¡HASTA EL FINAL CON EL SEÑOR!
Llegamos, con el próximo domingo en que contemplaremos a Jesús como Rey, es Cristo Rey, con todo lo que ello significa, está el fondo y el sustrato de nuestra fe. Luego, profesarla, vivirla y testimoniarla será consecuencia de nuestro encuentro personal con Él.
1.- Con San Pablo podemos concluir que, mientras no sucede la llegada de Cristo, nos toca dar testimonio y trabajar para que el Señor, y su mensaje, sean conocidos. Hagamos todo lo posible, como compromiso con el Año de la FE, para que el evangelio sea más extendido en todos los rincones de nuestro mundo
2.- Como desde hace siglos, se sigue hablando si estamos en una etapa final de la historia, del hombre y del mundo mismo. ¿Qué hacer? ¿Cómo reaccionar? ¿Hacia dónde caminar? Las pistas nos las ofrece el evangelio de este día: “No hagáis caso”.
Estamos en la hora del testimonio. Nos toca, hoy más que nunca, separar la paja del trigo, la auténtica fe de la religión a la carta. ¿Qué conlleva todo ello? Incomprensión, persecuciones o incluso el intento sistemático de reducir lo religioso al ámbito privado. ¿Vale la pena creer y esforzarse por el Reino de Dios? ¿Vendrá el Señor a nuestro encuentro? ¿Seremos capaces de aguantar o de soportar las arremetidas que, constantemente, brotan desde la visceralidad de algunas ideologías dominantes? ¡Claro que sí! Recordemos aquello de aquella gota de agua, que por su persistencia, fue capaz de romper con el paso de los años la firmeza de una roca.
3.- Que el Señor nos acompañe en nuestro deseo de transformar el mundo y, de prepararlo también, para que cuando El vuelva encuentre gente amándole, siguiéndole y dando la cara por su Evangelio. ¿Lo intentamos?
Frente a una realidad, el hombre y el mundo acabarán, se nos recuerda algo que nos llena de esperanza: Dios ofrece su salvación.
Que el Señor, a punto de culminar este Año de la Fe, nos ayude a dar más consistencia a nuestras convicciones religiosas y, desde ahí, ser antorcha viva en un mundo que dice tener todas luces encendidas cuando, en verdad, son pólvora de un día.
Javier Leoz
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