02 marzo 2023

II Domingo Cuaresma: Moniciones a las lecturas

 Resultado de imagen de II Domingo Cuaresma ciclo A: la transfiguración


Monición a la lectura:

Toda vocación empieza por una llamada que nos saca de nuestra casa y de nuestras casillas. Puede tener formas diversas, pero siempre es una llamada a cortar con algo o con alguien, a ponerse en camino, a superarse, trascenderse y transfigurarse. La llamada puede decir: sal o sube o baja o ven…
No se sabe lo que nos espera, pero hay promesa y bendición: “crecerás, te ensancharás”, tendrás fruto, darás vida, vivirás…
No responder a la llamada significa conformismo, rutina, apego, falta de libertad, parálisis, esterilidad, muerte.

Lectura del libro del Génesis
En aquellos días, el Señor dijo a Abrahán: -Sal de tu tierra y de la casa de tu padre hacia la tierra que te mostraré. Haré de ti un gran pueblo, te bendeciré, haré famoso tu nombre y será una bendición. Bendeciré a los que te bendigan, maldeciré a los que te maldigan. Con tu nombre se bendecirán todas las familias del mundo.
Abrahán marchó, como le había dicho el Señor.

Palabra de Dios
Monición al salmo:

Necesitamos, Señor, tu misericordia, porque es grande nuestra miseria y sólo Tú puedes salvarnos.
Andamos preocupados, nerviosos y endurecidos. Vivimos en un mundo sin corazón.
Por eso, Señor, compadécete de nosotros, que tu corazón grande cure nuestro corazón pequeño y ponga corazón en este mundo, y así todos los hombres se entiendan, se ayuden y se quieran, como Tú esperas de nosotros, pero nosotros lo esperamos de Ti.

Salmo: Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti.
(Salmo 32)

Monición al Evangelio
El Tabor es una experiencia luminosa; una cercanía de Dios que conmociona y transfigura. Estas experiencias no son duraderas. Pero las necesitamos tanto. La necesitaban los discípulos, que deberían hacer acopio de luz, para cuando llegara la noche. La necesitaba Jesús que tenía delante el problema de la muerte, nada fácil de entender ni de aceptar. Y las necesitamos nosotros, porque muchas veces se nos apaga la fe y porque nos pesa demasiado la vida.
+ Lectura del santo Evangelio según San Mateo
En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan y se los llevó aparte a una montaña alta. Se transfiguró delante de ellos y su rostro resplandecía como el sol y sus vestidos se volvieron blancos como la luz. Y se les aparecieron Moisés y Elías conversando con él.
Pedro entonces tomó la palabra y dijo a Jesús: -Señor, ¡qué hermoso es estar aquí! Si quieres, haré tres chozas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.
Todavía estaba hablando cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra, y una voz desde la nube decía: -Este es mi Hijo, el amado, mi predilecto. Escuchadle.
Al oírlo, los discípulos cayeron de bruces, llenos de espanto. Jesús se acercó y tocándolos les dijo: -Levantaos, no temáis.
Al alzar los ojos no vieron a nadie más que a Jesús, solo. Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó: -No contéis a nadie la visión hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos.

Palabra del Señor

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