“Ahora es tiempo de gracia…”
Cuaresma no es sólo
época de ayunos y abstinencias,
de colores morados y recuerdos de muerte…
Cuaresma es camino de vida.
Si nos recuerda que somos polvo
y al polvo volveremos
es también para decirnos
que Dios nos sacará de la ceniza.
Cuaresma es camino de bautismo,
porque nuestro bautismo de niños
debe hacerse siempre adulto;
porque es en el día a día
donde el corazón de piedra
se va haciendo de carne;
donde nuestra vieja humanidad
se transforma en joven…
Cuaresma es camino de lucha
contra los enemigos de fuera
y, más aún, los que llevamos dentro,
agarrados a nuestra condición humana.
A los que nos repiten siempre
que sólo de pan, de confort y de lujos
vive el corazón del hombre…
Tú les respondes
que es la palabra de tu boca
A los que nos animan y empujan
a apuntarnos a éxitos fáciles
a cambios externos y frívolos…
Tú les respondes
que no podemos tentar al Señor Dios;
que el camino de conversión
es camino siempre de lucha,
de esfuerzo y continuidad.
Y a los que nos piden
adorar a otros señores:
al Dios-dinero, al Dios-sexo,
al Dios-bienestar, al Dios-droga…
Tú les respondes
que el Señor Dios es sólo uno,
que a Él sólo podemos adorar;
que no podemos servir a dos señores…
Cuaresma es tiempo de gracia,
aunque la historia de los hombres
sea triste y cruel;
aunque nuestra propia historia
sea tan pobre y tan vulgar…
Porque donde abundó el pecado,
mucho más sobreabunda la gracia;
porque no existe proporción
entre nuestra culpa y el don de Dios;
porque gracias a uno solo, Jesucristo,
recibimos a raudales
el don gratuito de la amnistía,
de la paz total contigo…
Sí, Cuaresma es tiempo de gracia.
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