En nuestro camino al encuentro de la Luz y de la Vida, necesitamos la fuerza que nos ayude a una conversión sincera, personal y colectiva. Pidamos al Señor Jesús que siembre en nuestros corazones el ardiente deseo de conversión, un deseo que nos ayude a “allanar el sendero” para que nuestro peregrinar sea menos arduo. Respondemos:
CONVIÉRTENOS A TI, SEÑOR
• Por la Iglesia Universal, para que, antes de salir a los caminos, abra su corazón al Señor y sea capaz de crear dinámicas que ayuden a la conversión personal y comunitaria, de tal forma que con “obras y palabras” pueda hacer creíble su mensaje de conversión. Oremos.
• Por quienes, instalados en la soberbia institucional o personal, no aprecian los esfuerzos de conversión de los hermanos y no saben estar a la altura de quienes se quejan y retroceden, dejando sus corazones “fríos”; para que vuelvan su mirada al Dios que es capaz de devolverles la ternura del perdón y la misericordia. Oremos.
• Por quienes perdieron toda esperanza de cambiar sus vidas; para que encuentren en nosotros la ayuda necesaria, desde el discernimiento fraterno, para salir de sus propias esclerosis y mordazas y puedan caminar libres y serenos al encuentro generoso con los hermanos. Oremos.
• Por las instituciones dedicadas a la ayuda humanitaria, por los que dedican sus horas a curar a las heridas de la Humanidad, a los que secan con arduo trabajo las lágrimas silenciosas del alma de quienes viven amargas horas de depresión; para que no sucumban al tedio y el cansancio y continúen su labor terapéutica y de discernimiento con los hermanos que sufren. Oremos.
Danos, Padre, en este tiempo de Adviento, un nuevo corazón que ilumine nuestras vidas y las de nuestros hermanos.
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