Buenos noches, días, tardes:
Queridos hermanos, todavía no ha llegado Pentecostés y estamos en Pentecostés. Hoy veremos a Pedro presentarse junto a los Once, levantando la voz para gritarle al mundo que Cristo ha resucitado de entre los muertos y nos ha convertido en testigos de su resurrección. Cristo Jesús aceptó la muerte desde su fidelidad al ser humano y desde su fidelidad al Padre. Aceptó la muerte y la transformó para nosotros en vida, redención, resurrección... Les invito hermanos a ponerse de pie, mientras cantamos con entusiasmo para recibir a los ministros de la Eucaristía.
Primera lectura: Hechos 2,14.22-23 (No era posible que la muerte dominara a Jes£s)
No era posible que la muerte lo retuviera bajo su dominio. San Pedro nos hablará con claridad y nos dará su testimonio sobre la Resurrección, de la cual nosotros somos testigos. Escuchemos.
Segunda lectura: I Pedro 1,17-21 (Han sido redimidos con la sangre de Cristo)
El Señor con su muerte y resurrección nos ha rescatado de nuestra estéril manera de vivir, no con bienes efímeros, sino a un precio muy caro, el precio de la sangre de Cristo. Con Cristo resucitado hemos pasado ya a la vida de Dios, a la Vida Eterna. Pongan mucha atención a esta exhortación de San Pedro.
Tercera lectura: Lucas 24, 13-35 (Le reconocieron al partir el pan)
El texto del Evangelio de hoy es exclusivo de san Lucas, el cual describe la experiencia de dos discípulos camino a Emaús; dos comentaristas solitarios de lo sucedido recientemente. Iban caminando tristes porque creían muerto a su rey. Jesús se le hace presente y camina con ellos, sin ser reconocido. El compañero desconocido entró en su casa y en sus vidas, bendijo, partió y dio el pan. La palabra se hizo comida, sacramento y el amigo visible se hizo invisible. De pie, por favor, para que entonemos jubilosos el Aleluya, antes de escuchar el mensaje evangélico de hoy.
Oraci¢n Universal:
- 1. A cada invocaci¢n, respondan, por favor: “Qu‚date con nosotros, Señor”
Por la Iglesia; para que, caminando al paso de la humanidad, sepa llevar a todos la esperanza gozosa de la resurrecci¢n en Cristo, roguemos al Señor.
Por los que viven sin fe, los que caminan sin esperanza, decepcionados, como los dos de Ema£s; para que el Señor Jes£s camine junto a ellos, abra sus ojos y encienda sus corazones, roguemos al Señor.
Por los j¢venes; para que sepan responder con generosidad a la llamada del Señor, en la vida religiosa y sacerdotal, roguemos al Señor.
Por los que se han encomendado a nuestras oraciones y los que oran por nosotros; para que a unos y a otros, el Señor nos conceda lo que con fe le pedimos, pero que se haga siempre su voluntad, roguemos al Señor.
Por cada uno de nosotros, los aqu¡ reunidos; para que seamos capaces de reconocerle a l en el pr¢jimo, que camina a nuestro lado, en las Sagradas Escrituras, en la comida eucar¡stica, al partir el pan, roguemos al Señor.
Exhotación final:
Bendito seas, Señor Jesús, por tu paciencia con nosotros,
Tardos para entender tu palabra y reacios para creer en ti,
Debido a nuestra desesperanza y derrotismo en el camino en el camino de Emaús.
Te creíamos muerto para siempre, pero tú vives hoy como ayer.
¿Cómo te reconocemos, Señor, como el Dios de la vida,
Si tu palabra y tu pan no caldean nuestros fríos corazones?
Abre los ojos de nuestro espíritu para que te encontremos allí
Donde tú estás vivo en el clamor del pobre y del que sufre.
Gracias, Señor, porque podemos reconocerte en tu Palabra,
En la Eucaristía y en la comunidad de los hermanos en la fe.
Camina a nuestro lado y quédate con nosotros para siempre.
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