16 noviembre 2022

Reflexión domingo 20 noviembre: COLABOREMOS EN LA CONSTRUCCIÓN DEL REINO

 COLABOREMOS EN LA CONSTRUCCIÓN DEL REINO

Por José María Martín OSA

1.- Jesús Predicó el Reino. En los evangelios encontramos hasta diez parábolas que hablan del Reino de Dios. ¿Qué es el Reino? Creo que la expresión más adecuada para definirlo es la de Pablo VI: la civilización del amor. Encima de la cruz había un cartel que decía "Este es el rey de los judíos". Su reino, sin embargo, no es de este mundo, pero comienza aquí en este mundo, aunque todavía no ha llegado a su plenitud. Es el "ya, pero todavía no". Jesús dejó bien claro que su Reino no es como los reinos de este mundo. El texto del evangelio de hoy nos ofrece un fuerte contraste con la primera lectura: David fue aclamado por su pueblo; el evangelio nos muestra cómo Jesús, descendiente del rey David, es insultado por los soldados romanos y por una turba sedienta de un espectáculo de sangre. Ciertamente, Jesús es rey con plenitud de derechos, pues desciende de David y porque Dios su Padre lo ha constituido como tal. Pero su reino es diferente....

2.- La salvación que ofrece Jesús. La forma como ejerció esta dignidad real rompió todos los esquemas: es un rey, pero nace en un establo; es un rey, pero su corte está constituida por unos pescadores rudos; es un rey, pero el pueblo que lo aclama está formado por enfermos, pecadores y por los indigentes de entonces; es un rey cuyo trono lo constituye la cruz, desde la cual expresa la suprema lección de obediencia al Padre, de perdón a los que le causaban tales sufrimientos y de amor sin límites para todos nosotros. Muchas veces quisieron hacer rey a Jesús, pero El lo rechazó: había venido a servir y no a ser servido. Su mesianismo no es político ni espectacular. Hubiera podido salvarse a sí mismo y los dos compañeros crucificados con él, tal como le pedía uno de ellos. Pero su salvación tiene un matiz distinto. Se ofrece a aquél que abre su corazón. Por eso el buen ladrón sí fue salvado por Jesús: "Hoy estarás conmigo en el paraíso"

3.- Hemos de trabajar para construir el Reino de Dios ya en este mundo. San Agustín recuerda que los evangelios "no dicen que su Reino no está en este mundo, sino no es de este mundo. No dice que su Reino no está aquí, sino no es de aquí". El Reino de Dios sí está aquí, es decir comienza aquí. Esto significa que debemos colaborar en el establecimiento de unas condiciones de vida en las que reine la justicia, la paz y la fraternidad. Mientras esto no se consiga, no podemos estar contentos. No debemos huir de este mundo, sino implicarnos en su transformación aquí y ahora, sin esperar que llegue pasivamente el "Reino de los cielos".

4.- Jesucristo debe reinar en nuestro corazón. Debe ser el auténtico rey de nuestras vidas. En el trono de la cruz Jesús demostró que había venido a servir y a dar su vida en rescate por todos. Su cetro fue una simple y ridícula caña, su manto real una túnica de color púrpura, su corona estaba hecha de espinas. En nuestro bautismo fuimos consagrados como reyes. Sólo seremos verdaderos reyes si somos capaces de servir al estilo de Jesús, porque "servir es reinar". Colaboremos en la construcción del Reino.

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