HORARIO MISAS VERANO 2024

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INSCRIPCIONES CATEQUESIS CONFIRMACIÓN Y POSCOMUNIÓN 2024-2025

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02 noviembre 2022

Moniciones y Lecturas 6 de noviembre de 2022 – XXXII Domingo del Tiempo Ordinario Ciclo C

 

Monición de entrada

Queridos hermanos, con la más cordial de las bienvenidas les recibimos en la casa de Dios para la celebración de la Santa Misa, en el trigésimo segundo domingo del tiempo ordinario.

Al acercarnos al final del año cristiano, las lecturas apuntan a la Escatología (final de los tiempos). Hoy nos hablará de la resurrección de los muertos.

Con la fe puesta en Cristo, que es la resurrección y la vida, comencemos la celebración de esta Santa Misa. De pie, cantamos…

Moniciones a las Lecturas

Opción 1: Monición para todas las lecturas

Las lecturas de hoy nos ponen ante la muerte y la resurrección. La muerte no tiene la última palabra; por eso no hay que tenerle miedo a morir en manos de los hombres, como lo relata la primera lectura, pues al despertar nos saciaremos de la presencia de Dios, como lo proclamaremos en el salmo. Jesús nos confirma en el Evangelio de hoy esta gran verdad. Escuchemos atentos.

Opción 2: Monición para cada una de las lecturas

Monición a la primera Lectura (II Macabeos 7, 1-2. 9-14)

El segundo libro de los Macabeos nos narra un episodio que resalta la fe que muestran todos sus protagonistas en la resurrección y la otra vida. Escuchemos.

PRIMERA LECTURA

Lectura del segundo libro de los Macabeos 7, 1-2. 9-14

En aquellos días, arrestaron a siete hermanos con su madre. El rey los hizo azotar con látigos y nervios para forzarlos a comer carne de cerdo, prohibida por la Ley.

Uno de ellos habló en nombre de los demás:

—«¿Qué pretendes sacar de nosotros? Estamos dispuestos a morir antes que quebrantar la ley de nuestros padres».

El segundo, estando para morir, dijo:

—«Tú, malvado, nos arrancas la vida presente; pero, cuando hayamos muerto por su ley, el rey del universo nos resucitará para una vida eterna».

Después se divertían con el tercero. Invitado a sacar la lengua, lo hizo en seguida, y alargó las manos con gran valor. Y habló dignamente:

—«De Dios las recibí, y por sus leyes las desprecio; espero recobrarlas del mismo Dios».

El rey y su corte se asombraron del valor con que el joven despreciaba los tormentos.

Cuando murió este, torturaron de modo semejante al cuarto. Y, cuando estaba para morir, dijo:

—«Vale la pena morir a manos de los hombres, cuando se espera que Dios mismo nos resucitará. Tú, en cambio, no resucitarás para la vida».

Palabra de Dios.

Monición al Salmo Responsorial (Sal. 16)

En respuesta a la primera lectura, el salmo 16 nosotros también manifestamos nuestra esperanza en la ayuda de Dios en las tribulaciones.

Nos unimos al salmista diciendo:

Salmo responsorial: Salmo 16, 1. 5-6. 8 y 15

R. Al despertar me saciaré de tu semblante, Señor.

Señor, escucha mi apelación,
atiende a mis clamores,
presta oído a mi suplica,
que en mis labios no hay engaño. R.

Mis pies estuvieron firmes en tus caminos,
y no vacilaron mis pasos.
Yo te invoco porque tú me respondes, Dios mío;
inclina el oído y escucha mis palabras. R.

Guárdame como a las niñas de tus ojos,
a la sombra de tus alas escóndeme.
Yo con mi apelación vengo a tu presencia,
y al despertar me saciaré de tu semblante. R.

Monición a la segunda Lectura (II Tesalonicenses 2, 16-3, 5)

San Pablo, en su segunda carta a los cristianos de Tesalónica, les anima a mirar con esperanza hacia el futuro. Esa comunidad nos representa también a nosotros, con nuestras angustias y miedos, pero también con la esperanza puesta en Dios.

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses 2, 16—3, 5

Hermanos:

Que Jesucristo, nuestro Señor, y Dios, nuestro Padre, que nos ha amado tanto y nos ha regalado un consuelo permanente y una gran esperanza, os consuele internamente y os dé fuerza para toda clase de palabras y de obras buenas.

Por lo demás, hermanos, rezad por nosotros, para que la palabra de Dios siga el avance glorioso que comenzó entre vosotros, y para que nos libre de los hombres perversos y malvados, porque la fe no es de todos.

El Señor, que es fiel, os dará fuerzas y os librará del Maligno.

Por el Señor, estamos seguros de que ya cumplís y seguiréis cumpliendo todo lo que os hemos enseñado.

Que el Señor dirija vuestro corazón, para que améis a Dios y tengáis la constancia de Cristo.

Palabra de Dios.

Monición al Evangelio (Lucas 20, 27-38)

En el Evangelio de hoy, los saduceos, que no creían en la resurrección, se acercan a Jesús para hacerle una pregunta al respecto. La respuesta de Jesús, sorteando hábilmente la ridícula pregunta, afirma, ante todo, la fe en la vida futura y la resurrección.

Preparémonos para la escucha de esta Palabra, cantando el aleluya.

EVANGELIO

 Lectura del santo evangelio según san Lucas 20, 27-38

En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos saduceos, que niegan la resurrección, y le preguntaron:

—«Maestro, Moisés nos dejó escrito: Si a uno se le muere su hermano, dejando mujer, pero sin hijos, cásese con la viuda y dé descendencia a su hermano. Pues bien, había siete hermanos: el primero se casó y murió sin hijos. Y el segundo y el tercero se casaron con ella, y así los siete murieron sin dejar hijos. Por último murió la mujer. Cuando llegue la resurrección, ¿de cuál de ellos será la mujer? Porque los siete han estado casados con ella».

Jesús les contestó:

—«En esta vida, hombres y mujeres se casan; pero los que sean juzgados dignos de la vida futura y de la resurrección de entre los muertos no se casarán. Pues ya no pueden morir, son como ángeles; son hijos de Dios, porque participan en la resurrección.

Y que resucitan los muertos, el mismo Moisés lo indica en el episodio de la zarza, cuando llama al Señor «Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob». No es Dios de muertos, sino de vivos; porque para él todos están vivos».

Palabra del Señor.

Oración de los Fieles

Oremos al Señor, nuestro Dios, que quiere que todos alcancemos la plenitud de la vida por medio de la infusión del Espíritu, al presentarle nuestras plegarias diciendo:

«Escucha a tu pueblo, Señor»

  1. Por nuestra Iglesia, para que con la palabra y los signos de vida cristiana lleve a todos los hombres la esperanza de la resurrección. Oremos.
  2. Por el mundo entero, para que no se deje confundir y siga confiando en que la muerte no tiene la última palabra, sino que hay una vida eterna que nos espera. Oremos.
  3. Por los perseguidos, especialmente aquellos que sufren persecución por causas religiosas, para que con valentía defiendan la vida, le fidelidad, el amor y la fe; para que no dejen nunca de ser testigos ejemplares del Reino. oremos.
  4. Por los que este día celebramos esta Santa Misa, para que aprendamos a gastar nuestra vida en el servicio a los demás, con la esperanza de participar al final en la plenitud de la vida. Oremos.

Presentación de las Ofrendas

Con el pan y el vino, ofrezcamos también al Señor nuestras ilusiones y esperanzas en una vida futura. Cantemos.

Comunión

Cristo, que venció la muerte y resucitó, se nos ofrece hoy en la comunión para animar nuestra fe en que un día compartiremos con él el banquete celestial. Acerquémonos a recibirle.

Final

Animados por la Palabra que hoy hemos escuchado, vayamos al mundo a transmitir esa esperanza que hoy nos llena a todos.

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