Monición de entrada
Queridos hermanos, tengan muy buenos días (tares, noches). Con mucha alegría y gozo nos reunimos nuevamente en este lugar santo, para celebrar la Pascua de Cristo, en el segundo Domingo de Pascua o Fiesta de la Divina Misericordia.
Dentro de la Cincuentena Pascual, tiene personalidad propia esta primera semana que hoy acaba, la «octava de Pascua», que se celebra como un único día.
Moniciones a las lecturas
Monición única para todas las lecturas
Las lecturas de hoy nos hablan del poder transformador de la fe pascual que, según el evangelio, es capaz de hacer que el grupo de los discípulos, cerrado sobre sí mismo, se transforme, por la fuerza del Espíritu, en una comunidad misionera. Los Hechos de los Apóstoles insisten en que esa experiencia transformadora ha de traducirse en una comunión de vida y de bienes entre los creyentes. El cambio radical que opera en nosotros la resurrección de Jesús es tal que la primera carta de Pedro lo considera un “renacer” que es obra de Dios y fundamenta nuestra esperanza en la salvación que esperamos con alegría. Escuchemos con mucha atención.
Moniciones para cada lectura
Monición a la primera lectura (Hechos de los apóstoles 2, 42-47)
En el libro de los Hechos de los Apóstoles nos reflejamos en verdad las comunidades cristianas de todos los tiempos. Hoy leemos un pasaje que nos resume cómo era la vida de aquella primera comunidad. Con atención escuchemos.
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 2, 42-47
Los hermanos eran constantes en escuchar la enseñanza de los apóstoles, en la vida común, en la fracción del pan y en las oraciones.
Todo el mundo estaba impresionado por los muchos prodigios y signos que los apóstoles hacían en Jerusalén. Los creyentes vivían todos unidos y lo tenían todo en común; vendían posesiones y bienes, y lo repartían entre todos, según la necesidad de cada uno.
A diario acudían al templo todos unidos, celebraban la fracción del pan en las casas y comían juntos, alabando a Dios con alegría y de todo corazón; eran bien vistos de todo el pueblo, y día tras día el Señor iba agregando al grupo los que se iban salvando.
Palabra de Dios.
Monición al salmo responsorial (Salmo 117)
El salmo 117, más que comentar la primera lectura, sintoniza con la Pascua que estamos celebrando. Este salmo es la voz del Resucitado r también la voz de los que participamos de la resurrección de Jesús. Por eso alabemos a Dios diciendo:
Salmo responsorial: Salmo 117, 2-4. 13-15. 22-24
R. Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.
Diga la casa de Aarón:
eterna es su misericordia.
Digan los fieles del Señor:
eterna es su misericordia. R.
Empujaban y empujaban para derribarme,
pero el Señor me ayudó;
el Señor es mi fuerza y mi energía,
él es mi salvación.
Escuchad: hay cantos de victoria
en las tiendas de los justos. R.
La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.
Éste es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo. R.
Monición a la segunda lectura (1 Pedro: 1, 3-9)
La primera carta de san Pedro fue escrita para animar a la perseverancia a cristianos perseguidos. En el texto que leeremos hoy es un himno de acción de gracias a Dios Padre, por la herencia que nos ha otorgado por la Resurrección de Cristo, y que esperamos alcanzar después de superar las pruebas que nos presenta el mundo.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro: 1, 3-9
Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que en su gran misericordia, por la resurrección de Jesucristo de entre los muertos, nos ha hecho nacer de nuevo para una esperanza viva, para una herencia incorruptible, pura, imperecedera, que os está reservada en el cielo. La fuerza de Dios os custodia en la fe para la salvación que aguarda a manifestarse en el momento final.
Alegraos de ello, aunque de momento tengáis que sufrir un poco, en pruebas diversas: así la comprobación de vuestra fe —de más precio que el oro, que, aunque perecedero, lo aquilatan a fuego— llegará a ser alabanza y gloria y honor cuando se manifieste Jesucristo.
No habéis visto a Jesucristo, y lo amáis; no lo veis, y creéis en él; y os alegráis con un gozo inefable y transfigurado, alcanzando así la meta de vuestra fe: vuestra propia salvación.
Palabra de Dios.
Monición al Evangelio (Juan 20, 19-31)
San Juan en su Evangelio nos relata hoy dos apariciones posteriores a la resurrección de Jesús. Cristo resucitado nos regala su paz y nos asigna una misión. Preparémonos a la escucha de esta Buena Nueva, cantando el aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Juan 20, 19-31
Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo:
—«Paz a vosotros».
Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor.
Jesús repitió:
—«Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo».
Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo:
—«Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos».
Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían:
—«Hemos visto al Señor».
Pero él les contestó:
—«Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo».
A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomas con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo:
—«Paz a vosotros».
Luego dijo a Tomás:
—«Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente».
Contestó Tomás:
—«¡Señor mío y Dios mío!».
Jesús le dijo:
—«¿Porque me has visto has creído?
Dichosos los que crean sin haber visto».
Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Éstos se han escrito para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre.
Palabra del Señor.
Oración de los fieles
Opción 1
Presidente: Conmovidos por el amor infinito de Dios que resucitó a Jesucristo
haciéndolo Señor de todas las cosas, dirijamos a Él nuestras oraciones diciendo todos:
Escucha, Señor, nuestra oración
- Por la Iglesia, para que pueda resucitar cada día para testimoniar la
fuerza del amor y proclamar al mundo que Cristo está vivo. Oremos. - Por nuestros gobernantes, para que el Espíritu del Resucitado les ayude a manejar con sabiduría los intereses del Estado. Oremos.
- Por quienes sufren dolor en el alma o en el cuerpo y mueren poco a poco, para que puedan recibir el consuelo de la Resurrección de Cristo, que venció la muerte, y para que nosotros nos hagamos solidarios con nuestra ayuda concreta y nuestras oraciones. Oremos.
- Por nuestra comunidad parroquial, para que la inunde la alegría de la Resurrección, de tal modo que sea luz en el mundo que la rodea, especialmente para aquellos que viven sin esperanza en una vida eterna. Oremos.
Presidente: Estas son nuestras necesidades, Señor, ayúdanos con tu poder y tu
gracia para resplandecer ante todos con la vida nueva de la Pascua. Te lo pedimos a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
Opción 2
- Por la Iglesia Santa de Dios, comunidad de los creyentes, para que manifieste la presencia de Cristo resucitado con la alegría de saberse llena de su misericordia. Oremos.
- Por los jefes de las naciones, para que el Espíritu del Resucitado les inspire buenas decisiones en favor del resurgimiento de los pueblos hundidos en el subdesarrollo y la pobreza. Oremos.
- Por los que sufren en el mundo, especialmente por aquellos azotados por la pandemia del coronavirus, para que la alegría del Resucitado haga resurgir en ellos nuevas ilusiones y sientan que la Divina Misericordia les acompaña. Oremos.
- Por los que celebramos la Pascua de Cristo este día en torno a la mesa del Señor, para que la paz de Cristo nos acompañe y seamos difusores de esta buena Nueva de Salvación para el mundo. Oremos.
Presentación de las ofrendas
De los bienes que Dios nos ha dado, en su gran Misericordia Divina, llevamos ahora al altar el Pan y el Vino, fruto de nuestro trabajo y que ahora se convertirán en el Cuerpo y la Sangre de Cristo.
Comunión
«Dichosos los que crean sin haber visto» ha dicho el Señor ahora a Tomás. Porque creemos en la presencia real de Cristo en la hostia consagrada, acudimos a recibirle. Cantamos.
Final
«Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo» ha dicho Jesús en el Evangelio de hoy. De aquí salimos con la misión, confiada por el Señor, de anunciar de palabra y obra su mensaje de la salvación y perdón de los pecados. Vayamos a cumplirla.
Fuente: Aldazábal, José, Enséñame tus caminos 8 – Los Domingos Ciclo A, Centro de Pastoral Litúrgica, Barcelona, 2004; La Casa de la Biblia, Tú tienes palabras de vida – Lectura Creyente de los Evangelios Dominicales Ciclo A, Editorial Verbo Divino, 2010; Bartolomé, Juan J., El Corazón de la Palabra Ciclo A, Editorial CCS
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