1.- Estaban tan sólo a 20 kilómetros, montaña abajo, de un refugio repleto de víveres donde todos hubieran podido salvarse, mientras ellos iban muriendo uno a uno entre los despojos del avión, rodeados de nieve en lo alto del monte, alimentándose de la carne de sus compañeros muertos. Esta fue la trágica ironía de aquel avión perdido en las cimas de los Andes el 12 de octubre de 1972. Perdidos en la nieve no sabían a donde ir ni sabían el camino.
Cuántas veces caminamos en el desierto. No sabemos a dónde vamos. Sobre la arena no hay camino. Y el camino de nuestras pisadas detrás las va borrando el viento. Náufragos en medio del océano donde los peces no dejan caminos ni sendas ¿A dónde vamos? ¿Dónde esta el camino?
Las más de las veces hacemos mucho camino a diario, no paramos un momento, para al fin del día encontrarnos donde empezamos. Caminamos pero no avanzamos. No sabemos a dónde ir. Cómo vamos a saber el camino. Vidas sin camino.
Jesús que se llama a Si mismo Camino, ¿sabe a dónde va? Jesús no va a ninguna parte. El término de su camino no es un lugar, es una persona. Jesús va al Padre.
Para todos nosotros es fácil ir a un sitio. Es fácil venir a la Iglesia o que nos traigan. Es más difícil ir al Padre, porque al Padre se va con el corazón, con la fe, escuchando su Palabra.
2.- ¿Es tal vez posible que los que sabemos que Jesús en Camino al Padre vivamos vidas sin camino, mares sin sendas, desiertos sin rumbo, que después de hacer tanto camino estemos siempre en el mismo sitio?
¿No será que oímos al Padre, oímos a Jesús, pero no los escuchamos? El radioaficionado capta por curiosidad las órdenes de la policía y las oye. El policía escucha esas órdenes que para él se traducen en acción y tal vez en peligro y en muerte. El radioaficionado se divierte, el policía ve implicada toda su vida.
¿Oímos la palabra de Dios o la escuchamos? ¿Estos bancos de la iglesia nos sirven de aparcamiento como un cine al aire y nos admiramos con la Palabra del Señor o hasta nos aburrimos, pero no acabamos de sentirnos implicados personalmente en el mensaje que es para nosotros?
Sin duda creemos en Jesús, ¿pero por qué no hacemos las obras que Él hizo, como Él mismo nos dice hoy? ¿Por qué no somos como Él testigos de la verdad con valentía en una sociedad hostil a la Fe? ¿Por qué no pasamos como Él haciendo el bien? ¿Por qué no sabemos vivir para los demás? ¿Por qué estamos estancados en el camino?
3.- Fe es ir al Padre, es caminar hacia el Padre, es movimiento. Por eso ninguno de nosotros podemos ser espectadores. San Pedro nos acaba de decir que todos nosotros tenemos un sacerdocio regio. Y eso no es un mero título que nos honra. Es una profesión que hay que ejercer en bien del pueblo de Dios, una misión para ir y llevar a los demás al Padre.
¿Sabíais que hoy hay ya en la Iglesia varios miles –muchos—de diáconos casados y célibes? Son hombres que han escuchado no como el radioaficionado por curiosidad, sino como el que recibe una orden para ponerse en camino en servicio de los demás.
José María Maruri, SJ
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