. R.
Pero mi oración se dirige a ti,
Dios mío, el día de tu favor;
que me escuche tu gran bondad,
que tu fidelidad me ayude.
Respóndeme, Señor, con la bondad de tu gracia;
por tu gran compasión, vuélvete hacia mí. R.
Miradlo, los humildes, y alegraos,
buscad al Señor, y vivirá vuestro corazón.
Que el Señor escucha a sus pobres,
no desprecia a sus cautivos.
Alábenlo el cielo y la tierra,
las aguas y cuanto bulle en ellas. R.
Monición a la segunda lectura (Romanos 5, 12-15)
San Pablo en su carta a los Romanos, nos hace hoy una comparación entre Adán y Jesús. Si por el primero entró el pecado, por el segundo entró la salvación y gracias a ello hemos recibido la reconciliación y la vida.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 5, 12-15
Hermanos:
Lo mismo que por un hombre entró el pecado en el mundo, y por el pecado la muerte, y así la muerte pasó a todos los hombres, porque todos pecaron.
Pero, aunque antes de la Ley había pecado en el mundo, el pecado no se imputaba porque no había Ley. A pesar de eso, la muerte reinó desde Adán hasta Moisés, incluso sobre los que no habían pecado con una transgresión como la de Adán, que era figura del que había de venir.
Sin embargo, no hay proporción entre el delito y el don: si por la transgresión de uno murieron todos, mucho más, la gracia otorgada por Dios, el don de la gracia que correspondía a un solo hombre, Jesucristo, sobró para la multitud.
Palabra de Dios.
Monición al Evangelio (Mateo 10, 26-33)
En su discurso misionero, Jesús, en el Evangelio de San Mateo, ahora nos anima a no tener miedo en las persecuciones, porque él estará siempre de nuestra parte, si nosotros estamos con él. Nada ni nadie puede matarnos el alma ni la libertad interior.
Preparémonos con el canto del aleluya, para recibir con gozo el mensaje de Jesús.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Mateo 10, 26-33
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles:
—«No tengáis miedo a los hombres, porque nada hay cubierto que no llegue a descubrirse; nada hay escondido que no llegue a saberse.
Lo que os digo de noche decidlo en pleno día, y lo que escuchéis al oído pregonadlo desde la azotea.
No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. No, temed al que puede destruir con el fuego alma y cuerpo. ¿No se venden un par de gorriones por unos cuartos? Y, sin embargo, ni uno solo cae al suelo sin que lo disponga vuestro Padre. Pues vosotros hasta los cabellos de la cabeza tenéis contados. Por eso, no tengáis miedo; no hay comparación entre vosotros y los gorriones.
Si uno se pone de mi parte ante los hombres, yo también me pondré de su parte ante mi Padre del cielo. Y si uno me niega ante los hombres, yo también lo negaré ante mi Padre del cielo».
Palabra del Señor.
Oración de los fieles
Opción 1
Presidente: Oremos a Dios nuestro Padre y encomendémosle nuestra causa. Respondamos todos:
Padre, escucha nuestra oración.
- Por la Iglesia que sufre persecución por anunciar el Evangelio, para que siempre siga adelante, dando testimonio de Cristo, auxiliada por el Espíritu Santo. Roguemos al Señor.
- Por los gobernantes de las naciones, para que se abran siempre al diálogo y busquen el acercamiento con todos los sectores sociales, incluso con aquellos que no piensan como ellos, para impulsar proyectos comunes, que beneficien a todos. Roguemos al Señor.
- Por los que sufren por cualquier causa, víctimas del odio, de la
incomprensión, para que encuentren en Jesús la fuerza necesaria para resistir y salir adelante. Roguemos al Señor. - Por todos nosotros, para que en cualquier circunstancia escuchemos y atendamos el llamado de Dios a no tener miedo, sabiendo que nunca nos dejará solos en nuestra lucha por la salvación. Roguemos al Señor.
Presidente: Que tu bondad, Señor, nos escuche; por tu gran compasión, vuélvete
hacia nosotros. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
Opción 2
- Por el Papa, obispos, sacerdotes y todas las personas consagradas y misioneros que pregonan la buena nueva de salvación por el mundo, para que lo sigan haciendo con la fuerza del Espíritu Santo y la confianza de que nadie puede matar el alma. Roguemos al Señor.
- Por los que tienen alguna responsabilidad en el gobierno de las naciones, especialmente por el nuestro, para que luchen sin miedo por la paz y la reconciliación de los pueblos. Roguemos al Señor.
- Por los que sufren persecución por causa del Evangelio, para que la palabra que hoy se nos ha proclamado les anime en medio de la angustia. Roguemos al Señor.
- Por los que ahora hemos escuchado el mensaje de Jesús, para que vayamos a dar testimonio sin temor alguno ante las personas con las que a diario tenemos contacto, especialmente ante nuestros familiares. Roguemos al Señor
Presentación de las ofrendas
Fruto del trabajo del hombre es el pan y el vino que llevamos al altar, para que se conviertan en el Cuerpo y la Sangre de Cristo, alimento saciará nuestra hambre espiritual.
Comunión
Participemos ahora del Banquete Eucarístico, alimento que nos ayudará a ser testigos de Cristo en este mundo.
Final
Hermanos, ha finalizado la Santa Misa y retornamos a nuestros hogares con el compromiso de seguir construyendo con Cristo el reino que nos ha anuncia
Fuentes: Aldazábal, José, Enséñame tus caminos 8 Los Domingos Ciclo A, Centro de Pastoral Litúgica Barcelona, 2004; Gutiérrez A. Guillermo, Hablaré de Tí a mis hermanos Ciclo A; La Casa de La Bilia, Tú tienes Palabras de vida, Ciclo A, Verbo Divino; Secretariado Nacional de Liturgia, Comentarios Bíblicos al Leccionario Ciclo A.
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