28 octubre 2022

Reflexión domingo 30 de octubre. Y ZAQUEO SE BUSCÓ LA VIDA

Y ZAQUEO SE BUSCÓ LA VIDA

Por Ángel Gómez Escorial

1.- Llevamos varias semanas –dentro de los fragmentos leídos del Evangelio de San Lucas—asistiendo a como Jesús utiliza sus enseñanzas para fustigar la soberbia de la clase dominante –política y religiosa—del Israel de aquellos años convulsos. Hemos asistido en semanas precedentes a los relatos del Buen Samaritano, del juez inicuo, del fariseo soberbio y del publicano arrepentido, etc. Y hoy, en la muy bella historia del jefe de recaudadores de Cafarnaún, Zaqueo, se nos sitúa, en digamos, el mismo problema. Jesús entra en Jericó como última etapa antes de su llegada a Jerusalén donde se acrecentará, más y más, su lucha contra los usurpadores de la realidad de Dios. Pero habrá que aclarar, antes de nada, que Jesús de Nazaret no está en un proceso político de “oposición el Régimen”, ni es eso lo que le motiva en su lucha contra la tremenda esclavitud que esas clases dominantes han infringido al pueblo y, sobre todo, haciendo utilizando mal –en vano—el santo nombre de Dios, de su Padre. Se ha dicho muchas veces –y es verdad—que fariseos, saduceos, escribas, juristas y otros habían metido a Dios en una jaula de oro, sin tenerle en cuenta y sin, por supuesto, enseñar y mostrar la verdadera naturaleza de Dios.

El contraste entre la predicación de Jesús y los largos y ampulosos discursos de fariseos y otros era grande. Ciertamente, Jesús de Nazaret enseñaba con autoridad, mediante un conocimiento de la Escritura –de la Ley y de los profetas--, pero además mostraba la imagen verdadera de Dios como la de un Padre que, a lo largo de la historia del pueblo judío, había acudido innumerables veces para su salvación. Para esos “oficiales” de la religión, Dios era, sin embargo, solo un justiciero, casi un verdugo, que justificaba la dureza de las mil normas, de cumplimiento obligatorio, que caían sobre los hombros del pueblo.

2.- La conversión de Zaqueo recuerda, un poco, al llamamiento de Mateo. Los dos eran recaudadores de impuestos a favor del invasor romano. La diferencia está en el desarrollo de la escena. Zaqueo, hombre de baja estatura, abandona de momento su poder. Cualquiera, por dinero, le habría dejado ver pasar al Maestro en primera línea. Y como ahora dicen los jóvenes –la frase parece muy adecuada a lo que queremos contar—“se busca la vida” y se sube a un sicomoro, a un ficus sicomoro, una higuera de gran tamaño, que llega a convertirse en un árbol alto y frondoso y abundaba por las tierras de Palestina. Desde allí asiste al paso de la muchedumbre que acompaña a Jesús en su entrada en la ciudad. Y hay un momento en que las miradas se cruzan… Y al “buscarse la vida”, Zaqueo encuentra su vida. Cuando Jesús le dice que va a comer en su casa, Zaqueo ya es otro hombre, ya se ha convertido. Su vida cambia y se dispone a reformar su existencia reparando todo el daño que ha hecho, devolviendo lo que había robado, abusando de su poder.

Es obvio que emocionan esas conversiones inmediatas. La de Pablo, las de los propios apóstoles, que tras una mirada y una palabra, abandonan todo y siguen, desde ya mismo, al Maestro, la que de Zaqueo… A todos nos gustaría llegar a un momento de esos, en los que cruzándose con la mirada de Jesús. “todo ya estuviera hecho”. Pero hay que decir que cualquier creyente, un día, se ha encontrado con la mirada de Jesús y que eso le ha llevado a creer, a convertirse. Luego, claro, hay que seguir. El mismo San Pablo, tras cambiar, se refugia en su Tarso natal, para meditar y de allí –ya lo sabemos-- fue a sacarle Bernabé. Lo que si es muy importante es no hurtar jamás el influjo de la mirada de Jesús. Lo que vaya a venir después será cosa nuestra, con, sin duda, la ayuda permanente del Maestro.

3.- Vamos a comenzar este domingo a leer la segunda carta del Apóstol San Pablo a los habitantes de Tesalónica, la actual Salónica, segunda ciudad de Grecia, tras Atenas. Y leeremos diversos fragmentos de esta carta hasta el primer domingo de Adviento que celebraremos el próximo 2 de diciembre. Es una carta importante que, hace un conjunto importante de consideraciones sobre Cristo y sobre el futuro. Esta carta, junto con la primera a los Tesalonicenses no hay duda alguna sobre su autoría por parte de Pablo. Hay en ambas cartas –como decía-- muchas aclaraciones sobre la vida futura, sobre la segunda venida del Señor. El pueblo fiel de Tesalónica, cumplidor y seguidor de Cristo, se inquieta con esas circunstancias escatológicas. Pablo les tranquiliza. Y sea como fuere Pablo les comunica que Jesús de Nazaret en la gloria para ellos, pero que además por su buen trabajo en la fe el Señor Jesús se sienta glorificado por ellos. Es muy interesante esa doble dirección de lo glorioso, que, sin duda, es un bello principio de fidelidad y de fe.

4.- La primera lectura, del capitulo 11 del Libro de la Sabiduría nos comunica la complacencia del Señor, Nuestro Dios, porque ama a todas sus criaturas, El Libro de la Sabiduría es uno de los más bellos y de fuerte expresión teológica del Antiguo Testamento. Merece ser leído con frecuencia. Y, por cierto, nuestro colaborador, don Antonio Pavía, lleva ya varios meses comentando en Betania –ver en el link “Orar con Jesucristo”-- este precioso libro. Su lectura, siguiendo lo comentarios del Padre Pavía puede resultar muy interesante, yo diría emocionante.

5.- Este domingo, además de otras consideraciones, los contenidos de las lecturas litúrgicas nos llevan a considerar con fuerza la penitencia, el arrepentimiento, la conversión. Zaqueo se convierte y hace penitencia de anteriores comportamientos. El fragmento del Libro de la Sabiduría también entra en el camino de la conversión y de la penitencia. Y Pablo habla a los Tesalonicenses de serenidad ante el mundo futuro. En realidad se notas que nos vamos acercándonos al final del año litúrgico y comenzaremos a recorrer sendas de renovación y de esperanza ante lo que tiene que venir.

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