Gracias, Señor, por tu presencia continuada en medio de nosotros.
Gracias, por hacerte alimento que nos ayuda a amar, perdonar, acoger, acompañar.
Ayúdanos a despojarnos de nuestro orgullo, de nuestra suficiencia, y a descubrir la grandeza de la pequeñez, de la disponibilidad, del servicio, del perdón fraterno.
Señor, danos un corazón que olvide, tantas veces como Tú, que tienda la mano disculpadora, tantas veces como Tú, que vuelva a creer en las personas y amarlas, tantas veces como Tú y que nos limpie de resentimientos y memorias, tantas veces como Tú.
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