01 febrero 2023

Monición para el V Domingo del Tiempo Ordinario - Ciclo A

 Tiempo Ordinario – Ciclo A- V Domingo

Monición de entrada

Como comunidad de hermanos, comprometidos con el Proyecto de Dios, nos reunimos para celebrar nuestra fe. Si hemos de gustar el “sabor” de las bienaventuranzas, la realidad se ve con ojos diferentes. La vida ya tiene otro sabor y otra iluminación. Los pobres de espíritu, los limpios de corazón, los misericordiosos son los que están preparados para dar otro sentido a la vida propia y a la vida de los otros. Debemos estar inmersos en los acontecimientos de la historia familiar, social, eclesial. Que no hagamos nuestra vida separados de la realidad. Y, ahí, metidos en los sucesos diarios, podamos ejercer nuestra misión de ser sal y luz.


Primera lectura Is 58,7-10 (Tu luz surgirá como la aurora y tus heridas sanarán rápidamente.)

Si compartes el pan con los que tienen hambre, los pobres encuentran un techo en tu casa, vistes al desnudo y no vuelves la espalda a tu hermano; tu luz surgirá como la aurora y tus heridas sanarán rápidamente. Dios siempre te acompañará y te cuidará y siempre que lo llames te responderá: «Aquí estoy.»




Segunda lectura 1 Cor. 2, 1-5

Como san Pablo, no podemos basar nuestra fe en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios. No es importante la elocuencia que podamos tener, lo que vale es la Palabra de Jesucristo y transmitirla a todos.


Tercera lectura Mt. 5,13-16 (Jesús anima a los discípulos a alegrarse en tiempos de persecución)

Si has recibido la luz, iluminas incluso sin querer, por la propia energía de esta luz, que es señal segura en el camino. Es la luz de la fe, de esa verdad que es presencia y amor de Dios entre nosotros y en lo hondo del alma, de tu mente y de tu corazón. Luz recibida que es preciso alentar y hacer crecer; la fe que has recibido es la luz con la que has de iluminar.


Oración Universal:

A cada invocación, ustedes, responderán: “Padre, escucha nuestra súplica”



  • Por toda la Iglesia de Jesús, para que crezca la unidad entre todos sus miembros y comunidades, roguemos al Señor.
     
  • Por las personas que se sienten en tinieblas, sin sentido, sin esperanza… para que encuentren la luz de Jesús en la vida y se acrecente su fe, roguemos al Señor.
     
  • Para que todos se animen a glorificar al Señor con su propia vida, con luz del cristiano ilumina el camino del Evangelio, roguemos al Señor.
     
  • Para que nunca se apague en nuestras vidas la fe, y que nuestras palabras transpiren la Sabiduría de tu Palabra, vivida y transmitida, experimentada y testimoniada, roguemos al Señor.


    Exhortación Final

    (Tomado de B. Caballero: La Palabra cada Domingo, San Pablo, España, 1993, p. 117)

    Padre nuestro del cielo, hoy nuestra plegaria
    se centra en el deseo de Cristo al pedirte ardientemente
    la unidad total de cuantos por el ancho mundo creemos en ti.
    Solamente tú puedes lograr lo que parece imposible:
    que los hermanos esperados nos unamos en una sola Iglesia,
    formando un solo rebaño bajo la guía de un solo pastor.

    Todos hemos sido bautizados en un mismo Espíritu
    para constituir un solo cuerpo, el cuerpo eclesial de Cristo.
    Ayúdanos a mantener la unidad de la fe con el vínculo de la paz,
    porque una sola es la meta de la esperanza de la vocación
    a la que tú nos llamas en Jesucristo nuestro Señor.

    Amén.

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