NO HAY PUERTAS CERRADAS
Cuántas veces, la puerta del Señor,
nos parece estar cerrada.
No es El, somos nosotros, los cerrados.
Cuántas veces, la puerta del Señor,
nos parece dura de abrir.
No es El, somos nosotros los duros
Cuántas veces, la puerta del Señor,
se nos hace difícil el pasar.
No es El, somos nosotros los remisos
Cuántas veces, la puerta del Señor,
parece desconocida.
No es El, somos nosotros los indiferentes
Si quieres, que la puerta del Señor,
se abra y sea frágil, no lo dudes:
llama siempre que puedas…el Señor contestará
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