José R. Flecha
“Mirad: la virgen está encinta y da a luz a un hijo, y le pone por nombre Emmanuel (que significa, Dios con nosotros)” (Is 7,14). Los reyes de Siria y de Israel se han unido para
atacar al reino de Judá. En previsión de un asedio a la ciudad de Jerusalén, el rey Acaz está revisando los canales de conducción de agua a la ciudad.
En ese momento, el profeta Isaías se acerca y le anuncia que no habrá guerra. Ante ladesconfianza del rey, el profeta le sugiere que pida una señal. Pero el rey asegura que no necesita pruebas. Ante su autosuficiencia, el Señor le ofrece la señal de la vida. Está para nacer un niño que se llamará Emmanuel, es decir: ¡Dios con nosotros! Y crecerá en paz.
En el salmo responsorial resuena la promesa de la cercanía de Dios a nuestro mundo y a nuestra situación personal: “Va a entrar el Señor. Él es el Rey de la gloria” (Sal 23).
San Pablo, por su parte, nos exhorta de nuevo a creer que Jesús, descendiente de David, es Hijo de Dios y nuestro Salvador (Rom 1,1-7). Es preciso esperar y acoger su venida.
LA DUDA Y LA INQUIETUD
El evangelio de este cuarto domingo de Adviento nos presenta la anunciación del ángel a José de Nazaret, esposo de María (Mt 1,18-24). Dios le hace ver que lo ha elegido precisamente a él para tutelar la vida del Mesías.
A primera vista nos impresiona la situación de José y las dudas que surgen en él al percibir el estado de su esposa. Es verdad que en la memoria de Israel había ya acontecimientos que denotaban que Dios intervenía de forma insospechable en el nacimiento de las personas que elegía para una importante misión.
Pero la fe y la aceptación de los planes de Dios no dejan de inquietar a aquel artesano que tenía ya un proyecto para su vida. Sin embargo, el ángel del Señor le ayuda a aceptar el
don de la vida que se anuncia y el plan que Dios tiene sobre su propia existencia.
Además, el ángel le confiere el honor y la responsabilidad de poner nombre al niño que va a nacer de su esposa: “Tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los
pecados” (Mt 1,21). Así que José ha de aceptar con fe la salvación que Dios ofrece a su pueblo y ofrecer su tutela a ese niño por el cual viene la salvación.
LA PRESENCIA DE DIOS
El evangelio de Mateo recuerda la antigua profecía de Isaías. Pasados los siglos, se hace realidad tanto aquella promesa de paz como la certeza de la presencia de Dios.
• “La virgen concebirá y dará a luz un hijo”. La doncella anunciada por Isaías al rey Acaz es ahora presentada como una virgen. El hijo que va a nacer de ella no es fruto del esfuerzo y de los planes humanos. El Salvador que Dios envía a la humanidad es un don gratuito que viene a redimir la pobreza y la humillación humana.
• “Le pondrá por nombre Emmanuel”. Dios había estado siempre al lado de su pueblo.
Ahora se manifiesta en el hijo de María. Pero Dios se mostrará cercano no solo a su pueblo, sino a todos los pueblos y a todas las gentes, sean del origen que sean. Es más, adoptará su
naturaleza y sus sueños, su fatiga y sus esperanzas.
- Padre de los cielos, en este tiempo de turbación y de dudas, de crisis y desaliento, concédenos la limpieza de María y la silenciosa docilidad de José, para que tu hijo Jesús haga
presente entre nosotros tu salvación y tu misericordia. Amén.
EXAMEN DE CONCIENCIA
EL SALVADOR DE LOS PECADOS
“Tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados” (Mt 1,21)
1. Alguna vez hemos oído a una niña preguntar de qué nos ha de salvar Jesús, puesto que estamos muy bien. ¿No reflejará esa pregunta la situación cultural de una sociedad que se siente satisfecha de sus logros económicos?
2. El nombre de Jesús significa “El Señor salva”. ¿Pensamos y creemos que realmente necesitamos que Dios nos salve como pueblo y como personas?
3. El ángel indica a José de Nazaret que ha de imponer el nombre de Jesús al niño que nacerá de María. ¿Qué significa ese nombre para esta sociedad que parece haber olvidado sus raíces cristianas?
4. ¿En la comunidad a la que pertenezco se percibe el respeto al nombre de Jesús y el deseo de escuchar su palabra y seguir su camino?
5. El ángel anuncia a José que el hijo de María salvará a su pueblo de los pecados.
¿Sigue siendo verdad que el drama de nuestro tiempo es que hayamos perdido la conciencia de pecado, como dijo una vez Pío XII?
6. ¿Somos conscientes de que las injusticias y las mentiras, la inmoralidad y los abusos, la violencia y las guerras de nuestro tiempo son efectos y manifestaciones del pecado, tanto personal como estructural?
7. ¿Personalmente, admito humildemente que también yo necesito que el Señor me conceda la salvación y el perdón de mis pecados?
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