LA CORONA DE ADVIENTO
La corona de Adviento es la fórmula más habitual y más sencilla de ir iniciando los domingos de Adviento. Y nuestras moniciones como, en otros años, irán reflejando ese hecho. La corona de Adviento tiene cuatro velas de colores diferentes y cada domingo de Adviento se enciende una. En el caso del primer domingo se encenderá la primera y las demás quedarán apagadas. Cuando lleguemos al segundo domingo de Adviento, antes de iniciarse la Eucaristía, ya estará encendida la vela del domingo anterior y, por tanto, se encenderá la segunda. Haremos lo mismo con la tercera y la cuarta. En caso de la tercera, iniciaremos la celebración con las dos velas anteriores ya encendidas y prenderemos la tercera. Para la cuarta, antes de comenzar ya estarán encendidas las tres y completaremos la corona con la cuarta vela encendida.
OTRAS POSIBILIDADES
Pueden presentarse, delante del altar, cuatro cirios grandes, también de colores, situados sobre una pequeña escalera que los sitúe a diferentes alturas. Esa escalera o estructura puede cubrirse con un paño del color morado típico del Adviento. La más baja será la del primer domingo y la más alta la correspondiente al cuarto. Se encenderán de la misma forma.
Otra fórmula interesante es colocar un “misterio”, un gran portal de Belén. Puede servir el que se vaya a destinar después al Nacimiento. Y se irán poniendo imágenes distintas de manera sucesiva. Al estar el portal vacío, la primera colocación puede ser la del pesebre –la cunita—vacía. Más adelante, en el segundo, se completa con los animales. El tercero con los pastores y San José. El cuarto colocar la imagen orante de la Virgen María manteniendo el pesebre vacío pues todavía no ha nacido el Señor.
El uso de las moniciones es parecido y similar a lo que se cita en el caso de las velas. Y en lugar de decir, por ejemplo, “al encender esta vela” pues se cambia por “al colocar esta figura de…”
BENDICIÓN DE LA CORONA DE ADVIENTO
El primer texto –la monición—es por si, en el primer domingo de Adviento, se hace una presentación y bendición solemne de la Corona de Adviento antes de la Eucaristía. A continuación viene la bendición propiamente dicha. Ambos son obra del Padre Leoz. Por otro lado, en la monición general de entrada de la Eucaristía hay alusión a la Corona.
MONICIÓN
Hermanos ¡Llama el Señor! ¡Nos llama, el Señor, en medio del desierto! A recuperar la alegría de la fe. Viene a nuestro encuentro, en cada circunstancia, para llenarnos de valor y de entereza, de audacia y de esperanza. ¿Seremos capaces de levantar las antenas de nuestra existencia para dejarnos guiar y llevar por El? ¡Vino, viene y vendrá el Señor! Para infundirnos ánimo y sacarnos de tantas fosas en las que nos hemos metido. ¡Necesitamos salvación! ¡Necesitamos a Jesucristo! ¡Bienvenido sea el adviento, tiempo de esperanza y días que nos adentran en los caminos de Dios! Vamos a bendecir la Corona de Adviento. Su color verde nos habla de la esperanza, de la vida que hemos de tener todos los creyentes que anhelamos la llegada del Salvador. Las lámparas, que en cada domingo iremos encendiendo, simbolizan la luz de Cristo que viene a nuestro encuentro y que se imponen sobre la oscuridad del mundo.
PRIMER DOMINGO (BENDICIÓN)
La tierra, Señor, se alegra estos días y tu Iglesia desborda de gozo
ante tu Hijo, el Señor, que se avecina como luz esplendorosa,
para iluminar a los que yacemos en las tinieblas de la ignorancia,
del dolor, apatío y del pecado.
Lleno de esperanza en su venida, tu pueblo ha preparado esta corona
con ramos y la ha adornado con cirios.
Ahora, pues, que comenzamos el tiempo de preparación para la venida de tu Hijo,
te pedimos, Señor, que mientras se acrecienta cada día
el esplendor de esta corona con nuevas luces,
nos ilumines a nosotros con el esplendor de aquel que, por ser la luz del mundo,
iluminará todas las oscuridades.
--Él que vive y reina por los siglos de los siglos.
R. Amén.
(Se acerca una persona y enciende el primer cirio)
Canto: ¡Ven, ven Señor no tardes! (U otro canto apropiado)
MONICIÓN DE ENTRADA
Sed todos cordialmente bienvenidos a esta Eucaristía. Os recibimos con la máxima alegría pues vamos a iniciar un tiempo de alegría, paz y amor. Con el acto de encender esta primera vela de esta corona iniciamos el Tiempo de Adviento y con ello el nuevo año Litúrgico, dentro del Ciclo A. ¡Qué la luz de Cristo nos ilumine a todos! Y en esta època en el que todos instalamos alarmas para defender nuestras propiedades, la Palabra de Dios nos dice: “vigilad, no os durmáis, estad en vela”. Y es que mientras custodiamos las cosas materiales, descuidamos las riquezas verdaderas de nuestra vida y en lugar de liberarnos nos sentimos esclavizados. El Adviento es tiempo, además, de conversión, de mejora, de crecer lo más posible en las cosas del Espíritu. Iniciemos, pues, nuestra Eucaristía con júbilo y esperanza.
MONICIÓN SOBRE LAS LECTURAS
1.- Nuestra primera lectura de hoy es del capítulo segundo del Libro del Profeta Isaías y marca el tiempo mesiánico. Ese día en que todos los pueblos caminarán hacía quien va a venir. Y el Señor –dice Isaías—reunirá a todos en la paz eterna del Reino de Dios.
S.- Ya cantábamos la semana pasada el salmo 121 y aunque los versículos que se van a proclamar hoy son otros, si es el mismo el verso responsarial. “Que alegría cuando me dijeron: vamos a la casa del Señor”. Sin duda está en perfecta relación con la primera lectura que acabamos de escuchar. Este salmo 121 era utilizado por los peregrinos cuando se acercaban al Templo de Jerusalén. Es un himno de alegría y de satisfacción por haber terminado el camino sin contratiempos.
2.- De la Carta del Apóstol San Pablo a los romanos sale nuestra segunda lectura de hoy. Y es una invitación a la conversión activa, a salir del mundo viejo y caminar hacia lo nuevo. Pablo, además, anuncia algo muy importante: que nuestra salvación está cerca.
3.- Jesús nos pide que estemos vigilantes ante su llegada. Eso nos dice el Evangelio de Mateo que se va a proclamar inmediatamente. San Mateo es el autor evangélico que llena este ciclo A que comenzamos, igual que Lucas lo fue del C, que concluíamos el domingo pasado. Y como Mateo nos dice pues hay que estar en vela para no desaprovechar este tiempo de Adviento y nuestra más profunda conversión. Eso es lo que Jesús quiere. Sería una pena, pues, que no supiéramos ver la oportunidad que se nos presenta.
Lectura de Postcomunión
MONICIÓN
En este primer domingo de Adviento, el padre Leoz nos trae una breve plegaria para este momento final de la Eucaristía
QUIERO ESTAR EN VELA, SEÑOR
Prepara mi vida personal: que sea la tierra donde crezcas
Trabaja mi corazón: que sea la cuna donde nazcas
Ilumina mis caminos: para que pueda ir por ellos y encontrarte
Dame fuerza: para que pueda ofrecer al mundo lo que tú me das
Quiero estar, en vela, Señor
Entre otras cosas porque, tu Nacimiento,
será la mejor noticia de la Noche Santa
que se hará madrugada de amor inmenso en Belén.
¡VEN, SEÑOR!
Exhortación de despedida
Salgamos felices del templo: el Adviento nos lleva a la Navidad y el nacimiento de Cristo, sin duda, mejorará nuestras vidas.
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