Monición de entrada:
Hoy, primer domingo de adviento, empieza la Iglesia un nuevo año litúrgico. Con la primera venida de Cristo, su muerte y resurrección y por medio de nuestro bautismo hemos entrado en la etapa final de nuestro caminar hacia Dios, etapa que no se consumará hasta la venida final de Cristo. Su venida en gloria nos sorprenderá a todos, por eso, debemos estar siempre listos para cuando Él venga. Estemos atentos a Dios, quien viene ahora a nosotros, a través de su palabra y Eucaristía, con el fin de prepararnos para la segunda venida de Jesús. Recibamos al celebrante y acompañantes uniéndonos en coro al canto de entrada.
Primera lectura: Is 2, 1-5 (El Señor reúne a todos los pueblos en su reino)
Esta lectura está tomada del libro del profeta Isaías. El profeta ve que todos los pueblos vendrán a Sión, que simboliza la Iglesia actual, para que escuchen las enseñanzas del Señor y obedezcan su palabra. Si caminamos a la luz del Señor, nos realizaremos como fruto del Señor y habrá paz universal. Escuchemos.
Segunda lectura: Rom 13, 11-14 (Nuestra salvación está cerca)
Nosotros los cristianos vivimos una vida de tensiones; vivimos en la presente vida de pecado y oscuridad y también en la nueva época de gracia y luz. San Pablo, en su carta a los romanos, nos exhorta a despertar del sueño porque nuestra salvación está más cerca que cuando empezamos a creer. Vamos a escuchar con atención este pasaje paulino.
Tercera lectura: Mt 24, 37-44 (Estén en vela para estar preparados)
La tercera lectura está tomada del discurso escatológico de San Mateo. El momento del juicio final es desconocido. El final vendrá súbitamente como vino el diluvio en tiempo de Noé. Cristo nos advierte que debemos estar preparados para su llegada en todo momento. De pie, por favor, para que escuchemos la Buena Nueva de hoy.
Oración Universal:
Después de cada pausa, respondan por favor: Ven a visitar tu pueblo, Señor.
- Por la iglesia, peregrina en el mundo: para que haga partícipes a los hombres de la esperanza que ilumina su camino y despierte así en ellos el deseo y la certeza de la salvación.
Oremos.
- Por nuestras comunidades cristianas: para que la cercanía del salvador nos estimule a vivir como hijos de la luz, rechazando en todo momento las obras de las tinieblas.
Oremos.
- Por aquellos en quienes la dureza de la vida ha apagado toda ilusión: para que nuestra oración y fraternidad hagan florecer en ellos la esperanza y la voluntad de comprometerse por un mundo mejor.
Oremos.
- Por los gobernantes: para que, por encima de todo interés egoísta, promuevan la paz y el respeto a los derechos de los hombres y de los pueblos.
Oremos.
- Por todos nosotros: para que en la realidad cotidiana nos encontremos con el Señor, que un día vendrá como juez de la historia.
Oremos.
Exhortación Final
(Tomado de B. Caballero: La Palabra cada Domingo, San Pablo, España, 1993, p. 22)
Te bendecimos, Dios de la esperanza indestructible,
porque en la venida de Jesús, tu Hijo y nuestro hermano,
realizas la utopía del profeta: la paz entre los pueblos.
Tu salvación despierta el alba en nuestro yermo horizonte;
así podemos emprender ya un camino de esperanza y dignidad.
Gracias, Señor, porque hoy nos das razones para vivir
y para amar, para llenar nuestro vacío existencial, ya crónico,
para vencer incansables la perenne mezquindad humana,
para iniciar hoy la apasionante tarea que nos confías:
el adviento inacabado de un hombre y un mundo nuevos.
Ayúdanos, Señor, con la fuerza de tu Espíritu.
Amén.
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