06 octubre 2022

Moniciones Domingo XXVIII del Tiempo Ordinario, 9 octubre

 

MONICIÓN DE ENTRADA

Bienvenidos seáis todos a esta reunión dominical de hermanos y hermanas que se quieren y que se reúnen en nombre de Jesús de Nazaret. Hoy el Señor Jesús, con el relato de los diez leprosos, nos va a enseñar que debemos ser agradecidos. No es de cristianos –aunque ahora sea muy frecuente—la dureza de corazón, el egoísmo, la soberbia. Y si alguno de nosotros ve que, en el interior de su corazón, anidan esos sentimientos duros, pues apresurémonos para pedir a Dios Nuestro Señor que nos cure. Y después –por favor—que volvamos a darle gracias, pues Él –el Dios Padre cariñoso y tierno—merece todo nuestro agradecimiento.


MONICIÓN SOBRE LAS LECTURAS

1.- La primera lectura de hoy corresponde al Libro de Segundo de los Reyes, al capítulo quinto, y corresponde al bello episodio en que el profeta Eliseo convierte y cura de la lepra al magnate sirio Naamán. Ese hecho guarda relación director con el Evangelio de Lucas que se proclama hoy.

S.- Los salmos 96, 97, 98 tienen un contenido escatológico hacen referencia al final de los tiempos y hablan de la misericordia y grandeza de Dios. En este número 97 que vamos a cantar a continuación nos narra ese momento en que todas las naciones acudirán al Monte Santo para aclamar a Dios. Ese era para los judíos, contemporáneos de Jesús, el momento final de la historia. A nosotros, hoy, nos sirve para aclamar la grandeza de Dios y el amor por sus criaturas

2.- San Pablo escribe la Segunda Carta a Timoteo –que es nuestra segunda lectura de hoy—ya en prisión. Es la última carta escrita por el apóstol. Poco después llegaría su martirio. Y aunque se siente profundamente solo todavía intentar enseñar a su discípulo que la perseverancia –sin importar los duros trabajos y el sufrimiento—nos llevará a reinar con Cristo. Ese es su mensaje.

3.- El episodio de los diez leprosos, del capítulo 17 del Evangelio de San Lucas, nos indica claramente la dureza de corazón de los judíos de tiempo de Jesús. Solo uno de los curados de la lepra –terrible enfermedad—vuelve a dar gracias al Señor. El resto han preferido presentarse solamente a los sacerdotes y obtener su certificado de pureza. Ya podían vivir en la comunidad. Pero olvidan agradecer el favor recibido. ¡Que no seamos nosotros así!

Lectura de Postcomunión

MONICIÓN

Esta es una de los números textos de San Agustín que sirven como oración. Esta, nos ha parecido hoy como muy indicada para los momentos posteriores a la comunión. Sabemos que es algo larga. Si se quiere se pueden seleccionar algunas de sus estrofas. Pero se puede leer entera. No es tan larga.

JESÚS ES DULZURA Y AMOR

¡Oh Salvador mío,

fuente inagotable de dulzura y de bondad!

No piense yo más que en Vos.

Cuando al mismo tiempo que a Vos

se ama cualquiera otra cosa,

ya no se os ama, ¡oh Dios mío!, con verdadero amor. ¡

Oh amor lleno de dulzura,

dulzura llena de amor,

amor exento de penas y seguido de infinidad de placeres;

amor tan puro y tan sincero

que subsiste en todos los siglos;

amor cuyo ardor no hay cosa que pueda apagar ni entibiar!

 

¡Jesús, mi adorable Salvador,

cuyas bondades, cuyas dulzuras son incomparables,

caridad tan perfecta como que sois nada menos que mi Dios!

Véame yo abrasado en vuestras divinas llamas,

de suerte que no sienta ya más

que aquellos torrentes de dulzuras,

de placeres, de delicias y de alegría,

pero de una alegría enteramente justa,

enteramente casta, pura, santa

y seguida de aquella perfecta paz

que solamente en Vos se encuentra.

 

Sea yo abrasado en las llamas de aquel amor,

¡oh Dios mío!, con todo el afecto

de mi corazón y de mi alma.

No quiero, bien mío,

no quiero en lo sucesivo

más amor que el vuestro.

Amén.


Exhortación de despedida

Salgamos de la Eucaristía con el propósito de ser agradecidos, de agradecer a Dios—y también a los hermanos—todo lo que nos da. Y no creamos nunca que es nuestro esfuerzo el que consigue algo. Dios nos lo da todo.

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Deja tu comentario