LA PROPUESTA DE JESÚS PARA SER FELIZ
Por José María Martín OSA
1.- Todos deseamos vivir felices. Nos esforzamos arduamente en toda nuestra vida para alcanzar la felicidad. Pero la felicidad pareciera como el rayito del sol del invierno que aparece y desaparece en el tiempo menos pensado. Muchos de nosotros creemos que para ser feliz se necesita alcanzar cierto nivel material, social y ambiental. En cierta forma esas condiciones no son del todo equivocadas. Lo cierto es que lo material y lo ambiental pueden ser condiciones secundarias, pero no la razón céntrica de la felicidad. La base de la verdadera felicidad está en el corazón. Jesús señaló el auténtico camino que conduce a la felicidad. Son las nueve propuestas de las Bienaventuranzas.
2.- Seguir a Jesús es obtener la felicidad plena. Frente a la felicidad artificial e incompleta que ofrece el mundo, Jesús nos promete y hace realidad en nosotros el Reino de Dios. Las Bienaventuranzas proponen un ideal de vida que, como todo ideal, es inalcanzable en su totalidad. Los pobres de espíritu, los que lloran, los sufridos, los que tienen hambre y sed de la justicia, los misericordiosos, los limpios de corazón, los que trabajan por la paz, los perseguidos por causa de la justicia, los que son insultados o calumniados por causa de Jesús son felices porque Dios está con ellos, no porque en sí la miseria, el llanto o la incomprensión sean buenos. El cristiano no es un masoquista, sino que es haciendo el bien como encuentra la felicidad.
Tenemos que estar alegres y contentos porque nuestra recompensa será grande en el Cielo. Pero no sólo se nos promete la felicidad futura, pues ya en este mundo somos felices. Bien decía Baden Powel, fundador del movimiento scout, que “la mejor manera de ser feliz es hacer felices a los demás”. En cambio, los satisfechos y egoístas son infelices, porque han puesto su confianza en sí mismos en lugar de ponerla en Dios. Jesús invierte el orden de valores de este mundo, lo pone todo al revés. Por eso su mensaje es revolucionario….Muchas veces se ha querido deformar u ocultar la exigencia radical del Evangelio. Pero sus palabras son claras, no hay duda de que el que quiera seguirle tiene que estar dispuesto a vivir de otra manera. Le criticarán, se meterán con él, será rechazado, pero tiene la seguridad de que va a ser feliz. Muchas veces tendrá que ir a contracorriente por defender valores evangélicos que contrastan con los valores del mundo. Pero el cristiano debe ser consecuente y afrontar el riesgo que supone seguir a Jesús de Nazaret.3.- Los pobres de espíritu son felices. La respuesta del Salmo coincide con la primera Bienaventuranza: “Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos”. Es el resumen de todo lo que va a decir después. Si vaciamos nuestro corazón de la codicia y la ambición, vendrá la paz y el gozo del Reino de Dios. Mientras que el corazón está lleno de codicia y ambición, no podrá gozar de la paz ni de la felicidad, porque aquellas estarán siempre peleando, discutiendo y destruyendo a la persona. El medio que estuvo rodeando a Adán y Eva era un ambiente perfecto para gozar de felicidad y de paz. No había dolor, ni lamento ni lágrima, había abundancia de todo porque así lo deseaba Dios; era un lugar realmente hermoso y perfecto, pero ellos no fueron felices. ¿Por qué? Porque el corazón de ellos estuvo lleno de ambición. Entró la ambición que sobrepasó los límites; quisieron ser igual a Dios, no estuvieron contentos con lo que eran y se alejaron de El. Si tenemos frío hemos de acercarnos a la hoguera que nos calienta, pero si nos alejamos continuaremos helados. Nuestro orgullo nos hace incapaces de reconocer a Aquel que es el Amor que calienta nuestra vida. Sólo los humildes pueden encontrar al Señor, como nos dice el profeta Sofonías y recalca Pablo en la Primera Carta a los Corintios: Dios ha escogido a lo débil del mundo para humillar el poder. Ser pobre de espíritu no tiene nada que ver con ser apocado o medroso. Las Bienaventuranzas son palabras que nos transmiten alegría, consuelo, esperanza y fortaleza. Jesús predicó las Bienaventuranzas porque las vivía. En este domingo le pedimos que también nosotros sepamos vivir según “el espíritu de las Bienaventuranzas”.
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