Este domingo se nos invita a reflexionar sobre nuestra mirada, sobre nuestros deseos, sobre el horizonte al que nos gustaría movernos.
En aquel tiempo, Juan, que había oído en la cárcel las obras de Cristo, le mandó a preguntar por medio de dos de sus discípulos:
- ¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?
Jesús les respondió:
- Id a anunciar a Juan lo que estáis viendo y oyendo: los ciegos ven y los inválidos andan; los leprosos quedan limpios y los sordos oyen; los muertos resucitan, y a los pobres se les anuncia la Buena Noticia. ¡Y dichoso el que no se sienta defraudado por mí!
Al irse ellos, Jesús se puso a hablar a la gente sobre Juan:
- ¿Qué salisteis a contemplar en el desierto, una caña sacudida por el viento? O qué fuisteis a ver, ¿un hombre vestido con lujo? Los que visten con lujo habitan en los palacios. Entonces, ¿a qué salisteis, a ver a un profeta? [...]
Mt 11,2-11
¿Qué salisteis a contemplar en el desierto? ¿Hacia dónde dirigís la mirada? ¿Qué os llama la atención? ¿Qué deseáis? ¿Qué horizonte os seduce? ¿Lujo, oropel y cartón piedra? ¿Parecer que sois unos triunfadores para que os envidien y os admiren? ¿Una caña agitada por el viento?
Vivimos en la cultura del ‘parecer’: parecer guapos, parecer exitosos, parecer brillantes, aparentar que tenemos miles, millones de amigos y de seguidores en las redes sociales. Necesitamos exhibirnos para existir.
¿Qué estás mirando? ¿Qué te seduce? ¿Qué ambicionas? ¿Dónde sospechas que hay que invertir, que esforzarse para construir una vida buena?
Una vida personal y una vida social, colectiva, de todos y para todos.
El adviento es tiempo de apostar por valores sólidos que cimienten una vida de calidad. Es más lento, vas contracorriente, no es espectacular... pero quizá sea lo único que tiene futuro a largo plazo.
El otro día nos juntamos varios de la cuadrilla a tomar unos potes. Salió, para variar, el tema de los alquileres, los pisos... yo volví a meter la pulla: “Si alguien se anima, tengo dos habitaciones libres en febrero”, pues Sylvia y Cecilia terminan el trabajo y vuelven para su tierra: “175 euros, habitaciones de lujo...”
Iñaki me replicó: “Te lo estás currando de pena, podrías cobrarle más y que a ti te saliera tirado el alquiler”. “Ya lo sé, podría cobrarles incluso 250, que es la media de una habitación en la zona, y no sólo pagar menos, hasta ganar pasta... Lo que pasa es que no quiero” respondí. Ahí se quedó la cosa, nos íbamos de fiesta y no era plan de discutir.
Es la eterna discusión de las opciones vitales, vivir lo mejor que puedes sin pensar en los demás o tratar a todo el mundo como te gustaría que te trataran a ti. Hoy vuelve a resonar en mi cabeza aquello de que si no vives como piensas, acabas pensando como vives. Es un acto pequeño, apenas le di importancia en su día, algo tan de cajón el no aprovecharse de los demás...
Jabi
Prestadle vuestro cuerpo a esta Esperanza,
que se haga don y ofrenda en vuestras manos.
Que se pueda leer en vuestros gestos
que soñáis con ser hermanos.
Preparad el camino al Señor
y tener muy claro que no es lo mismo
esperar que parar, unir que juntar,
cambiar que transformar,
condenar que visitar al condenado,
expulsar que acoger al que viene de otro país.
No es lo mismo
ser luz que lucirse, imaginar que crear,
contar que cuenta conmigo.
Que no es lo mismo
lo que digan en televisión
que lo que diga tu corazón.
Que tenemos un corazón
en el que Dios sigue actuando
y nosotros esperamos
porque sabemos que todo es distinto.
Es Adviento... todo es distinto...
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Deja tu comentario