Inicial.
Nos encontramos reunidos para celebrar la Eucaristía en este 3º domingo de Adviento, sintiendo ya muy cerca la Navidad, la llegada del Dios-Niño.
La característica de este domingo es la “alegría”. Pero no una alegría barata y comercial, sino la que viene del Espíritu: alegría honda, compasiva, solidaria, contagiosa, sacrificada, inagotable. Una alegría que se identifica con Jesús, que llega de nuevo para ser liberación y Buena Noticia para todos los hombres, especialmente para los que sufren, los que están tristes o no tienen libertad.
Encendemos el tercer cirio de la Corona de Adviento, que va iluminando nuestro camino hacia la Navidad.
Primera Lectura.
El profeta hace con entusiasmo un canto a la libertad y a la alegría. La alegría de volver a su tierra tras muchos años de exilio. Se acabaron las penas y los miedos. Hasta la naturaleza se viste con sus mejores galas.
Segunda Lectura.
El apóstol nos invita a esperar con paciencia la venida del Señor. Hoy, estamos especialmente necesitados de esta virtud, ya que somos impacientes y queremos ver los frutos casi antes de empezar cualquier acción.
Evangelio.
El Evangelio siempre es Buena Noticia. Jesús ante la pregunta que le hacen los mensajeros de Juan, muestra el cumplimiento de los signos mesiánicos anunciados por los Profetas, signos de misericordia y liberación.
Puestos de pie cantamos aleluya.
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