15 abril 2023

Moniciones y Lecturas 23 de abril de 2023 – III Domingo de Pascua Ciclo A

Monición de entrada

Buenos días (tardes, noches), queridos hermanos. Sean todos bienvenidos a la casa de Dios para celebrar juntos la santa misa en el tercer domingo de Pascua, con la alegría del resucitado.

Domingo a domingo seguimos celebrando la Pascua como un don. Jesús, que nos lo ha
dado, quiere seguir con nosotros y comunicarse en su palabra y sacramentos incluso en los momentos de mayor apatía y baja espiritual Con el gozo de saber que Cristo Resucitado camina junto a nosotros y nos ha convocado a este banquete, comencemos jubilosos esta Santa Misa, cantando juntos el canto de entrada. De pie, por favor.

Moniciones a las lecturas

Monición única para todas las lecturas

La resurrección de Cristo sigue siendo el centro de las lecturas para este día. Es la que anuncia Pedro en su discurso de Pentecostés, la que invoca la carta del mismo Pedro para sacar consecuencias para la vida de los cristianos, y el centro de la conversación y de la experiencia de los discípulos de Emaús en su encuentro con el Señor. Escuchemos con mucha atención.

Moniciones para cada lectura

Monición a la primera lectura (Hechos de los Apóstoles 2, 14. 22-33)

En la primera lectura, del Libro de los Hechos de los Apóstoles, nos encontramos con un fragmento del discurso de Pedro el día de Pentecostés, que nos ofrece el núcleo de la predicación cristiana a los judíos. Escuchemos con atención esta intervención de san Pedro.

PRIMERA LECTURA

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 2, 14. 22-33

El día de Pentecostés, Pedro, de pie con los Once, pidió atención y les dirigió la palabra:

—«Judíos y vecinos todos de Jerusalén, escuchad mis palabras y enteraos bien de lo que pasa. Escuchadme, israelitas: Os hablo de Jesús Nazareno, el hombre que Dios acreditó ante vosotros realizando por su medio los milagros, signos y prodigios que conocéis. Conforme al designio previsto y sancionado por Dios, os lo entregaron, y vosotros, por mano de paganos, lo matasteis en una cruz. Pero Dios lo resucitó, rompiendo las ataduras de la muerte; no era posible que la muerte lo retuviera bajo su dominio, pues David dice, refiriéndose a él:

«Tengo siempre presente al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré.

Por eso se me alegra el corazón,
exulta mi lengua,
y mi carne descansa esperanzada.

Porque no me entregarás a la muerte
ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción.

Me has enseñado el sendero de la vida,
me saciarás de gozo en tu presencia».
Hermanos, permitidme hablaros con franqueza: El patriarca David murió y lo enterraron, y conservamos su sepulcro hasta el día de hoy. Pero era profeta y sabía que Dios le había prometido con juramento sentar en su trono a un descendiente suyo; cuando dijo que «no lo entregaría a la muerte y que su carne no conocería la corrupción», hablaba previendo la resurrección del Mesías. Pues bien, Dios resucitó a este Jesús, y todos nosotros somos testigos.

Ahora, exaltado por la diestra de Dios, ha recibido del Padre el Espíritu Santo que estaba prometido, y lo ha derramado. Esto es lo que estáis viendo y oyendo».

Palabra de Dios.

Monición al salmo responsorial (Salmo 15)

El salmo de hoy ha sido escogido por la cita que de él hace Pedro en su discurso de Pentecostés, aplicando sus afirmaciones a la resurrección de Jesús. Aclamemos al Señor con el salmo 15 diciendo:

Salmo responsorial: 15, 1-2a y 5. 7-8. 9-10. 11

R. Señor, me enseñarás el sendero de la vida.

Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti;
yo digo al Señor: «Tú eres mi bien».
El Señor es el lote de mi heredad y mi copa;
mi suerte está en tu mano. R. 

Bendeciré al Señor, que me aconseja,
hasta de noche me instruye internamente.
Tengo siempre presente al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré. R. 

Por eso se me alegra el corazón,
se gozan mis entrañas,
y mi carne descansa serena.
Porque no me entregarás a la muerte,
ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción. R. 

Me enseñarás el sendero de la vida,
me saciarás de gozo en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha R.

Monición a la segunda lectura (1 Pedro 1, 17-21)

En su carta escrita a los cristianos del Asia Menor, perseguidos en tiempo de Domiciano, san Pedro les anima haciéndoles ver las consecuencias muy concretas del hecho de la resurrección de Jesús, ya que los cristianos han sido rescatados «a precio de la sangre de Cristo» y ahora «creen en Dios y han puesto en Él su fe y su esperanza». Escuchemos atentos.

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro 1, 17-21

Queridos hermanos:

Si llamáis Padre al que juzga a cada uno, según sus obras, sin parcialidad, tomad en serio vuestro proceder en esta vida.

Ya sabéis con qué os rescataron de ese proceder inútil recibido de vuestros padres: no con bienes efímeros, con oro o plata, sino a precio de la sangre de Cristo, el Cordero sin defecto ni mancha, previsto antes de la creación del mundo y manifestado al final de los tiempos por nuestro bien.

Por Cristo vosotros creéis en Dios, que lo resucitó de entre los muertos y le dio gloria, y así habéis puesto en Dios vuestra fe y vuestra esperanza.

Palabra de Dios.

Monición al Evangelio (Lucas 24, 13-35)

Este domingo leemos a Lucas, que nos narra con exquisita delicadeza y una estructura muy bien pensada, la aparición de Jesús a los dos discípulos de Emaús. Un camino de ida y vuelta, con actitudes diferentes.

Entonando el aleluya, preparémonos para que Jesús haga arder también nuestros corazones.

EVANGELIO

 Lectura del santo evangelio según san Lucas 24, 13-35

Dos discípulos de Jesús iban andando aquel mismo día, el primero de la semana, a una aldea llamada Emaús, distante unas dos leguas de Jerusalén; iban comentando todo lo que había sucedido. Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo.

Él les dijo:

—«¿Qué conversación es esa que traéis mientras vais de camino?».

Ellos se detuvieron preocupados. Y uno de ellos, que se llamaba Cleofás, le replicó:

—«¿Eres tú el único forastero en Jerusalén, que no sabes lo que ha pasado allí estos días?».

Él les pregunto:

—«¿Qué?»..

Ellos le contestaron:

—«Lo de Jesús, el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo; cómo lo entregaron los sumos sacerdotes y nuestros jefes para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que él fuera el futuro liberador de Israel. Y ya ves: hace dos días que sucedió esto. Es verdad que algunas mujeres de nuestro grupo nos han sobresaltado: pues fueron muy de mañana al sepulcro, no encontraron su cuerpo, e incluso vinieron diciendo que habían visto una aparición de ángeles, que les habían dicho que estaba vivo. Algunos de los nuestros fueron también al sepulcro y lo encontraron como habían dicho las mujeres; pero a él no lo vieron».

Entonces Jesús les dijo:

—«¡Qué necios y torpes sois para creer lo que anunciaron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto para entrar en su gloria?».

Y, comenzando por Moisés y siguiendo por los profetas, les explicó lo que se refería a él en toda la Escritura.

Ya cerca de la aldea donde iban, él hizo ademán de seguir adelante; pero ellos le apremiaron, diciendo:

—«Quédate con nosotros, porque atardece y el día va de caída».

Y entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero él desapareció.

Ellos comentaron:

—«¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?».

Y, levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, que estaban diciendo:

—«Era verdad, ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón».

Y ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.

Palabra del Señor.

Oración de los fieles

Opción 1

Al Señor de la Pascua, a Cristo Jesús,  elevemos nuestra plegaria común diciendo todos:

Jesús Resucitado, escúchanos

  1. Por la Iglesia, para que en este tiempo de Pascua se renueve
    en su afán evangelizador y ponga todos sus recursos para hacer llegar a todos los pueblos la alegría del resucitado. Oremos.
  2. Por el Papa Francisco, los obispos y los sacerdotes,  para que el Espíritu de la
    Pascua lo impulse en su misión pastoral y puedan proclamar sin ningún temor que Cristo está vivo. Oremos.
  3. Por los gobernantes de las naciones,  para que en su trabajo no dejen de inspirarse en un orden moral recto y justo, haciendo el bien a todos, sin distinción alguna. Oremos.
  4. Por todos los que sufren, para que no desfallezcan y se reanimen en la esperanza pascua!, sabiendo que si Cristo venció la muerte, nosotros también podemos vencer cualquier dificultad, con la ayuda de Dios. Oremos. 
  5. Por esta comunidad que, como los discípulos de Emaús, estamos reunidos en torno al altar, para que sepamos encontramos con el Señor en las Escrituras y al partir el pan de la Eucaristía arda nuestro corazón. Oremos.

Presidente: Recibe, Señor, esta oración que confiadamente te dirigimos. Tú que
vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén

Opción 2

  1. Por el Papa, Obispos y Sacerdotes, para que con la fuerza de Cristo resucitado sigan obedeciendo a Dios antes que a los intereses del mundo y sean testigos de la Resurrección de Cristo. Oremos.
  2. Para que nuestros gobiernos impulsen leyes orientadas a la justicia, derecho y libertad. Oremos.
  3. Para que los que sufren encuentren en Cristo Resucitado su fortaleza y guía. Oremos.
  4. Para que nosotros, que nos hemos reunido hoy en esta asamblea santa, demos testimonio de que Cristo ha resucitado y vive en nuestros corazones. Oremos

Presentación de las ofrendas

Llevemos ahora al altar nuestras ofrendas de pan y vino, que al ser convertidos en el Cuerpo y la Sangre de Cristo, serán para nosotros un anticipo del banquete nupcial
y de la alianza nueva.

Comunión

«Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio», nos ha dicho el Evangelio de hoy. Ahora también quiere darnos a comer su cuerpo y su sangre. Acerquémonos a recibirle dignamente. Cantemos.

Final

Así como los discípulos volvieron a Jerusalén a contar lo sucedido en su encuentro con Jesús Resucitado, volvamos nosotros a nuestros hogares a seguir siendo testigos de su resurrección.

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