Inicial.
Dios nos ha reunido de nuevo este domingo para ofrecernos la guía de su Palabra y el alimento de su Cuerpo y de su Sangre.
En estos últimos domingos del año litúrgico, las lecturas nos hablan en un tono apocalíptico de un final de los tiempos lleno de guerras, hambre, catástrofes y persecuciones. Pero Jesús, lo que nos ofrece en definitiva es un mensaje de salvación para todos los que perseveremos a su lado.
Y en este penúltimo domingo del año litúrgico, celebramos la VI Jornada Mundial de los Pobres, establecida por el papa Francisco en 2017, que lleva por lema “Jesucristo se hizo pobre por ustedes” (2 Co 8,9). Si queremos que la vida venza a la muerte y la dignidad sea rescatada de la injusticia, el camino es seguir la pobreza de Jesucristo, compartiendo la vida por amor, partiendo el pan de la propia existencia con los hermanos y hermanas, empezando por los más pequeños, los que carecen de lo necesario, para que se cree la igualdad, se libere a los pobres de la miseria y a los ricos de la vanidad, ambos sin esperanza. Que esta Jornada se convierta en una oportunidad de gracia, para hacer un examen de conciencia personal y comunitario y preguntarnos si la pobreza de Jesucristo es nuestra fiel compañera de vida.
Primera Lectura.
El profeta anuncia la purificación del mundo por el fuero, pero también anuncia un sol de justicia y salvación para los que aman a Dios.
Segunda Lectura.
San Pablo nos advierte que, la esperanza en la venida del Señor no debe apartarnos del trabajo de cada día, en el que debemos ser ejemplo.
Evangelio.
Jesús nos invita en el Evangelio a la esperanza y confianza en él, en medio de las dificultades, luchas y catástrofes que va a rodear nuestra vida.
Puestos de pie cantamos aleluya.
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